TODOS CONTRA LA TECNOLOGÍA GENÉTICA
“Los alimentos genéticamente manipulados
tienen mala fama. Activistas luchan contra tales proyectos en todo el mundo,
pese a que también podrían servir para combatir la pobreza. ¿Es justo?
Los
científicos que desarrollan alimentos genéticamente manipulados no son
catalogados como héroes. Ni siquiera aunque aspiren a un mundo mejor. Por
ejemplo, el biólogo alemán Ingo Potrycus, que tuvo que investigar en un
invernadero a prueba de bombas para desarrollar un arroz que erradicase la
deficiencia de vitamina A en los niños. Según la Organización Mundial de la
Salud, 124 millones de menores no reciben cantidades suficientes de esta
vitamina y cada año fallecen uno o dos millones por eso. Y precisamente ahí
intervendría su producto Arroz Dorado.
Imagen: http://www.goldenrice.org/image/how_GR2.jpg
Un camino largo y duro
En
Occidente, la vitamina A se consume a través de lácteos o beta-carotina. El
arroz carece de este pigmento amarillo, pero sí está presente en las hojas de
la planta. Por eso Ingo Potrycus buscó la forma de producir arroz rico en
beta-carotina modificando la genética de la planta y, en 1999, tras años de
duro trabajo, nacieron por fin los granos de arroz amarillos ricos en vitamina
A. Parecía la solución perfecta y se quiso distribuir las semillas entre países
en vías de desarrollo. Sin embargo, por disputas legales de patentes y
protestas de activistas, el Arroz Dorado sigue sin entrar al mercado.
Greenpeace
alegó que el producto no estaba terminado y podría contaminar a otros tipos de
arroz, afectar a campos vecinos y que, posiblemente, ni siquiera era apto para
el consumo. Según la organización ecologista, era un “Caballo de Troya” para
abrir la puerta y permitir la entrada de otros organismos modificados
genéticamente. Greenpeace defendió que, en lugar de esa acción de promoción, se
debería luchar por el acceso a los alimentos y la agricultura ecológica. Pero
hasta su mismo ex director, Stephen Tindale, declaró que había cambiado de
opinión sobre plantas modificadas genéticamente. Para él, el rechazo era
moralmente inaceptable, ya que prima la ideología sobre el hambre de los
pobres: “Creo necesario decir que las cosas han cambiado”, sentenció.
La esperanza de la banana
En Uganda, la opinión sobre plantas
genéticamente modificadas está muy dividida. En este país del este de África,
la banana es un alimento básico y una fuente de hidratos de carbono. Pero una
enfermedad bacteriana llamada BXW (Banana Xanthomonas Wilt) infectó los campos
de bananas haciéndolas incomibles en agosto de 2001. Se extendió rápidamente y,
en algunas regiones, se perdió el 100% de la cosecha, provocando deficiencias
alimentarias a 14 millones de ugandeses.
Imagen: https://cabiplantwise.files.wordpress.com/2013/05/xanthomonas-fruit-symptoms.jpg
Los
científicos quisieron crear bananas resistentes e inmunes a las bacterias BXW
injertando proteínas del pimiento verde, pero la ley y el miedo a los peligros
de la tecnología genética lo impidieron. La oficina de Uganda de la ONG Action
Aid se postuló en contra de este nuevo tipo de banana porque podría provocar
cáncer y advertía a la población con anuncios de radio. Action Aid retiró
después sus afirmaciones e incluso niega haberlas hecho, pero aun así, el
proyecto de investigación sigue detenido y los campesinos confían que antes de
2020 se hayan superado las barreras legales para producir este tipo de banana.
Papayas modificadas
Cuando el virus Ringspot afectó a la región
frutícola de Puna, en Hawái, fue una pesadilla para los campesinos filipinos de
la región. Su mercado cayó y el virus se extendió, obligando a muchos a
abandonar las tierras. Los expertos comenzaron a investigar para crear un nuevo
tipo de papaya y “vacunarla” contra el virus. Esta Papaya Arcoíris podría ser
la salvación para muchos campesinos al límite de su existencia. Y otros
científicos de Tailandia, Venezuela y otros países quisieron adaptar la
tecnología a sus mercados.
Imagen: http://67.media.tumblr.com/8924690e92ebe188075a56e28a2ac976/tumblr_nkjfebml7V1t15h2ho1_1280.jpg
Sin
embargo, en Venezuela no solo se protestó en contra, sino que también se
destruyeron proyectos y se incineró la cosecha de prueba. “El material genético
de la papaya queda clausurado en espera de mejores tiempos”, declaró Guido
Núñez, del equipo de investigación. Nuñez pretende ahora hacer un documental a
través de una plataforma de Crowdfunding, para contar su experiencia y los
problemas que sufrieron: “En Venezuela, no solo se detuvo la investigación
sobre la papaya, sino todos los laboratorios de alimentos genéticamente
modificados”.
Este artículo procede de una revista digital alemana, en
su edición en español.
Lo encontré interesante en la medida en que aporta
información de tres situaciones reales que pretendían resolver problemas muy
serios que no tienen nada que ver con multinacionales, sino con el acceso a
alimentos de las poblaciones locales, ante un peligro de falta de alimentos.
Debemos cuestionar la situación actual del bloqueo de las
modificaciones genéticas, a la vista de la realidad de la humanidad y de las
poblaciones más pobres.
Una ideología, supuestamente humanista y ecologista,
¿Es compatible con la muerte diaria de miles de niños?,
¿Es compatible con la puesta en peligro de hambruna de
poblaciones enteras?
¿Hay derecho moral de dejar morir tantas personas
inocentes solo para defender un dogma?
¿Quiénes son los buenos?, ¿los ecologistas que defienden
una ideología?, ¿o los científicos que buscan soluciones al hambre, a la muerte
y al cambio climático?
¿Qué ocultan los que pretenden elevarse contra las
multinacionales?
Los
lobbies ecologistas son, al día de hoy, mucho más peligrosos, dañinos y
mortíferos que la industria de las semillas.
¿En
nombre de qué?
Para ir más allá, varios artículos de este blog, en los
que podrá encontrar muchas informaciones y referencias:
La revuelta de la ciencia
La conspiración del farol
OGM, ¿y porque no?
Creo que este tema de los tránsgenicos no debería verse como una lucha entre buenos y malos, los ecologistas y las grandes empresas (ambos son vistos como las dos cosas por el contrario). Estoy trabajando sobre ello para mi próxima entrada sobre ellos en el blog y por lo que voy leyendo de distintas fuentes ni los unos ni los otros son tan buenos o malos, hay intereses creados por todos lados.
RépondreSupprimerDe momento, comparto dos conclusiones que he sacado durante mi investigación:
- Una cosa es el uso de los OGM en países desarrollados y otra muy distinta en los países en vias de desarrollo. Tanto desde los tipos y fines para los que se cultivan como las medidas de seguridad que se toman.
- Me temo que todos esos organismos transgénicos que podrían ayudar a agricultores de zonas desfavorecidas: resistencia a sequías, a salinidad, etc, dependen para su desarrollo de la iniciativa pública e inversiones públicas (o al menos cooperación público-privada), y de un apoyo dedicido de las instituciones de los países de destino. No nos engañemos, ni las grandes empresas van a invertir la barbaridad de tiempo y dinero que cuesta desarrollar un org. transgénico por motivos filantrópicos ni muchos países están preparados para ello.
- Y por si fuera poco, a estos cultivos modificados "buenos" se les mete en el mismo saco que los "industriales". Sufren la misma oposición feroz, que en muchos casos implica el destrozo de campos de experimentación, lo cual desanima a cualquiera a investigar e invertir en ellos. Al final, son una víctima colateral tanto de la mala fama del resto de OGMs como de los propios ecologistas.
Un saludo a todos
Tiene razón, no debería verse como una lucha entre buenos y malos. Por desgracia lo es. En realidad, existen 2 polos opuestos que luchan por un sistema de lobbying muy activo y elaborado. Las personas como yo, que ven un gran interés a la técnica y una posibilidad de resolver graves problemas de la humanidad somos minoría. Y los afectados, los que pasan hambre o se mueren, ellos están muy alejados de estas luchas de poder ideológicas.
RépondreSupprimerEstoy de acuerdo que hay 2 situaciones distintas. Nunca he sido un fanático de los OGM resistentes, especialmente a los herbicidas, pero la realidad es que en países ricos, la situación no tiene nada que ver con lo que es el los países pobres. Visto desde la perspectiva de los países ricos, y de activistas que no saben lo que es pasar hambre, no se considera la problemática del mismo modo. Un agricultor de África, o una aldea del sureste asiático no tienen el mismo punto de mirada.
Pero no se les da el derecho a opinar.
La ideología anti-OGM, y todos los grupos e individuos que la apoyan son, al día de hoy, directamente responsable de millones de muertos cada año. En mi cultura, se llama crimen contra la humanidad.