BILANOFOS VS GLUFOSINATO
Hace aproximadamente 2 años, publicaba un artículo sobre
esta misma comparación, pero con un ángulo distinto (http://culturagriculture.blogspot.com.es/2016/01/66-proteccion-de-las-plantas-4-en-la.html).
Me parece interesante retomarlo con el ángulo de la
oposición entre natural y sintético. Hemos visto en artículos anteriores que
esta diferenciación a veces se encuentra al límite de lo razonable. Este ejemplo
lo demuestra una vez más.
Ahora hablamos de un herbicida. Es especialmente interesante
ya que el problema del control de las plantas perjudiciales a los cultivos es
una de las grandes dificultades de la agricultura ecológica.
No me gusta la denominación “malas hierbas”, ya que esas
plantas no son malas, solo crecen donde el agricultor no quiere que se
encuentren, y donde puede perjudicar al cultivo.
“¿Cómo producir un herbicida
ecológico? Por Andrew Kniss* (6 de enero de 2016)
Hace más de un año, escribí un artículo
sobre un herbicida casero que contiene sal, vinagre y producto lavavajilla.
“Muchos de vosotros lo han
probablemente visto colgado en Facebook, Twitter o Pinterest, o en vuestra
página de jardinería preferida. Una de mis descripciones preferidas lo llama
una “poción herbicida mágica y natural”.
Esta peculiar poción mata ciertamente
las malas hierbas, pero no es natural (y ciertamente no es exenta de productos
químicos). Contiene producto lavavajilla y vinagre, ambos sintetizados
industrialmente, así que no es natural en el sentido de la mayoría de las
definiciones de la palabra. Es decepcionante, porque la gente sueña realmente
de un herbicida natural. Quieren eliminar las malas hierbas alrededor de su
casa y en su jardín, pero no les gusta la idea de usar un herbicida de
síntesis. La mayoría de las personas (yo incluido) preferirían utilizar algo
natural, todas otras cosas siendo iguales. Desgraciadamente, existen muy pocos
productos realmente naturales que son herbicidas efectivos.
Dicho esto, quiero presentaros una
sustancia química fascinante llamada bilanofos. A principios de los años 70, el
bilanofos fue descubierto de manera independiente por dos laboratorios
diferentes, uno en Alemania y el otro en Japón. Ambos grupos aislaron esta
sustancia química a partir de bacterias Streptomyces: S. viridochromogenes en
Alemania, S. hygroscopicus para el grupo japonés. El bilanofos es producido
naturalmente por esas bacterias naturales. Con esto, por casi cualquier
definición, el bilanofos es natural.
Los científicos de Alemania y de Japón
han visto muy rápidamente que el bilanofos tiene fuertes propiedades
herbicidas; cuando se aplicaba sobre plantas, estas se morían. Después de
estudios más completos, los científicos del grupo alemán determinaron que solo
una parte de las sustancia química bilanofos completa era necesaria para la
actividad herbicida. En realidad, cuando el bilanofos penetra en la planta,
aproximadamente la mitad de la molécula es rápidamente cortada, lo que deja
subsistir una pequeña molécula – la fosfinotricina. Es esta molécula más
pequeña que tiene el papel del herbicida en la planta.
Cuando la sustancia natural bilanofos
(a la izquierda) entra en la célula de la planta, la planta elimina dos
residuos alanina, dejando subsistir la fosfinotricina (a la derecha). La
fosfinotricina tiene una acción herbicida en la mayoría de las plantas, por la
inhibición la enzima glutamina sintetasa.
Tenemos pues una sustancia natural (el
bilanofos) que es naturalmente convertida por las plantas en otra sustancia (la
fosfinotricina) que actúa de manera muy efectiva como herbicida. Y resulta que
algunas especies de Streptomyces también producen de manera natural pequeñas
cantidades de fosfinotricina. Se parece mucho a un herbicida natural, ¿no? Un
momento…
La fosfinotricina (mejor conocida en
Estados Unidos [y en España] como glufosinato) es ampliamente utilizada como
herbicida. Es la materia activa de los herbicidas conocidos como Rely
(principalmente en viñedos y frutales en Estados Unidos) y Liberty (a menudo
usado conjuntamente con los cultivos Liberty Link), [Finale en España y Basta
en Francia]. Pero incluso si el producto químico existe en la naturaleza y ha
sido descubierto por extracción a partir de bacterias de origen natural, el
herbicida comercial es producido por vía de síntesis. Por eso no se considera
como un herbicida natural.
La historia de la fosfinotricina,
aunque muy interesante, no es un caso aislado. Un gran número de científico en
todo el mundo explora la naturaleza para encontrar nuevo compuestos químicos
que tengan propiedades antibióticas, pesticidas u otras características útiles.
Los científicos del USDA estiman que entre 1997 y 2010, aproximadamente el 69%
de la nuevas materias activas de los nuevos pesticidas registrados por la EPA,
eran productos naturales o productos de síntesis derivados de fuentes naturales
(como la fosfinotricina) o de naturaleza biológica. Por ejemplo, otro herbicida
comúnmente utilizado en maíz ha sido descubierto después de una observación inicial
del hecho que, en un jardín, muy pocas plantas pueden crecer debajo de un
Callistemon (limpiatubos). Pero los herbicidas constituyen en realidad la parte
más pequeñas (menos del 7%) de esos nuevos pesticidas de origen natural;
aproximadamente el 30% de las materias activas de los nuevos insecticidas y
fungicidas son, o sustancias naturales, o sustancias derivadas de productos
naturales.
En la actualidad, la FDA tiene dificultades
para definir la palabra “natural” en las etiquetas de alimentos. Es un término
de marketing utilizado a menudo sin definición clara. Es quizás más difícil aun
darle una definición en relación con los pesticidas. Tal como lo enseña el
ejemplo de la fosfinotricina, los límites entre natural y sintético pueden
rápidamente ser borrosas. ¿Es natural porque se produce en la naturaleza? O ¿es
necesario extraer físicamente de la naturaleza para ser considero natural?
La distinción “natural o no” puede
distraernos de lo que es realmente importante en el debate sobre los
pesticidas. Si la sustancia es estructuralmente la misma, el producto de origen
natural y las versiones producidas por síntesis compartirán las mismas
propiedades. Las propiedades de la sustancias son mucho más importantes, en mi
opinión, que su fuente. ¿Presenta el pesticida algún peligro para el usuario y
el medio ambiente? ¿Se degrada rápidamente en el medio ambiente en productos no
tóxicos? Si es el caso, no me preocupo tanto de saber si es natural o no, sea
cual sea la definición que se quiera dar a la palabra natural.
Pero existen cuestiones vinculadas con
la fuente del producto que pueden ser importantes. Especialmente cual tiene el
mayor impacto: ¿la síntesis en un laboratorio o la extracción a partir de
fuentes naturales? En muy pocas ocasiones escucho debates sobre esta cuestión,
a pesar de ser una de las más importantes cuando se habla de productos naturales
(siempre que estén considerados seguros). Si se puede eficazmente extraer un
recurso renovable de la naturaleza, y evitar gastos de energía y de
combustibles fósiles de la producción de síntesis, pues un compuesto producido
naturalmente me parece una buena solución. Pero si extraer algo de la
naturaleza conlleva un impacto negativo sobre el medioambiente mayor que si se
produce en una fábrica, pues por favor, dame la versión de síntesis.
Referencias:
Hoerlein
(1994) Glufosinate (Phosphinothricin), A Natural Amino Acid with Unexpected
Herbicidal Properties. p 73-145 in
Reviews of Environmental Contamination and Toxicology (Vol 138)
Dayan et al.
(2011) Rationale for a natural products approach to herbicide discovery. Pest
Management Science. 68:519–528
Cantrell et
al. (2012) Natural Products as Sources for New Pesticides. Journal of Natural
Products. 75:1231-1242. »
*Andrew Kniss es Profesor de ecología
y manejo de malas hierbas en la Universidad de Wyoming”.
La ideología de la agricultura ecológica obliga a solo
emplear pesticidas de origen natural. Sin embargo existen derogaciones, en
función de las posibilidades de algunas moléculas, de la manera de utilizarlas,
o de las necesidades de los agricultores que a veces justifican que se salten
las normas, pero siempre en la más grande discreción, especialmente para los
consumidores.
Es a veces difícil entender porque algunas moléculas,
producidas de manera totalmente industrial (como es el caso de la deltametrina
que es un piretroide de síntesis) se aceptan en ecológico y otros, muy
comparables en su proceso de fabricación, a la vez que son simples copias de
moléculas naturales, no lo son, como es el caso de la azadiractina,
naturalmente producida por el árbol de neem, y principal molécula activa de
todos los plaguicidas ecológicos a base de aceite de neem.
Al contrario, las feromonas empleadas en agricultura
ecológica, al igual que en agricultura convencional, son productos 100%
sintéticos, que son copia de las feromonas naturalmente emitidas por los
insectos. Para eso, no hay problema. Es cierto que no se pulverizan en los
cultivos. Pero se quedan flotando en el aire durante las 24 horas, y durante
meses, y se depositan en el alimento final.
También uno se puede preguntar por ejemplo, ¿porque el
spinosad, naturalmente producido por bacterias (Saccharopolyspora spinosa), y
fabricado a gran escala por un proceso enteramente industrializado, se autoriza
en agricultura ecológica, pero el bilanofos, de igual modo naturalmente producido
por bacterias (del género Streptomyces) no lo son?
Porque al final, ¿Qué le falta a la agricultura ecológica
para ser generalizada?
Herramientas, soluciones técnicas para resolver problemas
concretos, especialmente en el ámbito fitosanitario.
La mayoría de los otros problemas tienen soluciones
coherentes (con un punto flaco en los aspectos nutricionales, que sin embrago
progresan rápidamente), e incluso a menudo con un coste muy razonable.
Pero hay que constatar que, si bien es cierto que las
conversiones a la agricultura ecológica son cada vez más numerosas (raramente
por convicción personal, pero más bien por culpa de la presión societal, o por
oportunismo económico), las vueltas atrás también son cada vez más frecuentes. La
principal causa evocada por esos agricultores son los problemas fitosanitarios
no resueltos que se acompañan de notable bajada de rendimiento o de bajada de
calidad, y finalmente de un serio problema de ingresos para el agricultor.
Es que el aumento de la oferta de productos ecológicos y
su democratización se acompañan de un efecto perverso, sin embargo
perfectamente previsible, que es la bajada de los precios, no tanto al consumo
sino al agricultor.
Y quien dice bajada de los precios, también dice bajada
de los ingresos, y obligación de mejorar la calidad (visual), y en consecuencia
del coste de producción real. Es que si
es verdad que la producción ecológica no tiene obligación de respetar los
mismos criterios de normalización de calidad de los alimentos que la
agricultura convencional, la realidad evoluciona poco a poco y los circuitos de
comercialización exigen cada vez más un producto a la vez ecológico y bonito.
Un efecto rebote que podría ser ampliamente evitado si se
autorizaba en agricultura ecológica los cada vez más numerosos pesticidas
sintéticos “copiados de la naturaleza”.
¿Ganará algún día la partida la razón sobre el dogma?
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