Por fin un
tema realmente más relajado. Un tipo de recreo antes de hablar de otras cosas
difíciles o desagradables, tengo todavía una amplía reserva…
Hablemos un
poco de técnicas ancestrales, más que nunca de actualidad.
¿De qué se trata?
Se trata de
una técnica inventada por las civilizaciones chinas hace unos 3.000 años e
introducida en occidente por la civilización griega. Aristóteles lo comenta con
muchos detalles en el siglo IV AC.
Consiste en
la soldadura forzada de una yema o un brote de una planta a otra planta. Se
habla de injerto para la parte aérea y de porta-injerto o patrón para la parte
subterránea, o sistema radicular.
Una vez el
injerto soldado, lo dejamos crecer, eliminando los brotes que produce
naturalmente el porta-injerto, para forzar la dominancia del injerto, con el
fin de dejar a cada parte el papel que se le ha asignado. La planta se
desarrolla a partir del injerto, con un sistema radicular procedente del patrón.
La planta de
la izquierda ha sido injertada en vivero en Septiembre, luego plantada en
parcela en Diciembre. A partir de ahora, va hacer su crecimiento. Este tipo de
planta se llama “a yema dormida”.
La planta de
la derecha procede de un injerto del mes de Junio, crecido en vivero y plantado
en parcela en Diciembre. Llamamos este tipo de planta un plantón. Esta
iniciando su brotación.
En
determinados casos, el porta-injerto se rebela y produce sierpes o rechizos, rebrotes
aéreos procedentes de las raíces o del cuello del porta-injerto, que hay que
eliminar ya que tienden a formar una nueva planta al lado, que entra en
competencia muy directa con la planta cultivada. El cuello es el punto de
separación en el que la madera subterránea modifica su estructura radicular
para cambiarse en madera aérea.
Aquí tenemos
a un melocotonero cuyo porta-injerto, de tipo ciruelo, serpea mucho. Hay que
eliminarlos ya que pueden debilitar el árbol por efecto de competencia nutricional.
Solo se
pueden injertar plantas compatibles entre ellas. La técnica se utiliza desde
tiempos inmemoriales en viña y en frutales. También se utiliza desde mucho
tiempo en determinadas especies ornamentales como el rosal. Desde los años 50,
también se utiliza en diversos cultivos anuales, especialmente en cucurbitáceas
como el melón o el calabacín o en solanáceas como los tomates.
Una falta de
compatibilidad (también llamada afinidad) se traducirá por un riesgo de rotura
del punto de injerto (es el caso del albaricoquero sobre ciruelo mirobolano), una
protuberancia de injerto muy marcada traduciendo una mala comunicación vascular
entre el patrón y la variedad (acompañada por un crecimiento malo), y en caso
de incompatibilidad completa, de un simple
aborto del injerto o de su muerte rápida.
El
melocotonero de la izquierda se ha injertado sobre un híbrido melocotonero x
almendro. El punto de injerto es casi perfecto. A penas se nota, solo delatado
por una leve diferencia de aspecto de la corteza, pero sin diferencia de
diámetro.
En el centro
tenemos un ciruelo injertado sobre un melocotonero franco Monclar®. La
compatibilidad no es perfecta. La protuberancia es bastante marcada. Sin
embargo el desarrollo y el comportamiento del árbol es satisfactorio. Hay una
probable reducción del vigor lo que, en este caso, es una ventaja.
A la derecha,
un típico caso de compatibilidad mala. El árbol apenas es viable. Se trata de
un experimento. De los 5 árboles iniciales, este es el único superviviente. Es
obvio que este patrón no es válido para el melocotonero.
¿De qué
sirve?
Primero sirve
para adaptar el cultivo al suelo en el que lo vamos a implantar. Es así que se
encuentran patrones resistentes a condiciones de caliza elevada, a suelos
asfixiantes, a suelos compactos, etc.
Luego es un
buen medio de contribución a la adaptación del cultivo a condiciones climáticas
poco favorables. Hay patrones resistentes a la sequía, que soportan suelos
fríos, o al revés los calores elevados de verano en climas como el de Sevilla.
Es también un
excelente medio de profilaxis. Es el mejor medio para reducir o suprimir los
efectos de determinados parásitos. El caso más famoso es el de la viña, cuyas
variedades europeas se salvaron de la filoxera gracias a la técnica del
injerto. La gran crisis de la filoxera en Europa data del año 1861, pero sigue
todavía activa en regiones del mundo donde este pulgón ha llegado
recientemente, con viñas no injertadas. El porta-injerto americano utilizado,
no permite al pulgón completar su ciclo. El pulgón es incapaz de instalarse. Eficacia
100% sin ningún tratamiento.
Del mismo
modo, existen porta-injertos resistentes a los nematodos (gusanos microscópicos
del suelo, contra los que los únicos productos disponibles son insuficientemente
efectivos pero extremadamente tóxicos), otros que son resistentes a hongos del
suelo, como la fitóftora de los cítricos, etc.
Y para
terminar, hay criterios puramente agronómicos, que permiten elegir un patrón
por sus efectos sobre el vigor (el caso más extendido es el manzano), sobre la
calidad de la fruta, sobre la productividad, sobre la capacidad de la fruta a
una mejor conservación.
Cada especie
dispone de un abanico más o menos amplio de patrones que permite adaptar el
cultivo a situaciones diversas, en función de las prioridades del lugar o del
agricultor. Por ejemplo si un problema sanitario como nematodos se detecta o se
conoce, es la prioridad, ya que la viabilidad del cultivo sería comprometida de
no tenerlo en cuenta. Si no hay imperativo de este tipo, los criterios
agronómicos son lógicamente prioritarios.
Pero cuidado,
no se puede hacer cualquier cosa. Según las condiciones en las que nos
encontramos, vamos a poder adaptar un cultivo gracias a una buena elección de
patrón, o no. Empeñarse a plantar un cultivo inadaptado e inadaptable, es ir
directamente hacia un fracaso técnico, o sea económico.
Existen
algunos programas de hibridación en el mundo, que intentan ampliar la gama de
porta-injertos de varios cultivos. Pero es un trabajo largo y difícil que exige
numerosas experimentaciones multisitios, cuyos resultados son lentos ya que hay
que esperar que el cultivo llegue al menos hasta la edad de su amortización. La
hibridación varietal es mucho más rápida y rentable. La mayoría de los
programas de hibridación de porta-injertos están llevados por organismos
públicos que no necesitan poner la rentabilidad económica como prioridad. Es
que si se equivoca uno con la variedad, siempre estará a tiempo de reinjertar
la plantación. Es costoso, pero se puede asumir. Pero un error en el porta-injerto
no tiene otra solución que el arranque.
¿Se puede
injertar cualquier cosa sobre cualquier otra cosa?
Obviamente
no. Sin embargo existen compatibilidades entre especies, pero siempre dentro
del mismo género. Uno de los porta-injertos más utilizados en peral es el
membrillo. En la familia de los Prunus, las intercompatibilidades son numerosas
entre ciruelo, melocotonero, albaricoquero y almendro.
A la
izquierda, una variedad de ciruelo injertada sobre melocotonero Monclar®, con
una buena afinidad a pesar de la diferencia de diametro, ya que la
protuberancia es perfectamente sana y nítida.
A la derecha,
otra variedad, de la misma edad. Se trata del polinizador de la variedad
anterior, con el mismo porta-injerto. Se nota bien que la afinidad es algo
peor, ya que la protuberancia de injerto es mucho más marcada, mostrando una
comunicación vascular de peor calidad.
¿El injerto
actúa sobre la calidad de la fruta?
Si, y es a
menudo un criterio de elección del patrón. Tememos el caso del manzano. La
mayoría de las plantaciones antiguas están injertadas en porta-injertos
vigorosos, que tienden a producir un fuerte vigor. Las plantaciones modernas
son casi siempre injertadas sobre porta-injertos a fuerte reducción de vigor,
obligando a usar espalderas ya que los árboles tienen una estructura (tronco y
ramas) incapaz de soportar sola la cargar sin riesgo de rotura. En general, los
porta-injertos que inducen una reducción de vigor, o enanizantes tienden a
mejorar la calidad de la fruta, así como su calibre, a la condición de tener
una buena compatibilidad, y que las condiciones de cultivo sean las adecuadas.
En efecto, un árbol de porte débil orienta los nutrientes hacia la fruta,
cuando un árbol de porte vigoroso los manda hacia los brotes más vigorosos,
también llamados chupones, en detrimento de la fruta.
Las técnicas
y las épocas de injerta son numerosas y variadas, cada cultivo teniendo sus
preferencias, y cada técnica tiene sus trucos.
Son
operaciones muy delicadas que exigen una formación adecuada y precauciones
imprescindibles para asegurar su éxito.
Es cirugía
adaptada a las plantas.
nuenn contenido
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