No lo he
abordado todavía, y sin embargo es un tema fundamental en cuanto hablemos de
agricultura.
Pues no hay
vida sin agua. Y la agricultura trabaja exclusivamente sobre seres vivos, sean
plantas o animales. Pues no hay agricultura sin agua, con lo que tampoco hay
alimentos sin agua.
En muchas
zonas del mundo, las lluvias son suficientes, en cantidad y en repartición a lo
largo del año, para satisfacer a las necesidades de agua de la agricultura. Por
ejemplo, en Francia, país con una agricultura muy desarrollada y moderna, solo
el 7% de las tierras agrícolas son de regadío. En España, país con un clima
mucho más seco, 20% de las superficies agrícolas son de regadío.
Es una de las
contradicciones de la agricultura. Cuanto más seco sea el clima, o cuanta menos
lluvia haya para restaurar las reservas de agua, más elevadas son las
necesidades de riego. Cuanta menos agua disponible haya, mas falta hace.
En realidad,
no es exactamente la situación. La mayoría de las zonas del mundo tienen una pluviometría
anual media suficiente, en teoría, para cubrir las necesidades de la
agricultura. El problema se situa en la repartición de las lluvias, y de la
evaporación, proceso fisiológico normal de las plantas. Cuanto más elevada sea
la evaporación, más agua necesita la planta para “hacer el mismo trabajo”.
Vamos a
escoger dos ciudades europeas, Rennes, en Francia (Bretaña), con su clima
oceánico templado, y Sevilla (Andalucía), con su clima mediterraneo caluroso.
Los datos
climáticos, de pluviometría anual total son los siguientes:
Rennes entre
400 y 1050 mm, con media de 695 mm.
Sevilla entre
290 y 1090 mm, con media de 530 mm.
Las
diferencias aparentes no son muy elevadas.
Sin embargo,
la observación de las curvas comparadas de la pluviometría media enseña una
repartición muy diferente.
La
pluviometría de Rennes tiene una curva bastante plana, y la de Sevilla enseña
una sequía normal que dura de 4 a 5 meses durante el verano.
A ese
fenómeno, hay que añadir el criterio de la evaporación, o más exactamente del
déficit hídrico, es decir de la diferencia entre pluviometría y evaporación.
En Rennes, se
situa entorno a 200 mm por año cuando en
Sevilla se situa entorno a 600 mm por año. Eso significa que en Rennes, la
evaporación anual es superior de 200 mm a la pluviometría anual, cuando en
Sevilla, es superior a 600 mm.
Un campo de
maíz situado en la zona de Rennes no tiene las mismas exigencias de agua que el
mismo campo de maíz situado cerca de Sevilla.
Os recuerdo
que 1 mm de lluvia o de evaporación, es una cantidad de 1 litro por m2, lo que
equivale a 10.000 litros por hectárea o 10 m3/ha.
Así que si os
explico que un cultivo necesita 5.000 m3 de agua de riego por hectárea y por
año, es que necesita 500 mm de agua que no encuentra naturalmente en el sitio.
Es por el riego que se va a compensar el déficit hídrico.
Bien. En lo
que se refiere a la agricultura local, las consecuencias son obvias. En el area
de Rennes, solo el 0,7% de las superficies de cultivo tienen riego. En el area
de Sevilla, el 37,7% de las superficies lo tienen. A nivel mundial, apenas un
20% de la superficie cultivada tiene riego, pero sin embargo, produce más de la
tercera parte de la cantidad global de alimentos.
Hasta ahora,
todo es lógico. Llueve menos en Sevilla que en Rennes, pero tambien hace mucho
más calor y la evaporación es muy superior.
El problema
viene pues del hecho de que en zonas donde la lluvia responde a ciclos
temporales, y la agricultura tiene necesidades de agua en épocas secas, es
imprescindible tener, o crear, reservas de agua. Hay que poder acumular en
embalses, el excedente de agua en épocas de lluvia, para poder disponer de ella
en épocas secas.
Es el caso de
España, un pais que ha desarrollado y llevado a cabo, hace muchos años ya, una
politica de autosuficiencia de agua.
E incluso si
las circunstancias politicas y sociales
de la
construcción de estos embalses son muy controvertidas (España estaba en un
regimen dictatorial), el resultado sigue muy presente, cerca de 30 años después
de la restauración de la democracia, permitiendo al país, tener una agricultura
muy dinámica, y una de las mas modernas en el mundo en lo que a riego y
nutrición vegetal se refiere.
Es evidente
que la adaptación de las estructuras es imprescindible en todas las regiones
donde la falta de agua es habtual. Pero las adaptaciones posibles, asi como los
métodos de riego son variables.
Las primeras
adaptaciones conocidas, corresponden a lo que es hoy reconocido como la
invención del riego, y se remonta a más de 5000 años antes de Cristo, en
Mesopotamia.
Imagen extraída de la preciosa página web http://www.sienteamerica.com/posts/2472-8-paisajes-de-montanas-en-terrazas
Existen
numerosas polémicas sobre el uso del agua en agricultura, y sus consecuencias.
La primera es
que la agricultura consume una enorme cantidad de agua dulce. Es verdad, según
la FAO, más del 70% del consumo de agua dulce en el mundo procede de la
agricultura. ¿Para algunos, es un escandalo? No hay problema. Baja con dejar de
alimentarnos, y se resuelve el problema.
Pero no es
tan simple. ¿Se puede reducir el consumo de agua en agricultura? La respuesta
es si, sin lugar a dudas.
Pero reducir
el agua en agricultura tiene un coste, especialmente un coste energético. Pues
hay que elegir entre ahorrar el agua dulce gastando mas energía, o ahorrar
energía gastando mas agua dulce.
El problema
es difícil y complejo. Quiero abordar estos asuntos, intentando clarificar
algunas cosas sobre este inmenso tema.
Sera una
nueva serie, simplemente titulada “agua y riego”.
Os hablare de
métodos de riego, de vigilancia de las necesidades de las plantas, de calidad
de agua, de gestión de las reservas, de contaminación, de fisiología vegetal,
etc.
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