AGROECOLOGIA – LA CALIDAD DEL AIRE
He tenido recientemente, la ocasión de charlar con una
persona que forma parte, como se suele decir “de los medios bien informados”,
sobre un asunto que, por lo visto podría convertirse rápidamente en un tema candente.
El gobierno francés, en el marco de su proyecto político
de promoción y desarrollo de la agroecología (ver https://culturagriculture.blogspot.com.es/2016/04/74-agroecologia-1-el-concepto.html), ha
lanzado un interesante y amplio estudio sobre la calidad del aire en las zonas
rurales, para medir el impacto invisible de las prácticas agrícolas sobre el
aire que respiramos.
http://france3-regions.francetvinfo.fr/poitou-charentes/sites/regions_france3/files/styles/top_big/public/assets/images/2013/06/25/capteur-air-atmo-picardie-25062013.jpg?itok=lLtysJC8
Para eso, sensores específicos han sido instalados en
pueblos (al lado de zonas agrícolas, en el centro de los pueblos, en los patios
de las escuelas, etc.).
Para que el estudio sea completo, también se han
instalado sensores en las grandes ciudades, para tener las referencias
necesarias en zonas alejadas de la influencia agrícola.
Esos numerosos sensores miden las 24 horas la calidad del
aire, y las mediciones se ponen en relación con las prácticas agrícolas de cada
región, para poder sacar todas las conclusiones pertinentes.
Al mismo tiempo, los fabricantes de maquinaria agrícola,
trabajan sobre evoluciones posibles de los aperos especializados para poder
reducir al máximo el impacto sobre la calidad del aire, especialmente de las
aplicaciones de plaguicidas. Estudian el tipo de boquilla, las turbinas de
ventilación, los sistemas de recuperación de los excedentes de caldos
plaguicidas, etc.
http://www.matevi-france.com/uploads/pics/pulverisateur-panneaux-recuperateurs-pneumatique-Pulve-S21_01.jpg
Al mismo tiempo también, los investigadores en agronomía
de numerosas especialidades estudian los modos de cultivo susceptibles de
adaptarse a materiales distintos. Por ejemplo los muros frutales permiten
emplear aperos que las formas libres no permiten.
Estudian la posibilidad de implantar altos setos de
protección alrededor de las zonas agrícolas para tener un efecto de
“recuperador” de derivas de plaguicidas (al mismo tiempo que sirven de refugios
para la fauna útil, ayudando a la reducción del empleo de plaguicidas, y de
protección contra los efectos negativos del viento).
http://www.omafra.gov.on.ca/neworchard/images/apples/16windbreakf1-zoom.jpg
También estudian, en coordinación con los organismos
especializados en agricultura ecológica, los medios alternativos para proteger
los cultivos (ozonización, ondas eléctricas bajas, redes anti-insectos, por
ejemplo).
http://mapassionduverger.fr/wp-content/uploads/2014/09/238-Alt-mouches-pour-cerisiers-Pour-lutter-contre-la-mouche-de-la-cerise.jpg
Mientras tanto los fabricantes de plaguicidas trabajan
sobre moléculas, coadyuvantes y formulaciones que no producen vapores, para
reducir el riesgo de que los plaguicidas se puedan encontrar sin querer en el
aire que respiramos, y con el fin que la máxima cantidad de la molécula pueda
alcanzar su diana, con lo menos daños colaterales posibles.
Y mientras tanto también, los especialistas en semillas y
creadores de nuevas variedades trabajan para crear, por vías naturales o con la
ayuda de las biotecnologías, variedades más rústicas, menos sensibles a
enfermedades y plagas, con el fin de reducir la necesidad de emplear
plaguicidas. Por desgracia, se enfrentan frecuentemente a la incomprensión del
público que no se da cuenta que los beneficios sanitarios y medioambientales
que esas nuevas variedades pueden aportar son ampliamente más importantes que hipotéticos
inconvenientes que hasta la fecha nadie ha sido capaz de demostrar
científicamente.
Total, todos los organismos públicos o privados especializados
involucrados en ese gran movimiento de desarrollo de la agroecología trabajan
muy duro para resolver las contaminaciones producidas por la agricultura.
Parece que numerosas conclusiones de este importante
trabajo de investigación pluridisciplinar, casi podrían ser publicadas.
Sin embargo, los resultados de los estudios de calidad
del aire todavía no se han hecho públicas.
Es que están apareciendo algunas conclusiones bastante
molestas, políticamente poco correctas y que, para que la coherencia del
movimiento sea completa, podrían desembocar sobre legislaciones y obligaciones
que nadie desea realmente.
¿Por ejemplo?
Pues que algunos sensores detectan organoclorados, o
varios productos prohibidos desde mucho tiempo en agricultura. ¿Habrían los
agricultores constituido enormes stocks que les permitan aguantar (ilegalmente)
durante 40 años después de las prohibiciones? La hipótesis es fácil de
comprobar. Por otra parte, es totalmente tonta. Pero porque no, ¿verdad? Pero
tampoco aguanta cuando los sensores de los centros de ciudades, muy alejados de
los campos, incluso en grandes urbes, lo confirman.
http://images.midilibre.fr/images/2014/06/24/la-cour-de-l-ecole-maternelle-de-salindres-a-connu-une-belle_956951_667x333.jpg?v=1
Pues hay que pensar en otra cosa. Un auténtico trabajo de
investigación se lanza para entender el fenómeno. En realidad este trabajo,
cuyas consecuencias podrían ser inconmensurables, va camino de demostrar que la
contaminación agrícola, real, pero probablemente ampliamente sobreestimada, y
sobre todo ampliamente sobre mediatizada gracias a la influencia y al lobbying
de los movimientos ecologistas, solo es una pequeña parte del problema de la
calidad del aire.
Uno de los desencadenantes de este estudio ha sido el
famoso caso de intoxicación de niños de una escuela de un pueblo cerca de
Burdeos, después de tratamientos fitosanitarios en los viñedos del entorno. La
mediatización de este caso fue, desde el principio deshonesta, acusando la
agricultura convencional y los plaguicidas de síntesis, cuando en realidad, dos
agricultores del vecindario estaban involucrados, uno en agricultura
convencional, y el otro en agricultura ecológica, mientras los dos trataban sus
viñedos con azufre, producto natural autorizado en agricultura ecológica y
convencional.
http://static.ladepeche.fr/content/media/image/zoom/2014/05/16/201405162692-full.jpg
En realidad, numerosos procesos industriales emplean
plaguicidas, especialmente los que usan materias primas de origen animal o
vegetal. Por ejemplo el tratamiento de la madera de carpintería. El caso que os
estoy contando afecta a instalaciones escolares cuya estructura, de madera
tratada (lo que se llama en autoclave, una madera inyectada bajo alta presión,
con distintos plaguicidas y sales de metales para impedir los ataques de hongos
e insectos), cuya procedencia es extra-europea, sueltan al aire, durante las 24
horas, residuos de plaguicidas prohibidos en Europa desde mucho tiempo.
Esos procesos industriales aplicados a productos de
origen agrícola pero de uso diferente, no pasan por controles suficientes, ni
en origen, ni en el momento de su importación. No pasan por análisis de
residuos, madera de obras, tejidos o pieles.
Sin embargo, esos materiales llenan nuestros hogares,
nuestras oficinas y los lugares públicos.
Se controlan los alimentos, es muy normal. Lo que
ingerimos debe ser seguro, todos estamos de acuerdo.
Pero este estudio, claramente enfocado hacia las
prácticas agrícolas, podría revelar numerosos problemas insospechados hasta el
momento, y que podrían molestar a muchas personas.
Hace poco ya, ha sido necesario, y ha costado una
auténtica fortuna a los estados, desamiantar todos los edificios. Imagina si
ahora hace falta desmontar una por una todas las carpinterías o tirar millones
de muebles y accesorios varios y diversos.
http://www.zero-amiante.fr/images/entreprise-desamiantage.jpg
¿Quién va pagar esas facturas?
Pero la salud pública tiene un coste elevado, tanto en el
lado económico que político.
¿Cuándo veremos la publicación de esos resultados en su
integralidad? ¿Y quien se va a atrever a
asumir la responsabilidad de la situación y de las medidas a tomar?
Los políticos que lanzaron este estudio, con la evidente
idea de llegar a corto o medio plazo, a la prohibición de muchos plaguicidas,
podrían encontrarse delante de un problema mucho más serio, difícil y costoso
de resolver. De algún modo, el tiro del dogmatismo irracional les está saliendo
por la culata.
Es donde se ve que la agroecología es profundamente una
buena idea. Lo creo realmente, integrar la agricultura en su entorno y en la
sociedad es una verdadera buena idea. Lograr la cohabitación con buen
entendimiento de una agricultura moderna con la sociedad actual es una
necesidad, y este movimiento de agroecología lleva en si el potencial para
conseguirlo.
Sin embargo, al menos en Francia, el propio gobierno
demuestra que no intenta integrar la agricultura en la sociedad, pero busca
obligar la agricultura a convertirse en agricultura ecológica. No hay
fundamento científico para sostener tal idea. Hay mucho más ideología que sentido
común en este proyecto.
¿Lo dudas? Mira la cantidad de programas televisivos en
contra de la agricultura (lo que se llama el agri-bashing) emitidos en esos
últimos años en los canales del servicio público francés, es decir con el
acuerdo del actual gobierno. Todos esos programas funcionan sobre el mismo
esquema: se toma un tema relativamente anodino, se presenta desde el punto de
vista el más negativo, se manipulan las imágenes o la manera de filmar, se
adorna con algunos testimonios preocupantes pero imposibles de verificar, y se
le añaden algunos comentarios acompañados de puntos suspensivos… sin olvidar la
importancia de una música de peli de terror. La sombra de una duda.
Puedes volver a leer “El caso Alar” https://culturagriculture.blogspot.com.es/2015/02/38-el-caso-alar.html.
Sobre todo cuando uno sabe lo fácil que es manipular las
mentes. Porque la realidad de los temas de todos esos programas es muy
diferente. La alimentación actual es sana y segura. Incluso nunca ha sido tan
sana y tan segura en toda la historia de la humanidad.
http://imgc.allpostersimages.com/images/P-473-488-90/67/6718/ETLA100Z/posters/shadow-of-a-doubt-joseph-cotten-teresa-wright-1943.jpg
Pero dejar la duda en suspenso permite llevar el pueblo a
tomar el mismo la decisión de cambiar de dirección, incluso para precipitarse
hacia un error evidente.
“Una mentira repetida diez veces sigue siendo una
mentira; repetida mil veces, se convierte en una verdad” (Adolf Hitler).
Pero visto todo lo que estos trabajos van a destapar, ¿es
razonable seguir llamando este movimiento agroecología?
Porque si la agricultura no es tan mala como lo piensan
algunos, y que la sociedad necesita realmente y urgentemente un profundo
cuestionamiento sobre sus efectos sobre el medioambiente, ¿no deberíamos mejor lanzar
un amplio movimiento de “socioecología”, que por supuesto incluiría una parte
de agroecología?
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