Cuando el buen tiempo no gusta...
Se dice de los agricultores que están siempre quejándose. En realidad, es verdad, hay que reconocerlo, especialmente en cuanto al tiempo se refiere. Los dichos de cada país son una ilustración de la vida local.
Se dice de los agricultores que están siempre quejándose. En realidad, es verdad, hay que reconocerlo, especialmente en cuanto al tiempo se refiere. Los dichos de cada país son una ilustración de la vida local.
Aquí, en España, hay un dicho que es
“nunca llueve a gusto de todos”. Es normal, en un país cuya mayor parte del
territorio tiene un clima semi-árido, con periodos habituales de sequía de 4 a
5 meses, que sea la lluvia la protagonista.
En Francia, país donde llueve a
menudo, donde se considera sequía un periodo de más de 1 mes seguido sin
lluvia, el dicho es más de consolación “après la pluie, le beau temps”, es
decir después de la lluvia, el buen tiempo. Es el buen tiempo el protagonista.
Pues en mi serie sobre intemperies,
quiero hablar del buen tiempo. ¿El buen tiempo? Entre las intemperies?
Para ser exacto, en vez de hablar de
buen tiempo, mejor vale hablar de tiempo cálido.
Cada uno tiene su propia definición de
lo que es un buen tiempo, según sus necesidades y sus proyectos.
Como buen urbano, el buen tiempo es
para ti, una ocasión de tomar el sol, de ir a la playa, de jugar un tenis, de
ir de paseo por el bosque o en el parque, o de organizar una barbacoa.
Como buen agricultor, es para ti el
momento de preparar el suelo, de realizar una siembra o de cosechar.
Pero para mí, productor de frutas, el
buen tiempo también puede entrar como miembro activo en el club de las
desagradables y costosas intemperies.
Ahora vais en entender porque.
Cada planta tiene un ciclo vegetativo
específico, que lleva en sus genes desde sus orígenes, con necesidades
específicas en cada momento particular del ciclo.
El caso del melocotonero es el
siguiente:
-
En
salida del invierno, la yema empieza a hincharse, siguiendo varios estados
fácilmente reconocibles, clasificados de A a J, con el estado más
característico F de la floración.
-
Después
viene el cuajado o cuaje, es decir la selección natural que provoca el aborto y
la caída natural de las flores no fecundadas y de las frutas peor alimentadas.
Se dice que un fruto ha cuajado cuando se queda en el árbol después de este
proceso. Es el estado J.
-
Unos
cincuenta días después de la floración, se produce el endurecimiento del hueso.
Hasta entonces, la frutita estaba en formación, en fase de multiplicación
celular, para fabricar en prioridad la semilla, la almendra del hueso, su razón
de existir, después la madera del hueso, la protección física de la semilla, luego
la carne, ante todo una reserva de alimentos para permitir al árbol llegar al
final de la maturación de la semilla en caso de problemas, y finalmente la
piel, protección de la carne.
-
En
la última fase del ciclo, después del endurecimiento del hueso, llega el
proceso de engorde que permite a la fruta, ya totalmente formada, acumular agua
y reservas mientras la semilla termina su evolución. Cuando está madura,
produce etileno que provoca la maduración de la fruta, y la abscisión del
pedúnculo, provocando su caída, si no ha sido cogida o devorada antes.
¿Qué pasa cuando el tiempo es
“demasiado bueno”? según la época del ciclo, las consecuencias son distintas.
-
Un
tiempo demasiado bueno durante la fase de multiplicación celular (entre la
floración y el endurecimiento del hueso) no es habitual. Este periodo es sobre
todo sensible al frio, a la humedad o a la falta de luz provocada por un tiempo
nuboso prolongado, que puede reducir la actividad de multiplicación celular, y
por consecuencia, la capacidad de la fruta a engordar.
-
Un
tiempo demasiado bueno durante la fase de endurecimiento del hueso puede
provocar su rotura, o la separación de las dos mitades del hueso. Este fenómeno
se traduce por una desclasificación de las frutas afectadas, o una prohibición
de venta. En efecto la normalización prohíbe la comercialización de frutas cuyo
hueso es abierto, aunque no altere sus cualidades. Se reconocen esas frutas por
una apertura visible en el pedúnculo, a menudo acompañada por una deformación
de la forma en dos mitades bien marcadas. También puede ser una puerta de
entrada para diversos hongos de conservación y para las tijeretas.
La nectarina de la derecha es normal, la de la izquierda tiene el hueso abierto.
- Y para terminar, un tiempo demasiado bueno en la última fase acelera el proceso de maturación del hueso, y por consecuencia del proceso de engorde de la fruta, con producción de frutas más pequeñas, y con poco potencial gustativo.
- Y para terminar, un tiempo demasiado bueno en la última fase acelera el proceso de maturación del hueso, y por consecuencia del proceso de engorde de la fruta, con producción de frutas más pequeñas, y con poco potencial gustativo.
Este año, nuestra campaña empezó con
una primavera bastante fría, aunque sin heladas. La floración fue muy tardía.
La fase de multiplicación celular tuvo una duración anormalmente larga, frenada
por este tiempo frío.
A continuación el tiempo cambio
claramente, acelerando mucho el ciclo.
Finalmente, las variedades las más
precoces llegaron en fechas normales.
Floración tardía + madurez normal =
ciclo anormalmente corto.
Para que tengáis algunas nociones de
las consecuencias, os voy a dar algunos datos.
En las áreas tradicionales de cultivo
del melocotonero, las variedades utilizadas tienen ciclos de entre 110 y 180
días, entre floración y recolección.
Aquí, al igual que en el Norte de
África, en Méjico, en Oriente Medio, en Australia o en el Sur de Estados
Unidos, se plantan variedades cuyo ciclo queda comprendido entre 75 y 100 días,
a veces menos. Esas variedades tienen ciclos muy cortos, pero dan frutas de
características muy similares a las variedades de zonas tradicionales. La
última fase de engorde puede ser de más de 1 mm de diámetro por día.
Este año, los ciclos se han recortado,
en las variedades más precoces, es decir en las que tienen los ciclos más
cortos, entre 5 y 8 días.
En la clasificación comercial
normalizada, un melocotón de un diámetro de 58 mm es una fruta pequeña cuyo
peso será de aproximadamente 110 gramos, cuando un melocotón de un diámetro de
68 mm es una fruta grande que va pesar unos 150 gramos.
Un árbol con una carga de 400 frutas
va producir 44 kilos si las frutas pesan 110 gramos, pero 60 kilos si las frutas
pesan 150 gramos.
Los 16 kilos de diferencia representan
8.000 kilos por hectárea para una densidad media de 500 árboles por hectárea.
Si a esto se añade que el agricultor
cobrara casi el doble para un melocotón de calibre 68 que para un melocotón de calibre
58, podéis constatar que el resultado económico no tiene nada que ver.
Esto, es lo que hace que al productor
de melocotones (y nectarinas), no siempre le gusta el buen tiempo, o al menos
si llega en el momento menos oportuno.
A esto, hay que añadir que los
trabajos conducidos en Francia por el INRA y el CTIFL con la colaboración de
los profesionales del sector en los años 1990, y publicados en la monografía
del CTIFL “Le pêcher” (El melocotonero), demostraron que existe una relación
directa entre el calibre del melocotón, y su capacidad a la calidad gustativa
(trabajos que han servido de base para la revisión de determinadas normas de
comercialización relativas a la calidad gustativa, y a la prohibición de
comercialización de los calibres más pequeños). Cuánto más pequeña es la fruta,
más probabilidad tiene de no tener una calidad gustativa satisfactoria.
Esto es lo que debe hacer que, al
consumidor bien informado, no siempre le guste el buen tiempo.
Y para terminar, el último problema de
tiempo demasiado bueno, los golpes de calor.
El golpe de calor puede tener un
efecto directo sobre la fruta, como lo puede observar en la foto siguiente, tomada
este 13 de mayo aquí en Sevilla, con una temperatura exterior superior a 41,5ºC.
la carne se sobrecalienta hasta el corazón, y las frutas más cercanas a su
madurez pueden “irse” en sobre-madurez en pocas horas, sin haber tenido tiempo
para alcanzar el nivel normal de calibre y de calidad.
También puede ocurrir que la planta no
tenga la capacidad de alimentarse en agua en proporción con la demanda climática.
Si lleva frutas, va tirar de ellas como reserva de emergencia de agua y
alimentos, provocando una aceleración del proceso de madurez, para poder salvar
la mayor cantidad de semillas posible. La planta “sabe” que no puede sobrevivir
mucho tiempo en esas condiciones. Entonces se inicia un proceso hormonal que
provoca una maduración acelerada de la fruta, sea cual sea su calidad, y de
manera muy agrupada. Este fenómeno se acompaña en general de una deshidratación
de la fruta (la planta consume su agua), haciendo que su comercialización sea
imposible.
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