¿La que colmó
el vaso?
A veces, podríamos
pensarlo.
2014 en
Sevilla, es una primavera muy seca y muy cálida. No ha llovido desde el 20 de
abril, y las temperaturas se mantienen muy por encima de las normales (por
encima de 30ºC desde el 27 de abril). Si algunos de vosotros habéis estado aquí
para la Semana Santa o la Feria, recordareis seguramente la calor y las
quemaduras del sol.
Los que recolectamos
melocotones, estamos generalmente satisfechos de este tipo de condiciones que,
en principio, favorecen la calidad de la fruta. En realidad, tal como os lo
conté recientemente, aún las situaciones más favorables a primera vista, pueden
convertirse en desastre.
Es inhabitual,
en primavera, que este tipo de situación de verano anticipado, se prologue
mucho tiempo.
Pues llega
una pequeña borrasca, o por ser más exacto, la cola de una poderosa borrasca,
que habrá dejado nieve en el norte de España, cosa muy inusual un 20 de mayo.
Aquí, en el
sur del sur, se traduce solo por 2 días de viento fuerte, y por una pequeña
lluvia, de entre 8 y 10 mm, lo que es muy poco.
Ya que la
fruta evoluciona lentamente, y que no hay emergencia, ni técnica, ni comercial,
tomo la decisión de no cosechar el miércoles, día previsto de la lluvia, para
evitar las manchas de barro en la fruta, siempre muy difícil de limpiar.
Hasta ahí,
nada especial. Pero el jueves, con la reanudación de la recolección, al
amanecer, ¡sorpresa!
Una variedad,
en concreto una nectarina blanca, muestra manchas en su epidermis.
La observación
deja poca duda. Son manchas, pequeñas o más grandes, más o menos redondas,
algunas en forma de rastro, a veces convergentes.
Es el síntoma
de la gota de agua. Lo hemos visto una vez hace algunos años. Lo habíamos
entonces atribuido a una sensibilidad genética de una variedad.
Pero esta
vez, resulta que en una finca asociada, en Huelva, a un centenar de kilómetros
más al oeste, cerca de Portugal, se observan los mismos daños, en una variedad
de nectarina amarilla, que no presenta problema en Sevilla.
Podemos dudar
de la causa genética, aunque es probablemente un factor agravante.
El análisis del
fenómeno nos muestra que es probablemente debido a una sensibilidad de la
epidermis, causada por su estado de madurez. Cuanto más avanzada la madurez,
más sensible es la epidermis.
La zona de
Huelva es un poco más precoz que la zona de Sevilla. La misma variedad se
encuentra más avanzada ahí que aquí, y la lluvia ha provocado ahí un daño que
no ha hecho aquí.
Se trata
probablemente de una reacción de tipo osmótica, provocada por la presencia de
agua muy pura (agua de lluvia), en la piel de una variedad muy cerca de su
madurez fisiológica, en la que los jugos celulares son muy concentrados. La osmosis
provoca un paso de agua a través de la pared celular, del líquido más puro
hacia el líquido más concentrado.
Las paredes
celulares superficiales revientan por culpa de una presión interna excesiva,
provocada por esta penetración de agua de lluvia, con el consecuente daño,
visible en las fotos. Las células epidérmicas reventadas se oxidan y toman esa
coloración marrón o negra, pero sin provocar daño interno. La fruta sigue
siendo perfectamente sana.
Y nos
encontramos, una vez más, con fruta sin problema real, que terminaran a la
basura por un defecto visual, por fealdad.
Los problemas
de intemperies se esconden a veces en situaciones de las más ordinarias. Una pequeña
lluvia primaveral sin historia, se convierte de manera involuntaria en
intemperie, con graves consecuencias económicas.
Otro desperdicio
tonto de alimentos.
Sobre este
mismo asunto, os invito a leer el siguiente artículo, muy corto:
Esta iniciativa, discutible, y discutida por muchos actores del
sector de frutas y hortalizas, tiene el mérito de poner de evidencia un
auténtico problema de nuestra sociedad.
¿Es normal tirar tantos
alimentos perfectamente sanos, solo porque son feos ?
¿De verdad es el
consumidor tan tonto como lo quieren dejar pensar algunos, hasta el punto de no
poder comprar productos menos bonitos ?
¿No se puede educar el
consumidor, o mejor dicho, informarlo correctamente ?
¿No puede haber, en una
misma tienda, una gama de productos de primera, a base de productos bonitos, y
una segunda gama, más barata, con productos con defectos, o incluso feos, pero
igual de buenos ?
¿No existen
algunos intereses económicos que impiden esta doble presentación en
estanterías, en detrimento del consumidor y del productor, con el riesgo, una
vez más, de provocar una reducción del consumo de productos frescos, con nefastas
repercusiones sobre la salud?
En plena
época del “desarrollo sostenible”, del “protegemos el planeta” y del “pronto deberemos
saber alimentar a 10.000 millones de seres humanos”, ¿es aceptable, y ético, de
dejar destruir, sin reaccionar, hasta cerca de la mitad de las frutas y
hortalizas producidas?
Podéis, sobre
este tema, volver a leer mi publicación nº1 “desperdicio de alimentos”, de
enero de 2014.
Siempre volvemos
a lo que ya he escrito, y seguiré escribiendo: el consumidor está tomado por
tonto, y está ampliamente explotado.
Incluso, os
enseñare, en unos días, cosas aún peores. Frutas afeadas por su mejor calidad,
y tiradas a la basura ¡por ser mejores!
¿Os
sorprende? ¿Os parece chocante?
No tanto como
a mí, que las produjo. Se va uno acostumbrando, pero me pongo malo.
Solo quedan
unos días para que pueda hacer unas fotos bonitas, de frutas de este tipo, para
poder ilustrarlo.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire