ORGULLOSO DE SER
AGRICULTOR
He recibido a finales de
febrero, uno tras el otro, tres artículos franceses que me han llamado la
atención, y que me parece interesante poner en paralelo.
El primero, publicado el
17 de febrero en challenge.fr, se titula “La agricultura francesa ¿está
enferma?”
El segundo, publicado por
Franck Gintrand el 21 de febrero en slate.fr, se titula “Surrealista Salón de
la Agricultura”
El tercero, publicado por
Marion Desreumaux el 27 de febrero en delitsdopinion.com es “A los franceses
¿les gusta los agricultores, pero no tanto la agricultura?”
Creo que lo que está
ocurriendo en Francia puede ser ampliado a muchos países industrializados, y
aunque el fenómeno no tiene la misma intensidad en todos, es muy probable que
lo veamos ampliarse en los próximos años, salvo que la agricultura, los agricultores
y los organismos y sindicatos agrícolas sean capaces de cambiar esta tendencia.
Observamos primero, en
challenges.fr, que “en 2014, los ingresos
de los agricultores deberían retroceder en 5%, hasta los 24.400 euros, según
las primeras previsiones.
Los
ganaderos siguen teniendo la peor situación. Por ejemplo los ganaderos de
bovinos han visto sus ingresos caer en más de 20% hasta los 14.500 euros por
año.
Pero
este año, dos sectores se reúnen con los ganaderos en la categoría de
agricultores peores remunerados. Primero los fruticultores que ven una caída de
sus ingresos de más del 55% hasta los 13.400 euros. La culpa la tiene una
producción de melocotones y de albaricoques elevada con precios a la baja, la
competencia española tirando los precios hacia abajo.
Pero
sobre todo son los productores de cereales, hasta ahora considerados como los
ricos del mundo agrícola, que padecen la caída de los precios de los cereales.
Deberían ver en 2014, una caída de sus ingresos del 40% aproximadamente, hasta
los 11.500 euros anuales.
En
este triste panorama, solo los viticultores y los productores de leche escapan
del desastre.”
Primera
constatación, los agricultores a menudo viven mal, con unos ingresos modestos o
malos.
Porque se vive mal en
Francia con 14.500 euros por año, peor aún con 13.400 euros, pues ¿qué decir de
los 11.500 euros, que son menos de 1.000 euros al mes?
Se sabe que los años se
siguen y no se parecen entre sí. A menudo es cierto, pero a veces no lo es. A
veces, sí que se parecen.
Siempre los hay que
escapan mejor, y que son los que sirven de ejemplo de éxito, o incluso de
riqueza. Sin embargo, la realidad es la descrita en el artículo de
challenge.fr.
La
agricultura francesa, y europea en su conjunto está atravesando un periodo muy
difícil.
El artículo no habla de
las enormes diferencias de precios que existen entre el precio pagado al
agricultor, y el precio pagado por el consumidor. El tema sin embargo aparece
en los comentarios. ¿Cómo el consumidor, cuya parte del presupuesto dedicada a
la comida no para de aumentar, puede entender que el agricultor lo está pasando
aun peor? Actualmente, quiero decir durante el invierno 2014-2015, las patatas
se pagan 4 céntimos/kg al agricultor, y las naranjas 7 céntimos/kg. Con esos
precios, el agricultor no cubre sus gastos y no tiene otra posibilidad que de
aumentar su endeudamiento para poder seguir adelante.
Esos mismos productos,
pagados a unos precios escandalosamente bajos, se venden en tienda, al
consumidor, entre 20 y 40 veces el precio de origen. Es inaceptable.
¿Cómo
el sistema ha podido viciarse hasta el punto que los dos únicos eslabones
imprescindibles de la cadena, es decir el productor y el consumidor, sean las
únicas víctimas?
Todos los otros eslabones (empresas de envases, de control, de transporte,
actores comerciales, mayoristas, menoristas, grandes superficies) viven
correctamente, incluso bien o muy bien.
¿Cómo los gobiernos
pueden dejar que se prolongue una situación que perjudica a casi todo el mundo,
incluso al propio estado?
Porque cuando baja el
poder adquisitivo, la alimentación se convierte en la primera necesidad, y es
el conjunto del consumo que se reduce.
Sin contar que un
agricultor, con unos ingresos tan bajos, queda condenado a vivir en autarcía,
deja de invertir, y dejar de consumir.
Y todos se sorprenden de
constatar que la economía de los países industrializados está estancada.
Luego, en
delitsdopinion.com, descubrimos que varias encuestas de opinión sobre
agricultura se acaban de publicar:
“En
un reciente sondeo Harris Interactive para Groupama realizado por el Salón de
la Agricultura de Paris, 72% de los franceses indican tener una buena imagen de
los agricultores. Pocas actividades pueden enorgullecerse hoy, de una tan buena
opinión. Se apoya principalmente en la representación del valor “trabajo” (90%
de los franceses estiman que los agricultores trabajan mucho) y del sentido de
la dedicación (74% consideran que representan bien este valor) , así como de
una combinación de defensa del patrimonio (76% los designan como garantía del
patrimonio natural del país) y de modernidad (84% piensan que han sabido
integrar las nuevas tecnologías en su actividad). Cerca de los 2/3 de los
franceses (64%) llegan a decir que los agricultores deben ser considerados como
un ejemplo. Misma tonalidad en un sondeo Odoxa para el periódico Le Parisien
que un nivel de “buenas opiniones” del 82%. Los agricultores son considerados
útiles (96%9, de valientes (94%), de apasionados (90%) y de simpáticos (73%).
La
típica imagen del alimentador, duro trabajando, cultivando el granero de
Francia, o criando ganado para llenar nuestros platos, persiste y contribuye a
la identidad de nuestro país. Es probablemente el motivo por el que tantos
responsables políticos se apresuran en los pasillos del Salón de la Agricultura.
Además, el trabajo del agricultor se asocia con un importante sentido del
sacrificio: el hecho de no contar las horas, de no coger vacaciones...a menudo
con unos ingresos que se consideran no estar a la altura de los esfuerzos
hechos. En este marco seria mal venido criticar a los agricultores de los que
nuestro país no puede prescindir. Y es bienvenido promover la implicación o una
forma de abnegación.”
Está bien, los franceses
tienen una opinión muy positiva y virtuosa de los agricultores y de los valores
que representan, y así tiene que ser. Mal remunerados, pero útiles (!!!),
valientes, y simpáticos.
Seamos orgullosos. Pero,
¿nos sirve de algo?
Porque no todo es bonito.
“En
la cuestión de las ayudas, los franceses se muestran bastante ambivalentes. Es
cierto que 47% de los franceses describen, en el sondeo de imagen de los
agricultores del instituto Ifop para Dimanche Ouest France, los agricultores
como “asistidos”, es decir dependientes de las ayudas públicas (+3 puntos con
respecto a 2014). Pero esta cifra había alcanzado el 61% en 2006. Y una mayoría
quiere que las ayudan se mantengan, o incluso que sean aumentadas. El 76%
indican que hay que “seguir ayudando la agricultura para mantener una Francia
rural”.
Con
respecto a la seguridad sanitaria, 51% de los franceses denuncian en la
encuesta Odoxa, una profesión que consideran insuficientemente atenta a este
problema. En el estudio Harris Interactive, casi un francés de cada tres estima
incluso que la agricultura no es efectiva para reducir los riesgos en materia
de seguridad alimentaria para el consumidor (trazabilidad de los productos,
labelización…). En el sondeo Ifop, si una mayoría de los franceses considera
que puede confiar en los agricultores, esta proporción baja 3 puntos desde
2014, y 13 puntos desde 2003. Además, los franceses solo son este año, el 52% a
pensar que los agricultores son respetuosos con su salud, contra 59% en febrero
del 2014, y 69% en 2013. Esta clara degradación preocupa.
Y
sobre todo, para terminar, en la encuesta Harris Interactive, 61% de los
franceses consideran que la agricultura no es efectiva para luchar contra la
contaminación de las aguas, del aire y de los suelos. En el sondeo Odoxa, 64%
estiman que la agricultura no es suficientemente atenta al medio ambiente, lo
que representa una bajada de 5 puntos desde 2014 y de 12 puntos desde 2012. El
impacto de la agricultura sobre el medio ambiente constituye un potencial punto
de crispación entre los franceses y los agricultores.”
¡Vaya, vaya! En realidad el agricultor es un pobre útil
valiente virtuoso simpático contaminador, peligroso y asistido. El retrato
avanza, pero se vuelve caricatural. Solo puede uno preguntarse qué clase de
ser extraño aparecerá.
Menos mal, el Salón de la
Agricultura de Paris ayudara a reconciliar la población con su agricultura. ¿De
verdad?
https://img.20mn.fr/SpRXTqi7ThSY13ddw361Yw/830x532_eleveur-vaches-salers-salon-agriculture-paris-fevrier-2011.jpg
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“El
Salón capitaliza sobre una imagen simpática y amena, la de un acontecimiento
emblemático y mediático. Una imagen surrealista también, a muchas leguas de la
agricultura moderna. A pesar de la pequeña visita tradicional del Presidente de
la República y del conjunto de la clase política, el Salón persiste en mantener
este surrealista desfase entre la visión de una ruralidad que ya es marginal, y
de las realidades de un mundo agrícola que ha efectuado un giro tecnológico
impresionante.
Está
claro que los organizadores no son totalmente inconscientes del hecho. Han
justamente elegido el tema de “la agricultura en movimiento” para esta edición
2015, para promover las técnicas científicas modernas utilizadas por la
profesión. Pero obviamente la elección del tema solo fue una formalidad
rápidamente olvidada. En la página web del Salón, se encuentran, junto con este
tema, las rúbricas habituales como son “Me gustan los animales”, “Bar y
bodega”, “Productos de la tierra”, “Concurso general agrícola”… Sin contar que,
una vez más este año, el espacio reservado a los animales aumenta.
Un
Salón que miente a consciencias sobre la realidad de la agricultura moderna.
Una
imagen casi fuera del tiempo… Sin embargo, la agricultura ha hecho cambios
gigantescos. Y a pesar de lo que dicen sus detractores, no se limita al debate
sobre el uso de fertilizantes o el desarrollo de las OGMs. ¿Quién lo dirá, si
los propios agricultores no están convencidos, si son tetanizados, acomplejados
hasta el punto de esconderse detrás de esta fachada de otros tiempos?
En
pocos años, los agricultores han pasado de una agricultura tradicional a una
agricultura intensiva y a una agricultura de muy alta precisión. Gracias a
sistemas de guiado por satélite, ya no se conduce un tractor como ayer. Gracias
a los sistemas de información, no se ordeña una vaca hoy como todavía se hacía
en los años 90.
Más
decisivo es el uso de modelizaciones matemáticas para optimizar la explotación
de un campo, la importancia de la biología molecular, del control integrado de
plagas y de la selección vegetal para proteger los ecosistemas de las amenazas,
o de la genética moderna para entender mejor la fisiología de un animal, la
arquitectura de las redes de riego que hoy permiten cultivar trigo casi en
cualquier sitio, hasta en el desierto… ¿Y qué decir de las evoluciones
destinadas a ahorrar agua, mejorar el bienestar animal, concebir productos mejor
adaptados a la demanda y a las exigencias de la vida moderna? Si, son esas
realidades que hay que atreverse valorizar, ya que todos estos aspectos están
en el centro de la actividad del agricultor y del ganadero de los países
desarrollados.
De
hecho, es gracias al control de estos profundos cambios que nuestra producción
agrícola se mantiene a la cabeza de la Unión Europea, con el 18%, bastante por
delante de Alemania, España e Italia, que se encuentran en unos 12%. Francia es
uno de los países que tienen la mejor productividad por cabeza y de
rendimientos de cereales del mundo, con Estados Unidos, Australia y Brasil.
Nuestro sector agroalimentario sigue siendo competitivo a nivel internacional,
con un balance positivo desde los años 70, incluso en los últimos años marcados
por la crisis.
Entonces,
¿Cómo explicar que el Salón de la Agricultura no les dé mayor visibilidad a
esos avances tecnológicos y a las máquinas innovadoras que han permitido estos
resultados? Se haría casi seguro por la mayor alegría de los niños, y
probablemente de sus padres, al igual que la suavidad de la lana de una oveja o
el sabor de un salchichón regional.”
Entramos aquí en un
registro distinto, sin embargo muy estrechamente vinculado con los artículos
anteriores.
Parece que existe cierto
complejo, una manera de timidez, en el mundo agrícola.
Quizás
sea originado por la presión descomunal e injustificada que le pesa encima, combinación casual e insidiosa de:
-una forma aproximada de
ecologismo difuso en la población, a menudo inculta sobre agricultura y ciega
en cuanto se le hable de medio ambiente,
-el miedo irracional del
envenenamiento, fuertemente aprovechada por los lobbies ecologistas, y
ampliamente apoyada por las administraciones públicas, cuando el riesgo, nunca
ha sido tan bajo desde que el mundo existe,
-cierta torpeza de los
organismos agrícolas, no siempre en acuerdo en ellos para hacer frente común en
la defensa de “cierta idea de la agricultura”, cada deseando sacar provecho de
la situación,
-un populismo evidente de
la clase política, para la cual 5.6% del empleo y 3,5% del PIB no siempre pesan
mucho en la báscula político-electoral, aunque “tantos responsables políticos se apresuran en los pasillos del Salón
de la Agricultura”,
-de la impotencia de los
organismos científicos y técnicos agrícolas, a menudo limitados, o por la
orientación “políticamente correcta” de sus proyectos, o por unos presupuestos
excesivamente reducidos, o incluso sospechados de parcialidad por haber tenido
que buscar financiación a través de empresas privadas, para poder mantener su
actividad y los empleos que de ella dependen.
“¿Y
si los agricultores asumían su actividad con orgullo?
La
apuesta es interesante ya que se trata de una formidable aventura científica y
humana. Por desgracia, la opinión pública no se da cuenta y sigue desconfiando
de la tecnología agrícola, entre controversias éticas sobre los OGMs y las
derivas de algunas grandes multinacionales implicadas en la “Revolución Verde”.
¿Pero como culparla si el Salón, que es la única ocasión de celebrar la
agricultura en Francia, no cumple con su misión de educación y de información,
como lo hace, por ejemplo el Mundial de la Agricultura y de la Ganadería de la
SIMA, por desgracia demasiado desconocido?
Tal
ambición no es inaccesible. Los responsables del Salón, quizás temen un déficit
de público si cambian su estrategia, pero no deberían ser tan tímidos. En
Estados Unidos, el Museo de las Ciencias y las Industria de Chicago tiene un
notable éxito, precisamente por su capacidad de proponer experiencias concretas
y lúdicas a un público familiar, en un universo agrícola revisado, y que
presenta las proezas a veces increíbles que nuestros sistemas productivos
demuestran diariamente.”
El
público podría de esta manera ver la evolución muy real de la agricultura,
entender sus metas, constatar que los agricultores ya no son esos
contaminadores peligrosos y asistidos que se les presenta frecuentemente.
Es que creo que es muy
reductor y contra-productivo mantener, en la mente del público, año tras año,
la imagen del agricultor solo como la del campesino a la antigua, en su traje
tradicional, con, en los salones, los concursos de ganado y las catas de vinos,
quesos y chacinas como principal atractivo.
No digo que hay que
eliminarlos, esta imagen simpática, artesanal y tosca participa a una opinión
globalmente positiva. Pero, como lo dice el artículo, deberían ser más presentes los numerosos aspectos de gran modernidad y
de nuevas tecnologías de los que la agricultura se puede enorgullecer.
La agricultura de
precisión es cada vez más una realidad, y también es uno de los principales
medios de los que dispone para cumplir con los objetivos productivos y medio
ambientales que se le presentan.
No debemos olvidar
también que la agricultura es un sector altamente estratégico. Es a la vez
-una moneda de cambio: se
intercambian productos industriales contra productos agrícolas con los países
con pocos recursos,
-un arma geopolítica:
basta con ver lo que está ocurriendo en el conflicto entre Ucrania y Rusia: en
protesta contra las medidas de represión, Rusia cerró sus fronteras a los
productos alimenticios procedentes de los países apoyando esas medidas. El
resultado es una crisis agrícola por exceso de producción,
-una herramienta de
control medio ambiental, permitiendo el mantenimiento de numerosos equilibrios
naturales, al revés de lo que nos quieren hacer creer. Imaginad solamente las
Landas (antigua zona apantanada del sur de Francia) sin agricultura y sin
silvicultura. Veríamos el regreso del paludismo, para solo dar un ejemplo,
-una base imprescindible
de la industria y el artesanado, por abastecimiento de muy numerosas materias
primas (ver al respecto, mi artículo nº30 “¡Están por todas partes!” de
septiembre 2014).
Dejar
de lado a la agricultura, como parece que la Unión Europea lo quiere hacer, es
también, y sobre todo tomar el riesgo de dejar desaparecer el saber hacer y el
conocimiento de numerosos agricultores, agrónomos y técnicos agrícolas que,
arruinados o cansados de hacer tantos esfuerzos sin resultado, se reciclan, o
se van a otros países, muchas veces en desarrollo, que saben valorar sus
competencias.
Los agricultores tienen
que aprender a hacer conocer su trabajo a consumidores que no tienen ni idea,
simplemente, enseñando y explicando la realidad, con el apoyo de organismos
oficiales y científicos. La agricultura ha hecho su metamorfosis (ver mi
artículo nº2 “metamorfosis” de enero 2014), pero ¿Quién, a parte de los propios
agricultores, lo sabe?
Una comunicación dirigida
al consumidor solo puede tener efectos positivos sobre su opinión, y por efecto
indirecto, sobre el consumo.
La agricultura en su
conjunto tiene mucho que ganar, pero aún hace falta encontrar la buena manera
de hacerlo.
Tenemos
que ser orgullosos de ser agricultores. Seamos orgullosos del trabajo difícil que realizamos a
diario para que la población pueda tener a su disposición una alimentación
abundante, diversificada y sana.
Un acontecimiento
reciente y escandaloso me dio la razón antes de publicar este artículo, será el
tema de mi próxima publicación.
Buen articulo, quiero sacarme un titulo profesional con este curso de fruticultor, pero no se si esta modalidad de estudiar a distancia es la mejor forma para entrar al mercado laboral. ¿Tienen idea que tal es conseguir empleo por esta vía?
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