INTEMPERIES – LA LLUVIA
¿Otra vez las intemperies? Estarás pensando que no paro
de quejarme.
Pero si te acuerdas, en mi último artículo, terminaba
diciendo que la acumulación de anomalías climáticas hacía del año 2016 un año
excepcional.
Una vez más lo confirmo.
“Nunca llueve a gusto de todos” que se puede interpretar
en un sentido abstracto. Pero en agricultura, es una verdad muy concreta.
La lluvia permite llenar el suelo de un agua que será benéfica
a los cultivos y a las plantas en general, puede provocar la germinación de las
siembras, si es abundante alimenta a las reservas superficiales (embalses,
lagos y marismas) y subterráneas (acuíferos), es indispensables a la vida con
lo que, en sí misma, es benéfica.
También permite a los cultivos de secano producir mejor y
más, o incluso, como es el caso aquí, en Andalucía, simplemente sobrevivir.
Aquí, una región semidesértica, que prospera gracias a
las numerosas reservas artificiales, el invierno muy seco había afectado
seriamente al stock de agua embalsada. Este episodio lluvioso inusual en este
periodo ha sido suficiente para embalsar casi un año de reserva de agua.
Sin embargo, según las circunstancias, la lluvia se puede
convertir en un auténtico problema. No hablo de vacaciones estropeadas o de los
problemas del Rocío, en las marismas de Doñana, en la desembocadura del río
Guadalquivir.
Sigo hablando de agricultura.
Obviamente pensamos en inundaciones.
Por ejemplo, en cereales a punto de madurez, muy cerca ya
de ser cosechadas, los daños pueden ser muy serios y reducir mucho la cosecha.
En patata, la sensibilidad a determinados hongos como el
mildiú puede provocar daños desastrosos.
En mi caso, es la cosecha de los melocotones y de las
nectarinas que sufre con las lluvias.
Salimos de un periodo lluvioso totalmente anormal aquí para
un mes de Mayo.
En 10 días, hemos acumulado 150 litros de lluvia por m2, en
todo el centro de nuestra época de máxima cosecha. Esta cantidad representa un
record, al menos en los 50 últimos años, tanto por cantidad que por duración
del episodio.
¡Qué felicidad! Lluvia a mares todos los días, y
problemas gigantes.
- Fruta
cosechada mojada, bajo lluvia, en el barro,
- Caída
de los niveles de azúcar de 2 puntos o más, por culpa de la lluvia, de la falta
de luz (una vez más) y de la fuerte caída de temperaturas,
- Desarrollo
de podredumbres en el campo, pero también y sobre todo en destino, con los litigios
comerciales que provoca,
- Pérdida
de firmeza fuera de control, mancha de la gota de agua (ver mi artículo sobre
este tema https://culturagriculture.blogspot.com.es/2014/05/19-intemperies-2-la-gota-de-agua.html),
enorme aumento la cantidad de frutas no comercializables, y obligación de tirarlas
en el campo para evitar saturar los circuitos de reciclado con frutas cuya
conservación es casi imposible.
Porque un día o dos de lluvia durante la cosecha, es
habitual. Pero diez se convierten en una lucha pérdida.
¡¡¡Y pensar que hacemos muchos esfuerzos para tratar de
reducir el desperdicio de alimentos!!!
Y no me quejo mucho. Por lo menos, hemos escapado, por
poco, del granizo, lo que no ha sido el caso de nuestros vecinos, entre los
cuales algunos han sido afectados varias veces este año.
Aprovecho la ocasión para darle las gracias al personal
de recolección, y decirle mi admiración. Ha soportado condiciones realmente
difíciles, todos los días durante 10 días, sin protestar, realizando un trabajo
de una gran calidad, dadas las circunstancias. Casi nadie ha faltado (estamos
hablando de 600 personas), excepto algunos protestones habituales.
Total, gracias a sus esfuerzos, hemos podido recolectar
de una manera casi normal.
Tengo que indicar, para los que no lo saben, que el
melocotón (y la nectarina) es una fruta que no espera. Cuando su punto de
madurez óptima esta alcanzado, hay que cogerlo enseguida, sino se pierde.
La mayoría de las variedades de manzana, ciruela o
cítricos, por ejemplo, pueden esperar unos días si las condiciones son malas. El
melocotón no, al igual que la fresa o la cereza, por ejemplo.
Salimos justo de este episodio de lluvia. Queda saber cómo
las plantas y las frutas van a reaccionar al cambio de tiempo, especialmente si
el calor regresa de manera brusca. Los suelos están sobrados de agua y las
plantas necesitan cierto tiempo para evacuarla. El riesgo de asfixia radicular es
elevado.
Podríamos encontrarnos frente a problemas de rotura de
huesos, de madurez acelerada, de firmeza de carne, de podredumbres rápidas, de
fisuras epidérmicas.
Total, es posible que las consecuencias sean aún más
graves.
Los próximos días serán decisivos.
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