PROHIBIR EL GLIFOSATO, Y DESPÚES, ...¿QUÉ?
Bajo este título Mathieu, en la página web francesa
Graines de Mane, publicaba el 15 de febrero de 2017 un buen artículo conciso
sobre las interrogaciones que deja, entre los profesionales, la posible
prohibición del glifosato. https://www.grainesdemane.fr/2017/02/15/supprimer-glyphosate-apres/
“Desde
varios días la telenovela sobre la prohibición del glifosato, herbicida
estrella de Monsanto, ha vuelto a arrancar. Una cuarentena de ONGs ha lanzado
el 8 de febrero una petición europea llamando a “la prohibición del glifosato,
en conformidad con las disposiciones europeas sobre plaguicidas, que prohíbe el
uso de sustancias cancerígenas para el hombre”. Esta iniciativa llega después
de que la OMS ha clasificado el glifosato como cancerígeno, y las
tergiversaciones de las instancias europeas referentes a la renovación de su
autorización de uso en Europa. A fin de cuentas, en junio 2016, la Unión
Europea decidió prolongar su autorización durante 18 meses hasta la publicación
de una nueva opinión científica.
A la
espera de una eventual suspensión de autorización de la molécula, la cuestión
en las explotaciones agrícolas se presenta de la forma siguiente: ¿Cómo vamos hacer sin el glifosato?
Algunos agricultores consiguen no usarlo o reducir las dosis pero su estatuto
de herbicida más vendido en el mundo demuestra hasta qué punto un gran número
de sistemas agrícolas dependen de él… Y no solamente sistemas de agricultura
intensiva. Algunos agricultores comprometidos con prácticas medioambientales
virtuosas, siguen usando este producto a baja dosis. Es por ejemplo el caso de
la agricultura de conservación, que busca mantener el suelo constantemente
cubierto por vegetación, y no ararlo para preservar al máximo su estructura, la
vida que alberga (lombrices y fauna variada) y limitar la erosión. Esas
técnicas representan una solución para aumentar la fertilidad de los suelos y
en consecuencia la sostenibilidad a largo plazo de los sistemas agrícolas. Por
la supresión del arado, los agricultores mejoran la salud de los suelos pero
pierden un medio efectivo de gestión de las malas hierbas. El éxito de esos
cultivos pues depende en gran parte del empleo de herbicidas, entre los cuales,
el glifosato.
Para esos agricultores, la supresión del glifosato desembocaría sobre un
callejón técnico sin salida que podría tener, como consecuencia, el abandono de
sus prácticas medioambientales virtuosas.
Las
preocupaciones de la sociedad civil son totalmente legítimas y los agricultores
hacen evolucionar sus técnicas para contestarlas. Darse cuenta de los efectos
de las prácticas agrícolas sobre el medioambiente o la salud permite poner
diariamente en la luz nuestras elecciones como consumidores. Saber cómo se
producen los alimentos que se encuentran en nuestros platos es por consecuencia
primordial. Entender las consecuencias de la voluntad de los ciudadanos sobre
la realidad del funcionamiento técnico de las explotaciones agrícolas también.
El debate levantado por la supresión del glifosato llama pues a otro: el,
urgente, de la búsqueda de alternativas permitiendo a los productores de evitar
el salto a lo desconocido, respondiendo al mismo tiempo los nuevos desafíos
medioambientales de la agricultura. Cada día los productores, investigadores,
organismos de desarrollo agrícola, innovan hacia formas más virtuosas de
agricultura. La supresión anunciada del glifosato será mucho más eficaz si
alternativas sostenibles sobre los planos agronómicos, medioambientales y
económicos son desarrollados. Suprimir
es una cosa, proponer alternativas es mucho mejor. Ese es sin lugar a dudas el verdadero
desafío de los actores de la agricultura en los próximos años.”
Desde la publicación de este artículo, han ocurrido
muchas cosas, respecto al glifosato, desde el anuncio estruendoso por el
ministro francés del voto negativo de Francia, hasta el anuncio, por el mismo
ministro de una proposición de renovación para un periodo más corto, para tener
tiempo de encontrar alternativas. También hemos visto la OMS anunciar que el
glifosato es probablemente no cancerígeno, contradiciendo la clasificación de
su propia agencia, el CIRC.
Hemos visto todas las agencias de seguridad alimentaria
del mundo, y todos los científicos no comprometidos (sin financiación privada
ni presión política o ideológica) clamar alto y fuerte que el glifosato, en
condiciones normales de empleo, no presenta ningún riesgo ni para la salud, ni
para el medioambiente.
También es cierto que es muy difícil saber (y desde luego
esta cuidadosamente calculado), entre los miles de estudios publicados, cuales
son objetivos (una minoría), y los que son financiados por un lado o el otro (o
cuyos comités científicos son orientados, como fue el caso del CIRC), y que son
mayoría.
El dosier del glifosato es un dosier trucado, manipulado,
falsificado desde el principio. Este herbicida, el más utilizado en el mundo y
también el más inocuo (según todos los estudios neutrales) se ha convertido en
el chivo expiatorio, símbolo involuntario de la lucha contra los OGMs y contra
Monsanto (a pesar de ya no ser propietario de la molécula desde 17 años, y de
sacar solo +/- 15% de sus beneficios https://www.fool.com/investing/2016/05/26/how-much-money-does-monsanto-make-from-roundup.aspx),
convirtiéndose en la diana de una amplia manipulación ideológica.
Podríamos debatir durante horas sobre los motivos de esta
inverosímil propaganda, empleando hábilmente todos los medios puestos a su
disposición (radio, televisión, peticiones, manifestaciones, redes sociales y
más), digno de los más oscuros momentos de las peores dictaduras de la historia
reciente, o más cerca de nosotros, de los peores movimientos ciudadanos o
independentistas como últimamente el de Cataluña (muy hábil en su papel
pervertido del David catalán contra el Goliat español), o también el Brexit.
Cartel de propaganda china de la época de la Gran
Revolución Cultural Proletaria, enseñando los intelectuales como responsables
de los males del país.
Recordemos, para que las cosas queden bien claras, esta
declaración de Bernard Url, director ejecutivo de la EFSA, que explicaba, el 1
de diciembre de 2015, ante el parlamento europeo, para explicar la posición de
la EFSA :
“La
carta de 96 personas ha sido señalada muy a menudo. Para mí, es un buen ejemplo
de la diferencia entre los métodos de trabajo de las dos organizaciones. Trabajamos
sobre el glifosato con 100 científicos de los Estados Miembros. Ven las
pruebas, contribuyen, cuestionan, participan a teleconferencias – es el
procedimiento de la revisión por homólogos – y es con este conjunto de 100
científicos que hemos podido producir un resultado.
No
hemos pedido a esos científicos de firmar una carta, que les guste el resultado
o no. Un miembro del Parlamento lo ha expresado de manera muy justa. Dijo: “96
científicos se sienten incomodos frente a la opinión de la EFSA”. Y es precisamente
de lo que se trata. Personas que no han contribuido a los trabajos, que
probablemente no han visto las pruebas, que no han tenido tiempo de entrar en
detalles, que no están implicadas en el proceso, han firmado una carta de
apoyo.
Siento decirlo, pero con esta carta, salen del campo de la ciencia,
entran en el campo del lobbying y de las campañas (“campaigning”), y no es la manera que tiene la EFSA de trabajar. Para mí, esto es la
señal de que estamos entrando en la edad Facebook de la ciencia. Tenéis una
evaluación científica, la ponéis en Facebook y contáis cuantas personas dicen
“me gusta”. Para nosotros, no es un progreso. Nosotros, producimos una opinión
científica, la defendemos, pero no tenemos que tomar en cuenta si gusta o no.”
Es un auténtico problema. Si un informe científico va al
revés de la opinión pública, que en general enfoca los problemas sobre el
ángulo afectivo, es enseguida vilipendiado, mediáticamente destruido, y los
científicos (así como sus apoyos y defensores) sospechados o claramente
acusados de haber sido corrompidos por alguien.
Estamos
cayendo en una decadencia que toma el camino de arruinar nuestra civilización.
Pero esa no es la cuestión.
En lo que al glifosato se refiere, el daño está hecho.
Sera muy difícil volver atrás. Acuérdate del caso Alar, que sin embargo tuvo
lugar mucho antes de la existencia de las redes sociales y de la gran moda de
las “peticiones ciudadanas”. Nos encontramos en una situación de manipulación
de la opinión, pero mucho más grave. http://culturagriculture.blogspot.com.es/2015/02/38-el-caso-alar.html
La cuestión ya no es de saber si el glifosato será
prohibido o no, tarde o temprano lo será. Es más bien de saber cómo los
agricultores se van a tener que adaptar a su desaparición, legal o exigida por
los mercados, demasiado asustados por la opinión de los consumidores,
susceptibles de ir a otras tiendas si se enteran de que sus alimentos han sido
cultivados con glifosato.
Porque no me hago muchas ilusiones. Me espero ver el
glifosato, hasta ahora autorizado en todos los reglamentos de clientes (excepto
para la producción ecológica, por supuesto), pasar al estatuto de desaconsejado
o prohibido, con o sin justificación legal.
Pero los futuros productos de sustitución del glifosato,
que obviamente llegarán, costarán del orden de 5 a 6 veces más caro. Es normal,
es la regla. Pero cambia considerablemente el fondo del problema para los
agricultores, que ya tienen a menudo muchas dificultades para rentabilizar su
trabajo.
Por lo tanto es urgente encontrar alternativas. Esperemos
de la Comisión Europea tendrá la inteligencia de no abandonar esta molécula en
un plazo demasiado corto, y sabrá favorecer la investigación de métodos
alternativos.
Un muy interesante artículo sobre el tema ha sido
recientemente publicado en el periódico cristiano “La Croix” https://www.la-croix.com/Sciences-et-ethique/Sciences-et-ethique/Comment-passer-glyphosate-2017-10-03-1200881487
Podemos leer el interesante testimonio de un joven
agricultor francés, profundamente convencido e implicado en un nuevo concepto
de agricultura. Trabaja el tema desde mucho tiempo y explica:
“Me
dijeron que era loco, que no podía tener éxito. Pero después de varios de trabajo
y de ajustes, ya está: tuve buenos resultados e año pasado, espero poder
confirmarlos, pero tengo confianza”.
Sin embargo, es consciente de la dificultad de esta
transición:
“No
he llegado hasta eso de un día para otro. Y si estoy convencido de que podremos
finalmente evitar el uso de herbicidas gracias a las cubiertas vegetales, una
prohibición brusca sería un error.”
Que mis lectores no europeos lo tengan claro. Si el
glifosato queda prohibido en la Unión Europea, primer mercado de alimentos en
el mundo, el resto del mundo también lo hará, a más o menos largo plazo.
La búsqueda de soluciones alternativas permitirá
salvaguardar las técnicas de agricultura virtuosa, como la agricultura de
conservación y la producción integrada.
No
hay derecho, por oscuros motivos ideológicos, cuestionar todo lo que es una
garantía de seguridad alimentaria, de calidad y de seguridad de los alimentos,
y de reducción de los efectos de la agricultura sobre el calentamiento global.
La agricultura europea es la más productiva, la más sana
y la más respetuosa del mundo. Se viene de todas partes del planeta para
aprender los métodos y las técnicas empleadas.
Seguirá su evolución y se adaptara a todas las situaciones,
como siempre lo ha hecho. Pero cualquier cambio profundo requiere tiempo,
formación, costes, investigación, inversiones.
Muchas preguntas, cruciales, quedan por aclarar, muchos
puntos esenciales no han probablemente sido estudiados, o no lo suficiente.
¿Podría la agricultura europea perder en competitividad
frente a la competencia no comunitaria?
¿Aceptarán los actores de los canales comerciales de los
alimentos, el juego del aumento de los costos, respetando los precios de costes
de los agricultores?
¿Están los consumidores dispuestos a aceptar un probable
aumento de los precios de sus alimentos?
¿Preferirán los mercados, comprar productos no
comunitarios, más baratos pero a menudo menos seguros, con el fin de mantener
sus márgenes sin aumentar los precios al consumo?
El
futuro de la calidad de los alimentos en la Unión Europea está en juego, pero
pocas personas parecen darse cuenta de ello.
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