EL ESPÍRITU DE LAS PLANTAS – BAJO INFLUENCIA
El asunto de hoy casi es fuera de tema, pero me parece
interesante clasificarlo en esta serie.
Es que ocurre a veces que plantas no tengan un
comportamiento normal, ni siquiera coherente, porque pueden haber sido puestas
bajo influencia, pueden mostrar comportamientos contra su naturaleza, y aparece
que no lo pueden evitar, que “actúan contra su voluntad”.
Un artículo recientemente publicado en el periódico
digital The Conversation en su versión francesa, y redactado por Véronique
Brault, directora de investigación en virología en el INRA (Instituto Nacional
francés de Investigación Agronómica) , con la participación de Simon Bourdin,
estudiante en master “comunicación científica” en la universidad de
Estrasburgo, nos explica como determinados virus, para asegurar su propagación,
son capaces de interferir en el comportamiento de sus huéspedes, y en el caso
que nos preocupa, de las plantas que los albergan.
“Estos virus que manipulan las plantas
12 de
Octubre de 2018
Ratones
que ya no temen a los gatos, crustáceos que se dejan flotar en la superficie
del agua en vez de quedar escondidos por debajo de la piedras, hormigas que se
disfrazan de bayas para que las aves las devoren, humanos que emiten olores que
atraen a los mosquitos… estos comportamientos inesperados, que a veces parecen
un suicidio, parecen casi de fantasía.
Sin
embargo son presentes en la naturaleza, y todos tienen un punto en común: son
el resultado de infecciones parasitarias. Es que numerosos parásitos llamados “manipuladores”
son capaces de alterar el comportamiento e incluso la fisionomía de su huésped
para hacer más fácil su supervivencia y su propagación.
Las
plantas no son diferentes. Los virus que las contaminan se muestran a menudo
muy ingeniosos para compensar su inmovilidad, usando para esto organismos
intermediarios móviles denominados vectores.
La
unidad de virología del INRA de Colmar ha recientemente podido poner de
evidencia un caso de manipulación de la planta Camelina sativa por el virus
TuYV (Turnip Yellows Virus). Este virus tiene la particularidad de ser
transportado de planta en planta únicamente por un vector aéreo, el pulgón. En
consecuencia, el virus se propaga de modo más efectivo si los pulgones están
atraídos hacia las plantas infectadas antes de que las mismas mueran de la
infección.
Hacer que la planta sea más sabrosa
Los
investigadores han demostrado que el TuYV provoca en la planta la emisión de
olores que atraen al pulgón. El mismo virus modifica también la composición
química de la planta, haciéndola más apetecible – es decir más sabrosa- para el
pulgón. Ya que dispone de un alimento más adaptada, este se alimenta más e
ingiere por lo tanto una mayor cantidad del virus, lo que es un beneficio neta
para el parásito que puede acumularse en el pulgón y ser más fácilmente
propagado hacia nuevas plantas.
Existen
muchos ejemplos de semejantes “manipulaciones” de las plantas por los virus, y
los estudios revelan que esas alteraciones de la planta inducidas por el virus
pueden variar según el virus y según el modo de transporte por los vectores.
Por
ejemplo, el TuYV es un virus llamado “circulante”: para que sea eficazmente
transmitido, el pulgón debe aterrizar en la planta infectada y alimentarse de
manera prolongada para ingerir el virus que circula por la savia. El patógeno
esta vehiculado con la sabia en el tracto digestivo del insecto, luego
atraviesa las células del intestino, antes de llegar a las glándulas salivares,
de donde será inyectado a una nueva planta.
Los
virus circulantes tienen interés en
inducir modificaciones en la planta para poder atraer los pulgones y estimular
su alimentación.
Ilustración
enseñando la atracción de los pulgones por las Camelinas infectadas, y no las
Arabidopsis infectadas. Véronique Brault/INRA
Optimizar la transmisión
Existe
otra estrategia de virus de planta, llamados “no-circulantes”, que no
atraviesan las células del insecto pero se mantienen en el aparato bucal a
nivel del estilete o del esófago del vector.
En
este grupo se encuentra por ejemplo le CMV (Cucumber Mosais Virus), también
transmitido por un pulgón. Este virus provoca en las plantas infectadas la
producción de sustancias volátiles que atraen a los pulgones pero reduce la
calidad nutricional de la planta, obligando los pulgones a emigrar rápidamente.
Esos
dos fenómenos contrastados son perfectamente adaptados al modo de transmisión
del CMV. Este último solo requiere breves picaduras en las células
superficiales de la planta para que el vector se quede con él. El virus
optimiza su proceso de transmisión llamando el pulgón a aterrizar en las
plantas infectadas, luego empujándoles a irse rápidamente después de solo
haberlas probado.
Más
sorprendente aún, ha sido observado que pulgones de la especie Rhopalosiphum
padi portadores del virus BYDV (Barley Yellow Dwarf Virus) prefieren las
plantas no infectadas, cuando los pulgones no portadores del virus son atraídos
por las plantas infectadas (Ingwell y coll., 2012).
Este
ejemplo demuestra que el virus puede no solo manipular indirectamente la planta
para atraer el pulgón, pero también actuar directamente en los pulgones para
modificar su comportamiento.
En la pista de las moléculas involucradas
Estas
observaciones levantan muchas preguntas todavía sin resolver.
¿Porque
estos ejemplos de manipulaciones no se aplican a todas las plantas infectadas
por un mismo virus?
¿Por
qué existen también variaciones de comportamiento según la especie de pulgón
considerada incluso frente a una misma planta infectada?
Los
estudios en curso intentan identificar las moléculas en la planta infectada
responsables de los cambios de comportamiento de los vectores, que se trate de
compuestos que atraen a los pulgones o de los que la hacen más atractiva. Esta
identificación permitiría considerar nuevos métodos de lucha destinados a
inhibir la producción de las moléculas en cuestión por las plantas infectadas,
para que estas pierdan este poder de atracción para los pulgones.
Hoy
por hoy, el empleo de insecticidas sigue siendo el mejor método para los
agricultores para reducir las poblaciones de los vectores y limitar las
pérdidas debidas a los virus que transportan.
Un
nuevo método de lucha basado en la no-atracción, o incluso en la repulsión de
los pulgones permitiría la reducción de la propagación de los virus en el
campo. Para parar la dispersión de los virus circulantes, también se podría
pensar en la selección de variedades de plantas que producen naturalmente
cantidades pequeñas o nulas de los compuestos responsables de la ingestión
prolongada de savia necesaria a la adquisición de esos virus.
La
comprensión de los mecanismos finos que permiten a los virus transmitidos por pulgones
de manipular u planta huésped para ayudar a su transmisión representa un frente
científico prometedor para la elaboración de nuevos métodos de lucha más
respetuosos de la salud humana y del medioambiente.”
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