mercredi 7 septembre 2016

88- Calidad -4- La conservación - ¿Para qué?

CALIDAD – LA CONSERVACIÓN - ¿PARA QUÉ?

Existe una fuerte polémica, en países industrializados, sobre la conservación de los alimentos, y sobre las técnicas que implica.
Sin embargo es un factor primordial, no tanto de calidad, sino de mantenimiento de la calidad en sus distintas facetas.

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Es importante comprender que la conservación es un aspecto esencial, no de lujo en la alimentación, sino de equilibrio nutricional, y también para reducir considerablemente el desperdicio de alimentos. Sin esas posibilidades, tendríamos que alimentarnos en invierno de pan, de castañas y de lentejas. Una gran parte de esas reservas se pudrirían durante los inviernos húmedos, seguiríamos soportando periodos de hambruna. Nuestros antepasados lo han hecho durante siglos, es cierto, pero curiosamente, al menos en los países industrializados, la esperanza de vida ha pasado de ser de poco más de 40 años, a unos 80 años, en el intervalo de un siglo y medio.
Los países mas pobres, que no han alcanzado todavía este nivel de modernización, y no disponen de las mismas mejoras, especialmente de los equipos de conservación, siguen teniendo una esperanza de vida muy corta, importantes desequilibrios nutricionales, una mortandad infantil enorme, hambrunas frecuentes y mortíferas, y, es importante recordarlo ya que tiene una relación muy directa, una instabilidad política importante y numerosas situaciones de guerra.
El equilibrio alimenticio durante todo el año juega un papel importante en esta considerable mejora de situación, conjuntamente con las vacunas, la higiene, le medicina y el confort.

Pero creo que es bueno recordar un punto esencial sobre la conservación de los alimentos y sobre la calidad.

El ser humano, especialmente el urbano, poco acostumbrado al contacto con la Naturaleza (incluso si es “agricolizada”), no se pregunta saber si es natural conservar un alimento. La respuesta es muy clara. Los alimentos en su mayoría, no están “concebidos” para ser conservados cuando llegan a su punto óptimo de consumo, ya que en ese preciso momento, han terminado su ciclo, han llegado al final de su utilidad para la planta, y la Naturaleza tiene previsto destruirlos, para que entren en otra fase de utilidad: el consumo por otros miembros de la comunidad viva.

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La planta ya solo los necesita para la diseminación de las semillas, en lo que se refiere a frutas, frutos secos, cereales, garbanzos y habichuelas, o para aprovechar las reservas acumuladas para otros fines (zanahoria para la floración, patata para la nueva generación, etc.). Total, cuando el alimento esta en su punto, esta previsto, por la Naturaleza, que se degrade muy rápidamente.


La vida ha cambiado. No es “natural” ir de compras una vez a la semana o menos, y exigir que los alimentos comprados el sábado sigan igual de bonitos y buenos el viernes siguiente, después de haber soportado condiciones de conservación mediocres o malas.
Antaño, las frutas y hortalizas se cogían cada día, a lo sumo cada dos días. Los animales se mataban según las necesidades.
Las técnicas de conservación aparecieron con las salazones, el secado y la cocción. En los países nórdicos, se sabía que los alimentos se conservaban mejor en invierno que en verano, gracias a la acción del frío.

Esos criterios sencillos, empíricos, adquiridos a lo largo de los siglos han dado lugar, gracias a la revolución industrial, luego a las tecnologías mas recientes, a progresos fantásticos en posibilidades de conservación.

Un alimento es capaz de ser conservado solo gracias a los esfuerzos de selección del vegetal y a las tecnologías que se le aplica. Esos dos puntos esenciales siguen una evolución permanente.

Pero después de la compra por el consumidor, en general, al alimento, solo le quedan pocos días de supervivencia posible. Todos los altibajos de temperatura que soporta en la tienda y después, reducen a nada todos los esfuerzos realizados anteriormente para mantener la cadena de frío, desde la cosecha hasta la tienda.

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No es una casualidad que una tercera parte del desperdicio de alimentos, se produce se produce en el ámbito del hogar. No olvidemos que representa la asombrosa cantidad de cerca de 100 kg por persona y por año en los países industrializados, de alimentos comprados, llevados hasta el hogar, y tirados sin haber sido consumidos. Es colosal, y proviene en su gran mayoría de problemas de conservación, no siempre fáciles de resolver.

Aunque el tema sea polémico, la conservación de los alimentos sigue siendo un punto crucial para la seguridad alimentaria mundial, en la que numerosas investigaciones son todavía necesarias. Es urgente poner a punto las tecnologías que permitan aumentar la vida útil de los alimentos después de la recolección, para optimizar su consumo y minimizar el desperdicio, mientras se maximiza las cualidades nutricionales en la fase de conservación.
Hay que hacer esos esfuerzos especialmente en las últimas fases, la puesta a la venta, y la conservación doméstica, ya que son los puntos más críticos y los menos dominados.
Las fases anteriores son globalmente controladas, pero hay que seguir desarrollando métodos no polémicos para conseguirlo (encontrar formas de sustitución de los fungicidas de conservación, por ejemplo), y a generalizar su implantación en los países pobres.

La conservación es un punto crucial para el futuro, en la medida en que permite reducir considerablemente el desperdicio de alimentos, con lo que permite reducir el impacto medioambiental de la producción agrícola.
Mira lo que decía en mi articulo nº1, hace ya casi 3 años http://culturagriculture.blogspot.fr/2014/01/desperdicio-de-alimentos.html
Si consideramos que 33% de los alimentos producidos en el mundo (y 45% si solo hablamos de frutas y hortalizas) se desperdician y se pierden antes de su consumo, cuando “tan solo” 12% de la población mundial sufre malnutrición, la resolución del desperdicio, en teoría, responde por sí sola dos inmensos problemas de la humanidad:
-               El hambre en el mundo en el nivel que tenía en el momento del informe de la FAO, es decir en 870 millones de personas afectadas,
-               El aumento de la población mundial durante los 20 o 30 próximos años, es decir que producimos suficientemente alimentos para que coman adecuadamente 8.600 millones de seres humanos, incluso si se mantiene el sobreconsumo de los países más ricos.
La conservación representa la mayor parte de las causas de desperdicio, por falta de estructuras en los lugares de producción, y por mala gestión de la cadena de frío.

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Los progresos a realizar deben ser centrados en prioridad sobre el desarrollo de nuevas tecnologías de conservación, y sobre su implantación a nivel de los agricultores, especialmente en las zonas más desfavorecidas, pero también en las tiendas y en los hogares, en todo el mundo.

Que lo aceptemos o no, la conservación es, hoy por hoy, un elemento ineludible de la sostenibilidad de la producción de alimentos que debe permitir, si esta bien dominada, reducir considerablemente el impacto medioambiental de la agricultura.
También debe permitir una fuerte reducción de los problemas de repartición de los alimentos, y de acceso a una alimentación suficiente y equilibrada para los más desfavorecidos.


La conservación de los alimentos es un reto inmenso que no deja ningún sitio para la polémica.

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