EL ESPIRITU DE LAS PLANTAS – EQUILIBRIO
Encontré el articulo siguiente en un blog francés muy
interesante, que tendré ocasión de usar más veces, “Graines de Mane” (Semillas
de Mane), dedicado, como lo dice su subtítulo a la vulgarización y al debate
sobre agricultura (https://www.grainesdemane.fr/2017/02/08/plantes-nont-tete-tourne/).
En este caso, se trata de un tema curioso, en la medida
en la que no se plantea habitualmente esta cuestión.
Sin embargo, como lo vas a poder verificar, es una cuestión
importante, y las similitudes con el mundo animal son sorprendentes.
“A las plantas, la cabeza no les da vueltas
A
menudo meneadas por el viento, las plantas de mantienen de pie. ¿Cómo lo hacen?
Investigadores del INRA [Instituto Nacional francés de Investigación
Agronómica] han puesto de evidencia
mecanismos que permiten a las plantas guardar el equilibrio.
El viento
es uno de los (numerosos) enemigos naturales del agricultor. En caso de fuertes
temporales o de tormentas, las plantas se pueden volcar al suelo, haciéndolas finalmente
difíciles de cosechar. Las pérdidas mundiales de rendimiento de cereales se
estiman a un 10% por culpa de las tormentas. Sin embargo, las plantas tienen
una notable capacidad para mantener se en pie, ¡mucho más que nosotros!
Agitado
por el viento, el junco se encorva pero no rompe. Charles y Francis Darwin ya
habían puesto de evidencia en su época, la capacidad de las plantas a crecer en
una dirección determinada. Es así como una planta siempre va crecer hacia la
luz (fototropismo) o según la gravedad (gravitropismo), haciendo que sus raíces
crezcan hacia abajo, y que su germinación se haga hacia arriba.
Las plantas también tienen un oído interno
Para
comprender el funcionamiento de los mecanismos de equilibrio de las plantas, parémonos
un momento en el nuestro, mandado por el oído interno. En esta, nuestro
equilibrio se hace mediante un sistema llamado otolítico, es decir un conjunto
de piedrecitas situadas en un gel sensible. La deformación de las pestañas,
debida a la acción de la gravedad sobre las piedras, permite a nuestro oído interno
detectar la verticalidad. Sin embargo, cuando estamos por ejemplo en un tiovivo,
perdemos el sentido de la gravedad. Nuestro oído interno es entonces incapaz de
distinguir la aceleración de la gravedad, de otras fuerzas, como por ejemplo la
fuerza centrífuga.
Las plantas
tienen también un equivalente del oído interno: los estatocitos. Los estatocitos
son células repartidas a lo largo del tallo de la planta, que albergan en su
interior pequeños granos de almidón llamados estatolitos. Hasta la fecha, las
investigaciones habían puesto de evidencia un funcionamiento similar de los
estatocitos al del oído interno: la sedimentación de los estatolitos ejerce una
presión sobre la pared de los estatocitos lo que le permite a la planta identificar
la gravedad. Esta idea sugiere que las plantas tienen un sentido del equilibrio
que se puede comparar con el de los humanos y por consecuencia que son capaces
de distinguir la gravedad de otra fuerza, como por ejemplo el viento. La presión
que se ejerce sobre los estatolitos seria el resultado de todas las fuerzas sin
distinción.
¿Un sentido del equilibrio más agudo que los humanos?
Otra hipótesis
sugiere que no es la presión ejercitada por los estatolitos, la que les permite
a las plantas “notar” la gravedad, pero unos sistemas de sensores que detectan
la posición de los granitos de almidón. Esta idea procede de nuevas
investigaciones llevadas conjuntamente por el INRA, CNRS [Centro
Nacional francés de Investigación Científica] y por la Universidad Blaise Pascal. Los investigadores han fabricado
un tiovivo para plantas, compuesto de centrifugadoras con dos ejes de rotación,
del mismo tipo que existe para el entrenamiento de los astronautas. Han sometido
a las fuerzas centrifugas, cientos de plantas, entre las que se encuentran
muchas plantas cultivadas como el trigo, la lenteja o el girasol. Han
estudiado, durante muchos años, el crecimiento de las plantas en esas
condiciones, con un ángulo diferente con respecto a la gravedad real.
La historia
no cuenta si las plantas han disfrutado con el tiovivo, demuestra que han
conseguido crecer rectas, de manera independiente a la intensidad de la fuerza centrífuga
que tenían que soportar. Las plantas lograr notar la verticalidad
independientemente de las otras fuerzas a las que están sometidas, y eso, de
manera permanente. La posición de los estatolitos, y no solamente la presión que
ejercen, permitirían a las plantas recuperar su verticalidad. Incluso sacudidas
por el viento, las plantas parecen capaces de mantener su verticalidad.
Al contrario
de los humanos, la cabeza no les da vueltas.
Esos recientes
descubrimientos de los mecanismos de equilibrio de las plantas podrían tener
aplicaciones muy importantes en las próximas décadas, especialmente en la
mejora varietal para concebir cultivos menos sensibles al volcado. Si esta
pista no debe hacer olvidar que el volcado de plantas también puede ser debido
a otros factores agrícolas (exceso de nitrógeno por ejemplo), puede representar
una de las numerosas pistas para asegurar los rendimientos frente a los accidentes
climáticos.
Para ir más lejos : (referencias
en francés)
La proeza perceptiva de las plantas para
mantenerse en posición vertical (INRA) http://presse.inra.fr/Communiques-de-presse/Le-tour-de-force-perceptif-des-plantes-pour-se-maintenir-a-la-verticale
Como
las plantas se mantienen rectas (Pour la Science) http://www.pourlascience.fr/ewb_pages/a/actu-comment-les-plantes-restent-droites-37804.php
»
Aquí tenemos otra característica sorprendente que
demuestra que cuanto más se estudian las
plantas, menos se encuentran diferencias entre el mundo vegetal y el mundo
animal.
¿Una señal para llamar a los veganos a más razón?
Es que finalmente, la ciencia nos demuestra que la
mayoría de las características animales son igualmente presentes en las plantas,
aunque de un modo diferente, ya que están adaptadas a su condición particular.