lundi 7 mars 2016

71- Las plantas tienen la palabra

LAS PLANTAS TIENEN LA PALABRA

El 24 de febrero, asistí al encuentro anual sobre programación de riego en agricultura, organizado aquí, en Sevilla, por una empresa local dedicada a la tecnología aplicada al riego, Optiriego (un poco de publicidad gratuita, nunca viene mal).

Cartel de la reunión técnica de Optiriego

Es muy interesante observar la evolución de las posibilidades ofrecidas por las nuevas tecnologías.
Cuando entre en este gremio, en 1983, la gran novedad en materia de gestión del riego era el tensiómetro, un pequeño aparato lleno de agua clavado en el suelo, que mide la disponibilidad del agua, a través de la medición de la fuerza de aspiración necesaria para extraerla. De esta fuerza, se deduce la energía que necesita la planta para absorber agua.

Foto Irrometer (fabricante américano de tensiometros)

Foto Irrometer (fabricante américano de tensiometros)

Esta herramienta, todavía utilizada por su gran fiabilidad, pero cuya utilidad es limitada por su falta de practicidad y de polivalencia, ha supuesto una pequeña revolución en la gestión del riego. Por fin éramos capaces de medir de manera objetiva la disponibilidad del agua en el suelo.
Hasta entonces, el agricultor vigilaba la humedad del suelo con una patada en la tierra, o rascando un poco de manera muy superficial. Algunos apasionados utilizaban una barrena manual que les permitía una apreciación subjetiva, lenta y físicamente difícil, de la humedad a nivel de las raíces.


 Unos años más tarde, aparecieron sondas do varios tipos, todas destinadas a medir la humedad del suelo. Todas esas sondas siguen siendo utilizadas, y han permitido grandes progresos en la racionalización del empleo del agua en agricultura, y de la reducción del desperdicio de agua dulce.
Mediante la asociación de esos sensores con los sistemas de riego más modernos, el consumo real de agua ha podido ser reducido a la mitad, o menos.

Foto alphaomega-electronics (venta de material electrónico)

Foto Ig4 (empresa española de asesoramiento en riego y nutrición vegetal)

En la misma época, algunos investigadores un poco distintos, trabajaban a inventar sensores capaces de medir la reacción de las plantas. Con el tiempo esos inventos, durante mucho tiempo limitados a ser puras herramientas de investigación o de inventos un pocos locos, por su complejidad de empleo, o por su coste, o por la dificultad que representa la interpretación de las informaciones, han conseguido progresivamente encontrar su sitio en las fincas agrícolas.

Se trata por ejemplo
-       De las informaciones disponibles a escala de una parcela, de una finca o de la región, gracias a la teledetección por satélite, por avión o por dron, que permiten una apreciación del estado de los cultivos y de su regularidad
n  De fotografía por infrarrojo
n  De cámaras térmicas, que dan una información sobre la fotosíntesis o la temperatura de las hojas,
n  De otros sistemas por ultravioleta, por ultrasonidos u otros, que permiten medir el estado de los acuíferos subterráneos, o de informar sobre otros tipos de mediciones del vegetal.



Foto Farmstar-expert (empresa francesa de asesoramiento en agricultura)

-       De las mediciones realizadas a nivel de la propia planta, como por ejemplo
n  Sensores de fotosíntesis, que informan sobre el estado de la planta, midiendo las variaciones de la fotosíntesis,
n  Sensores de flujo de savia, que miden la velocidad de circulación de la savia bruta en el tronco,
n  Dendrómetros, que miden las variaciones micrométricas del diámetro de la rama,
n  U otros de tipo cámara de presión, sensor de turgencia, etc.

Se trata de poner en relación los datos climáticos, los datos de humedad del suelo y de riego, y las mediciones del comportamiento de la planta, para poder interpretar la reacción del cultivo a las técnicas aplicadas por el agricultor.

Está estación de control en frutales mide temperatura, humedad, pluviometría, caudal y horas de riego, humedad del suelo en tres puntos, y reacción de la planta mediante un dendrómetro de rama y otro de fruta.

Un dendrómetro de rama

Hasta entonces, el agricultor observaba síntomas que le permitían saber si la planta iba bien, más o menos, con el defecto que, en la mayoría de los casos, cuando aparece el síntoma, la planta se encuentra en una situación delicada desde ya tiempo, y a veces de manera irreversible.

Esas tecnologías permiten detectar los problemas de la planta antes de que los exteriorice, y permiten también al agricultor entender cómo reacciona la planta a las técnicas de cultivo, y con eso, de adaptarlas.
Ya que la agricultura, por definición, se interesa en primer lugar por la producción, la primera consecuencia de la reactividad que otorgan esas tecnologías al agricultor, es una mejora de la productividad sin necesidad de más insumos, al revés, aplicándolos en el momento adecuado, a la dosis adecuada y en el sitio adecuado.
Esas tecnologías permiten aumentar muy sustancialmente la sostenibilidad de la agricultura por la mejoría la eficiencia de todas sus prácticas, convirtiéndolas en un mejor rendimiento productivo y cualitativo, conjuntamente con una reducción de su impacto medioambiental.

Cuando uno es agricultor, lo que es mi caso, y tiene la cabeza todos los días en la gestión diaria, o que uno es, lo que es el caso de todo el mundo, un consumidor más preocupado con lo que le entra en el plato que con los problemas de los que lo hacen, no se da uno cuenta del alcance de estos cambios tecnológicos.
En realidad, todos esos sensores y sistemas abren una nueva vía de evolución a la agricultura. Incluso es más, es una auténtica revolución, discreta y silenciosa, pero de un alcance difícil de medir.
Es la primera vez, en la historia de la agricultura (tan solo hablamos de ¡12.000 años!), que de alguna manera, se le da la palabra a las plantas.
La planta es nuestra herramienta de trabajo, le pedimos producir siempre más y mejor, pero no sabíamos o no podíamos tener en cuentas sus reacciones del día a día, especialmente porque no existían los medios de medición directa. Mediamos el suelo, y deducíamos el comportamiento de la planta, o se pesaba la leña eliminada por la poda y se deducía, para el año siguiente, las medidas a tomar.
Sin embargo somos ahora capaces de entender al menos una parte de lo que nos dice la planta, de tomarlo en cuenta en la gestión cotidiana.

Estamos dándole la palabra a las plantas.
Es un auténticamente profundo cambio, que no solo influye sobre las técnicas agrícolas, pero también, y sobre todo en la relación íntima entre el agricultor y la planta, pues sobre las mentalidades, lo que es mucho más difícil.


Créeme, ¡es una Revolución!

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