AGRICULTURA Y CONSUMO DE AGUA.
He leído con mucho interés, y
compartido en mis redes, ya que estoy de acuerdo con lo principal, un artículo
del 24 de Noviembre, publicado en el periódico francés La Croix, a propósito de
la compartición del agua.
Al principio del artículo, se hace una
primera pregunta, que traduzco íntegramente a continuación, sobre los
principales usos del agua en Francia.
“¿Cuáles
son los usos del agua?
Tres
grupos de usuarios cogen el agua en el medio natural: las colectividades para
alimentar los hogares en agua potable; la industria nuclear para refrigerar las
centrales, y los agricultores para las superficies en riego. Los dos primeros
usos son casi neutros para los medios naturales. En efecto, el agua utilizada
por los hogares o por las centrales se devuelve a los ríos después de haber
sido utilizada y descontaminada. Es muy diferente para los usos agrícolas: el
agua de riego es totalmente “consumida” por la planta. En consumo neto, los
agricultores realizan el 50% de los bombeos, una proporción que alcanza 70%
durante los meses de verano.”
Quiero hacer un comentario al
respecto. El artículo dice claramente que los usos domésticos e industriales
son neutros para los medios naturales, pero no el uso agrícola.
No estoy de acuerdo con esta visión
del problema.
El consumo de agua no existe. El agua
no desaparece. La cantidad de agua disponible en la Tierra es prácticamente la
misma hoy que hace mil años.
El agua no se consume, se usa, para
beberla, para lavar, para regar, para las necesidades de la industria, para la
producción de energía, para transformarla en gas (oxígeno e hidrógeno), para
disolver un montón de cosas.
La agricultura usa el agua para las
necesidades vitales de las plantas y los animales, pero no la consume.
Las plantas utilizan el agua para sus
necesidades fisiológicas y la evacúan o en forma de evaporación, o en el
alimento producido. El excedente de agua llega a los acuíferos, alimentándolos,
o a los ríos, participando a mantener un nivel suficiente, incluso en verano.
El agua evaporada llega a la atmósfera
en forma de vapor de agua, alimentando la humedad del aire y las nubes, o sea
las precipitaciones.
El agua “exportada” con los alimentos termina
siendo consumida para ser devuelta “a los ríos después de su utilización y
descontaminación”.
Total, esta agua no se consume, cambia
de estado. No tiene nada que ver.
Los recursos de agua pueden
evolucionar localmente, pero no a nivel planetario.
Sin embargo, existe una forma de
consumo de agua. Pero solo si hablamos de agua dulce y de agua potable. Es
donde se sitúa el problema. Y es cuando hablamos de otra cosa. Los organismos
vivos terrestres necesitan, en su inmensa mayoría, de agua dulce, y potable.
Pero
seamos claros, sin agua dulce, no puede haber producción de alimentos. En otras
palabras, no se puede producir alimentos sin agua. La agricultura es y será
siempre una actividad exigente en agua dulce.
Sin embargo, sería un error negar el
problema del desperdicio de agua en agricultura. Se trata en realidad de una
mala gestión del agua disponible en un momento determinado, y en un lugar
determinado.
En efecto, la agricultura necesita
agua dulce, no es obligatorio que sea potable, pero sí dulce. El agua potable
es sobre todo necesaria en el proceso de lavado del producto cosechado antes de
su puesta en el mercado, para no correr el riesgo de contaminarlo con aguas no
aptas para el consumo humano. En las zonas donde el agua dulce es poco frecuente,
puede haber cierta competencia en el uso del agua disponible, entre las
necesidades humanas vitales (beber), domésticas (lavar, lavarse, regar los
jardines), industriales, energéticas y agrícolas.
Es cuando entramos en un tema mucho
más delicado, la política. La repartición del uso del agua es ante todo un
problema político. ¿Cuáles son las actividades que una comunidad territorial
determinada desea privilegiar? ¿En qué momento de la vida política local
interviene el debate? ¿Existen intereses ocultos?
El agua es un arma política, e incluso
geopolítica. Algunos países lo han entendido muy bien, cuando han construido
grandes embalses en ríos que alimentan otros países vecinos, situados más
abajo. Hoy, en los países industrializados, el agua es objetos de atención, y
es un poderoso medio de presión política.
Sea cuál sea la presión política, una
comunidad territorial tiene que saber equilibrar las actividades económicas que
alberga.
¿Por
qué es necesario ahorrar agua en agricultura? Ante todo para equilibrar la
disponibilidad del agua entre todos los usos. La agricultura es el primer
consumidor de agua dulce a nivel mundial, y por este motivo, tiene que hacer un
esfuerzo especial en esa dirección.
Y es donde entran en juego varias
consideraciones.
-
Para
poder ahorrar agua en agricultura, hay que disponer de sistemas de riego que
gastan poca agua. Todos esos sistemas exigen energía, y una inversión grande en
infraestructuras de riego. No todo el mundo tiene los recursos necesarios para
esas inversiones.
-
Las
inversiones en infraestructuras deben ser acompañadas de inversiones
energéticas. Las bombas de agua para el riego no funcionan solas. Es necesario
tener, o una disponibilidad de electricidad, con las redes de producción y
distribución adecuadas, o motores térmicos, que gastan y contaminan mucho.
-
Muchas
áreas o regiones tienen una política del agua que no incita el agricultor a
realizar esas inversiones. Solo una facturación del agua por el volumen gastado
es incitativa, ya que el agricultor tendrá ganas de hacer la inversión para
poder reducir su factura de agua. La facturación por hectárea es todavía muy
(demasiado) habitual, o sea un pago fijo, independiente del volumen realmente
gastado.
-
El
riego tradicional por gravedad, o por inundación, presenta la ventaja, por su
gran consumo de agua, de mantener determinados ecosistemas activos alrededor de
ríos y arroyos alimentados por los excedentes de agua. La reducción del consumo
de agua puede tener muy graves consecuencias para la supervivencia local de
ciertas especies vegetales y animales.
-
La
reducción de las cantidades de agua utilizada en agricultura, también pasa por
la creación de redes de formación, de asesoramiento y de vigilancia, ya que
exige una evolución importante en la tecnificación de las explotaciones
agrícolas.
Total, la gestión del riego con la
finalidad de reducir el gasto de agua dulce no es neutra, ni sobre el coste de
los alimentos, ni sobre las repercusiones medio ambientales de los cambios
ocasionados.
La
agricultura no solo tiene un indiscutible papel en la producción de alimentos,
también tiene un papel primordial en el mantenimiento de los ecosistemas.
Cualquier reforma aportada en los
modos de producción agrícolas, tiene sistemáticamente repercusiones, no siempre
bien calculadas, sobre los ecosistemas del entorno.
Numerosos son los que tienden a
considerar la agricultura, ante todo como una fuente principal de
contaminación. Ha sido verdad, pero lo es muchísimo menos hay en día. No todo
es perfecto, ni mucho menos. Pero cuidado con las decisiones políticas apresuradas,
sin estudio exhaustivo de las posibles repercusiones en todos los ámbitos,
especialmente en lo que a agua se refiere.
No
debemos olvidar nunca, que sin agua, no hay producción agrícola posible, o sea
no hay producción de alimentos.
Beber
y comer siempre serán las primeras necesidades vitales de todos los seres
vivos.
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