CASO DE CONCIENCIA AGRO-ECOLÓGICO
Hoy, para seguir con el tema de mi
último artículo (mi mejor éxito de librería hasta la fecha, ya que es, con
diferencia, el más leído), quiero presentar una situación real, en la que una
decisión política, a primera vista justificada, destinada a reducir el consumo
de agua en agricultura, tendrá a corto plazo, tristes consecuencias medio
ambientales.
Una de las fincas de las que tengo la
responsabilidad, situada cerca del río Guadalquivir, es bordada, y luego cruzada
por un arroyo temporal. Este arroyo se alimenta de un manantial que se agota en
verano, excepto cuando las fincas del entorno riegan sus cultivos por gravedad,
es decir por un sistema de inundación más o menos bien controlado. Este tipo de
riego tiene como particularidad, de siempre gastar mucho más agua del que los
cultivos necesitan.
El excedente termina, bien por
percolación (por filtración a través del suelo) hacia el acuífero, muy
superficial en ese sitio, o por desagüe de superficie hacia este pequeño
arroyo, que luego termina a su vez en el río Guadalquivir, pocos kilómetros más
adelante.
Este pequeño arroyo tiene la
particularidad de haber sido cubierto, a unos 5 kilómetros de su fuente, hace
ya muchos años, para facilitar el desarrollo urbano de un pueblo vecino.
A fin de cuenta, este arroyo queda
alimentado casi todo el año por las lluvias entra Octubre y Mayo, y por los
excedentes de riego durante los 4 a 5 meses de casi total ausencia de
precipitaciones entre mediados de Mayo y mediados de Octubre, cosa habitual por
aquí.
Este trocito de paraíso, aunque
rodeado de inmundos agricultores que no dudan ni un segundo en tirar
plaguicidas y abonos, ha visto el desarrollo, con los años, de toda una fauna
específica entre la que se encuentran, por ejemplo espátulas, garzas, garzas
reales, cigüeñas, fochas, martines pescadores, patos, cormoranes, muchas aves
rapaces, pero también zorros, ginetas, meloncillos, sin contar una fauna más
difícil de observar de serpientes, lagartos y varios más, así como tortugas.
Esas tortugas son autóctonas de las
orillas del Guadalquivir (Emys orbicularis hispanica), o Galapago europeo. Sin ser una especia amenazada, al
menos en el Sur de España, esas tortugas tienen un serio problema desde varios
años, por culpa de la proliferación fuera de control de la demasiado famosa
tortuga de Florida (Trachemys scripta elegans). La conocéis, y quizás sois
parcialmente responsables de la situación. Es la pequeña tortuga marrón-verde
con rayas, con sus manchitas rojas en los laterales de la cabeza, la que se
puede comprar en tiendas de mascotas, en sus pequeños acuarios de plástico.
Pues esta tortuga americana, carnívora, muy voraz y prolífica, hoy se considera
una especia invasiva. Su venta es mucho más controlada desde unos años, pero
todavía no lo suficiente. Muchas de esas tortugas se han soltado en lagos y
ríos de la región, por padres que se dieron cuenta que muerden, se ponen
grandes, y además son a menudo portadoras de salmonelosis. Se han convertido
rápidamente en un serio problema medio ambiental ya que, siendo más agresivas y
prolíficas que las tortugas autóctonas, las están suplantando progresivamente.
Numerosos programas de conservación
han sido implantados, especialmente en las reservas naturales, y
particularmente en el Parque de Doñana, en la desembocadura del río
Guadalquivir, la mayor reserva de aves y uno de los mayores humedales de
Europa. Estos programas se basan en capturas por trampeo de las tortugas. Se
sueltan las autóctonas y se eliminan las tortugas de Florida, de manera de
mantener sus poblaciones en unos niveles tolerables.
Regresemos a nuestro pequeño arroyo. A
lo largo de los años, un equilibrio ecológico se impuso en ese corto tramo. Es
muy mono, y me gusta mucho observarlo, mientras estoy visitando las
plantaciones, y ver huir las aves asustadas por mi presencia, para ponerse otra
vez a pocos metros de distancia. las tortugas viven en paz, sin el riesgo de colonización por la terrible tortuga de Florida, ya que el arroyo es aislado. Es bonito, es bucólico, y me da el sentimiento
de no ser un horroroso contaminador, aunque esté usando plaguicidas y abonos
(con cuidado).
¿Cuál es el problema?
Pues simplemente que, como os lo conté
en mi anterior artículo, es necesario (y políticamente correcto) ahorrar el
agua dulce.
La agricultura española debe su
dinamismo principalmente a la construcción, durante la dictadura franquista, de
cientos de embalses en todo el país, para poder almacenar el agua de lluvia.
Estos embalses están conectados con las ciudades y las áreas agrícolas por una
inmensa red de canales. Disponer de agua en verano no es un recurso natural
aquí. Es un recurso y una riqueza creados por el hombre para el desarrollo de
su economía.
Si eso, España sería probablemente un
país todavía pobre, ya que el desarrollo de su agricultura es uno de los
pilares de su desarrollo económico, actualmente, con la terrible crisis
económica que está azotando el país desde varios años, es el sector económico
que le mantiene la cabeza fuera del agua, con el turismo.
Pues hay que ahorrar agua. Bien. Y
para eso, infraestructuras de canalizaciones enterradas se están instalando por
todo el país, que abastece, o abastecerá los agricultores con agua a presión,
con contador de agua para cada uno. Es evidente que la facturación por volumen
de agua consumido se va generalizar progresivamente. Los agricultores serán
incentivados a reducir su consumo de agua para poder reducir su factura.
¿Y qué le va pasar a mi pequeño
arroyo? Se volverá temporal nuevamente.
Las aves se irán a buscar otras zonas.
No me preocupo mucho para ellas, encontraran otras áreas para instalarse. Los
zorros, las ginetas, serpientes y otros animales terrestres tendrán más
dificultades para realojarse, pero es probable que lo consigan.
Sin embargo, las tortugas son
condenadas, de hecho. El arroyo actual, pequeño paraíso para ellas, que les
permite vivir y prosperar en paz, se convertirá en un infierno, sin agua. Lo
que actualmente les protege, las matara. El arroyo es cubierto sobre una larga
distancia, más debajo de la finca, y las tortugas serán incapaces de sortear
ese obstáculo.
Me gusta mucho observar esas tortugas,
que a su vez no deben sentirse muy felices de verme, ya que se escabullen en el
agua cada vez que me ven. Sin embargo sé que a más o menos largo plazo,
desaparecerán de este pequeño arroyo que volverá a ser estéril, por falta de
una cantidad suficiente de agua para garantizar las condiciones de supervivencia
de las especies que ahí viven, durante los 4 a 5 meses que dura el largo verano
andaluz.
Ya está, es la crónica de una muerte
anunciada.
¿Cuantas situaciones parecidas existen en el mundo? Probablemente
miles. Si es así, ¿hay
que ahorrar agua? Si, por supuesto, pero cuidado con las consecuencias medio
ambientales.
La naturaleza es un equilibrio
delicado, creo que sobre esto, esta todo el mundo de acuerdo.
Pero concebir una naturaleza sin
agricultura, es también concebir un planeta sin humanos.
Pues tenemos que tener mucho cuidado
con las decisiones políticas insuficientemente estudiadas.
La agricultura es parte integrante de
los equilibrios ecológicos.
Reducir el consumo de agua dulce es
también condenar determinados
equilibrios a modificarse, y por consecuencia, algunas especies frágiles, como
estas tortugas, a desaparecer. Es también condenar regiones enteras, incluso un
país entero al empobrecimiento de su biodiversidad. En efecto la creación de
esos embalses y de esos canales, y el abastecimiento en agua de muchos arroyos
en todo el país, han mejorado considerablemente la situación ecológica de
España, creando nuevas zonas de biodiversidad, nuevas áreas de nidificación,
total, un elevado enriquecimiento de su fauna y de su flora.
Una drástica reducción del consumo de
agua de la agricultura tendrá como consecuencia, entre otras cosas, un brutal
retroceso ecológico, y una probable aceleración de la desertificación de
España, es decir consecuencias medio ambientales profundamente negativas.
El
ahorro de agua, ¿justifica la toma de un riesgo tan elevado?
¿No existen otras vías para conseguir
resultados similares, con un menor coste medio ambiental? ¿Se puede generar o
almacenar agua dulce en cantidades grandes, para poder preservar, tanto la
producción de alimentos, como todos los ecosistemas que de ello dependen?
Es
el caso de consciencia del día.
No se puede hacer ecología política
sin involucrar la agricultura y, lo queramos o no, una agricultura moderna,
dinámica y productiva.
Es que mientras tanto, la población
mundial sigue creciendo inexorablemente.
Pues
trabajemos juntos, para una agricultura siempre más respetuosa con el medio
ambiente, la salud de los trabajadores y de los consumidores, ahorradora de
agua, lo justo, equitativa y productiva.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire