AGROECOLOGÍA - ¿ES BUENA LA NATURALEZA?
Está bien visto, en la corriente de “pensamiento correcto”
actual, de pensar que la naturaleza es buena, y que los humanos solo la
perturban.
Veamos la naturaleza por una parte, y la relación de los
humanos, así como de los otros animales a nuestra Madre Naturaleza.
Los animales siempre han aprovechado la naturaleza para
sus propias necesidades.
Las aves fabrican sus nidos, los conejos cavan sus
madrigueras, las ardillas hacen reserva de alimentos, los cuervos fabrican
herramientas para resolver sus problemas, las hormigas crían y defienden pulgones
para alimentarse de la melaza que producen, los grandes felinos cazan agrupando
rebaños de antílopes o de cebras para poder aislar un individuo, los osos
destruyen colmenas silvestres para comer la miel, los cormoranes pescan, los
gatos juegan con sus víctimas, los atunes cazan al azar en gigantes bancos de
arenques, masacrando miles, incluso algunos animales se asocian para ganar en
efectividad de caza.
Mira esta lucha y la suerte de pez volador huyendo como
pueda delante un depredador mucho más potente.
Nos da lástima. Sin embargo es su destino. Es el ciclo
natural. Tiene que morir para que sus depredadores puedan vivir y reproducirse.
El romanticismo de la humanidad moderna le ha hecho
perder nociones tan esenciales como esta.
Somos depredadores. Llorar para la vaca que va a ser
abatida es totalmente anti-natural.
Lo que no significa que tengamos que hacer sufrir el
animal cuando lo matemos.
Muchos movimientos ideológicos actuales (especialmente
dedicados a la alimentación) en el fondo son absurdos ya que son una negación
de la naturaleza.
¿Cómo puede uno pretender respetar la naturaleza mientras
se niega a aceptar la naturaleza humana?
Los humanos solo han reproducido y adaptado lo que habitualmente
se produce en la naturaleza. La peculiaridad es que una sola especia animal,
gracias al desarrollo atípico de su cerebro, ha podido reunir la mayoría de las
aptitudes de otros animales.
Los humanos siempre han intentado protegerse de la naturaleza,
porque no es buena, es salvaje, cruel y peligrosa para sus miembros.
Inventaron la ropa para protegerse del frio y del sol,
Inventaron los zapatos para protegerse los pies,
Inventaron las armas para cazar más fácilmente animales
más potentes que ellos,
Aprendieron a domesticar el fuego para calentarse, para
ahuyentar a sus propios depredadores, y para cocer sus alimentos,
Construyeron casa para abrigarse de la lluvia, de la
nieve, del viento y de los animales,
Inventaron el pararrayos para protegerse de los rayos,
Han domado y domesticado animales para aliviarse de la
tareas más difíciles y para poder desplazarse,
Han domesticado otros para defenderse,
Han inventado la agricultura para controlar la
disponibilidad de sus alimentos.
Inventar todas esas cosas increíbles les ha desarrollado
la inteligencia, y han inventado técnicas para mejorar y modernizar todas esas
invenciones anteriores.
Paro finalmente, ¿Por qué todo esto?
Para protegerse.
Esta necesidad fundamental y visceral de protección les
ha permitido evolucionar y desarrollar su inteligencia. Y han hecho lo mismo que
todos los seres vivos en la naturaleza: han utilizado la naturaleza para su
propia necesidad.
Es que hoy está de moda querer volver a una agricultura
que no disturbe el equilibrio de la naturaleza. Esta idea se apoya
especialmente en el concepto que dice que la naturaleza es buena, y por otra
parte, que lo que hace la naturaleza es perfecto.
Se puede debatir, y mucho el tema.
Andrew McGuire, agrónomo del Centro de la WSU para la
Conservación de la Agricultura y de los Recursos Naturales, ha publicado en
2014 un interesante artículo inicialmente publicado en la web del Centro para
la Conservación de la Agricultura y de los Recursos Naturales de la Universidad
de Washington, bajo el título “Don’t Mimic Nature on the Farm, Improve it” (no
imita la Naturaleza, mejórala), (http://csanr.wsu.edu/dont-mimic-nature-improve-it/).
Solo voy a tomar su conclusión, que me parece fundamental
para entender que nuestra agricultura debe seguir su evolución.
“Si
lo que vemos en los ecosistemas naturales no es optimizado, sino aleatorio
(stocástico como dicen los ecólogos), deberíamos ser capaces de hacer igual de
bien o mejor. Podemos, con ingenio, sensatez y una bueno dosis de humildad,
ensamblar queriendo sistemas que superan los ecosistemas naturales proporcionando
juntos productos y servicios ecosistémicos. A través de la explotación de las
propiedades y de los procesos de las distintas especies y a través de de la
gestión de las condiciones abióticas (propiedades físicas y químicas del suelo,
niveles de agua, etc.), podemos crear agro-sistemas de diseñadores, que serán
exitosos en criterios que importan a la agricultura: productividad, eficiencia
y estabilidad. Sugiero que es, en realidad, lo que hemos hecho a todo lo largo
de nuestra historia (más en el artículo siguiente), y que el “equilibrio de la
naturaleza” solo nos ha distraído de nuestros esfuerzos para mejorar la sostenibilidad
de nuestra agricultura, una distracción que es imprescindible abandonar.”
Imagen: http://www.terredetouraine.fr/wp-content/uploads/2017/09/beau-contr%C3%B4le-des-adventices.jpg
En el segundo artículo indicado en este texto, el mismo
autor propone pistas de reflexión para una agricultura de futuro bajo el título
“Ecosystems are Not Smart, We Are – Applications on the Farm” (Los ecosistemas
no son inteligentes, lo somos nosotros – Aplicaciones en la finca). (http://csanr.wsu.edu/ecosystems-are-not-smart/)
Me quedo sobre todo con el principio y el fin de este
artículo:
“Si
la naturaleza no ha sido optimizada por un proceso que conocemos y que en
consecuencia se compone principalmente de mezclas aleatorias de especies
dictados esencialmente por perturbaciones naturales, pues no hay ningún motivo
para “seguir la vía que nos enseña la naturaleza”. Pero si no seguimos esta
vía, ¿con qué nos quedamos?
Nos
queda una agricultura basad sobre la inventividad humana y compuesta de lo
siguiente:
Rotaciones
de cultivos, o mejor aún, sucesiones de cultivos dinámicos;
La
gestión de los residuos y la siembre sin laboreo para conservar el suelo
cubierto y controlar la erosión;
El uso
cauteloso de abonos de síntesis en asociación con abonos orgánicos;
Cultivos
de cobertura y abonos verdes, incluidos mezclas para cubiertas; es a este nivel
que se puede estudiar las especies no utilizadas e infra-utilizadas para sacar
partido de la “sabiduría de la Naturaleza”. La siembra de precisión secuencial
con cultivos de cubierta podría aumentar los beneficios de la agricultura de
conservación ayudando a la raíces a colonizar provechosamente los canales
radiculares de los cultivos muertos (es la colonización secuencial de los
canales radiculares).
La
gestión integrada de las plagas, incluyendo el uso de pesticidas mejorados.
Los
OGM incluidos para los cultivos de cubierta.
Todas
esas prácticas podrían ser más ampliamente empleadas y aplicadas con mayor
eficiencia.
[…]
Otra
ventaja conseguida por el rechazo de “las nociones románticas de un Edén
estable” es que debería hacernos menos sensibles a las soluciones “mágicas”, a
los deseos piadosos y otras tonterías. Según mi experiencia, es especialmente
importante en la gestión de los suelos y de las plagas. No existe un método
rápido, fácil y barato para mejorar los suelos. Hacen falta grandes cantidades
de materia orgánica, sean producidas en el lugar (más baratas) o traídas (más
caras). A largo plazo, los elementos fertilizantes exportados por el cultivo
deben ser sustituidos; no pueden ser producidos por “una mejor biología”. Para
los insectos, las malas hierbas y las enfermedades, ningún esfuerzo para
mejorar el sistema los hará desaparecer.
Están
los que encontrarán que toda esta noción es otro ejemplo de la arrogancia
humana tratando de controlar la naturaleza y es cierto que existen muchos casos
en los que no hemos hecho una buena gestión de la Tierra. Sin embargo, debemos
reconocer que la agricultura controla la naturaleza para nuestras propias
necesidades. Seguimos necesitando a la naturaleza, y a zonas silvestres, pero a
menos que los críticos puedan indicar un mecanismo por el que los ecosistemas
naturales han sido constantemente mejorados, no deberíamos emplearlos como
modelos para la agricultura, ni suponer que no podemos mejorar. No hay un
estado utópico de la naturaleza, con lo que podemos parar de intentar
restaurar, recuperar o regresar a tal estado en la agricultura. No hay vuelta atrás,
solo hay un camino hacia adelante.”
Imagen: https://maxpull-tlu7l6lqiu.stackpathdns.com/wp-content/uploads/2010/03/green-manure1-400x300.jpg
Nuestra agricultura tiene que seguir su evolución. Hemos
pasado de una agricultura tradicional totalmente expuesta a los caprichos de la
Naturaleza, a una agricultura productivista, conceptualmente extraída de esta
misma naturaleza. Es obvio, para quien quiere reflexionar a este asunto, que
era un error.
Pero una revolución siempre pasa por fases extremas. La
revolución francesa, fundadora de gran parte de las ideologías políticas
modernas, provocó daños colaterales terribles, ha sido el teatro de todas
clases de ajustes de cuenta, ha sido el origen de cientos de miles de víctimas,
inocentes de los delitos de los que se les acusaba.
Pero ha sido necesario pasar por esas aterradoras etapas
para llegar a establecer una democracia en la que el regalito a los políticos
es una señal evidente de clientelismo y de corrupción.
En agricultura es lo mismo.
Hemos vivido durante siglos con una agricultura
tradicional y frágil, difícil y poco productiva, alternando fase de sobreproducción
con fases de hambruna.
Luego, sucesora de la Revolución Industrial, llegó la
Revolución Verde, llena de buenas intenciones, y catastrófica en muchos
aspectos. Sin embargo, esta revolución tan denigrada ha sido el origen de un
movimiento fundamental de investigación, de experimentación, de comprensión de
fenómenos a los que está vinculada nuestra producción de alimentos.
Nos encontramos actualmente en un movimiento de péndulo
inverso, que tiende a llevarnos a una época en la que la modernidad se entiende
como sinónimo de contaminación, de aberración.
Pero inevitablemente, el provenir nos demostrará que la
verdad no es esta. La producción de alimentos tiene una imperativa necesidad de
modernidad en todos los puntos de vista.
Pero la preservación de nuestro entorno es también una
condición de sostenibilidad, no solo de nuestra agricultura, pero también de la
especie humana y del resto de especies vivas.
El futuro se sitúa OBLIGATORIAMENTE en el medio, a la vez
moderno y productivo, y a la vez respetuoso con el medioambiente, la
biodiversidad, el agua y los suelos.
Pero la agricultura ecológica, hoy por hoy, no es capaz
de proponer una correcta combinación de todos los criterios.
Es la Producción Integrada que lo permite, o la
agroecología, según cómo se quiera llamar.
Porque seamos claros, el uso de la química de síntesis a
veces es una necesidad, no de cualquier manera, por supuesto, pero debemos
proteger nuestra agricultura contra las agresiones de la naturaleza. Es una
cuestión de ecología.
Claro, algunos van a pegar botes. Sin embargo, producir
mucho sobre una superficie reducida es la mejor manera para respetar los
espacios naturales no dedicados a la agricultura.
El productivismo no es contaminante si se gestiona bien,
es incluso todo lo contrario.
Los humanos matan plantas y animales a los que han
previamente permitido vivir. Es así cómo nos alimentamos.
Y veo difícil una humanidad de 7.500 millones de
habitantes, y en aumento, de los que más de la mitad son urbanos, volver a un
estatuto de cazador-recogedor.
La Naturaleza no es buena. Tampoco es mala. Solo es
Naturaleza, siempre a medio camino entre vida y muerte. La muerte de unos es el
seguro de vida de otros. Es lo que hay. Es la ley de la Naturaleza.
Lo complicado, para los agricultores, es de resolver la
difícil ecuación de una producción optimizada con efectos segundarios muy
reducidos, para respetar lo mejor posible la Naturaleza.
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