SOY CHARLIE – CARICATURISTAS, ¡COGED
VUESTROS LAPICES!
Hoy no voy a hablar ni de
alimentación, ni de agricultura. ¿Por qué?
Porque en estos días, me cuesta mucho
publicar cualquier cosa que no sea en relación con el atentado contra el periódico
francés Charlie Hebdo.
Es a la vez una manera de duelo, de
respeto, y como una resaca. Todo lo que puedo publicar me parece pequeño, sin interés,
frente al enorme alcance de este horroroso acto.
Hay que reconocer que es horroroso, y
sobre todo es señal de una mente débil, de una total falta de argumentos
intelectuales, o más que nada de una negación del valor de la inteligencia.
Las personas a las que iba dirigido el
atentado eran cronistas y diseñadores caricaturistas, a menudo excesivos (también
es la especificidad de la caricatura), pero cuyo único objetivo era la defensa
de la libertad de pensamiento, de la libertad de la prensa y de la libertad de
expresión, independientemente de la religión, de la raza o del lado político.
Es por eso que el trauma es tan
grande, incluso en personas que, hasta entonces, no apreciaban, o incluso
odiaban a Charlie Hebdo.
De pronto, por ese insensato asesinato
múltiple, todo el mundo se dio cuenta de la importancia, en una democracia, de
tener un puñado de caricaturistas, a menudo excesivos, que nos recuerdan sin
descanso que nuestras libertades tienen un coste, que son frágiles, y que están
atacadas por todas partes. Los caricaturistas son defensores de nuestras
libertades.
Soy Charlie. "No estoy de acuerdo con lo que dicen, pero me peleare hasta la muerte para que tengan el derecho de decirlo." Voltaire (1694-1778)
Este atentado es ante todo un ataque a
los valores de libertad que Francia, al igual que muchas democracias en el
Mundo, han inscrito en sus constituciones.
Lo políticamente correcto, que se
impone progresivamente en nuestra vida cotidiana, mata a la libertad de
pensamiento, la libertad de prensa y la libertad de expresión.
¿Cuál es el problema?
Nuestras sociedades han dejado de
preparar sus ciudadanos a entender la caricatura.
La caricatura tiene una auténtica
función social y política. Sirve para resaltar y criticar las derivas.
¿Quién va criticar una situación
normal? No hay nada que decir, ya que es normal. La caricatura siempre ataca a
los excesos, las derivas. Y es muy sano.
La caricatura es y debe seguir siendo
un tipo de barandilla protectora de las libertades y de las instituciones.
Pero para que la caricatura tenga el alcance
que pretende, el pueblo debe haber sido preparado a entenderla, a interpretarla
de manera positiva.
Sino, se produce lo que se observa
cada vez más, y que ha llevado a esos terribles atentados, la incomprensión, y
por consecuencia el sentimiento de agresión. Las reacciones entre los jóvenes de
los institutos son la repulsa del atentado, pero sobre todo la crítica y la incomprensión
de las caricaturas. Nadie les explico para que sirven, lo que significan, y que
tienen una razón para existir. No ven la crítica social. Solo ven una agresión
contra la religión.
Las caricaturas sobre el Islam, no
buscan herir a los musulmanes, ni a criticar el Islam, ni al profeta como guía
espiritual. ¿Son excesivas? Es posible. Pero solo denuncian las
interpretaciones belicosas que se hacen de los textos sagrados y las derivas
extremistas que se están observando en todo el Mundo.
El problema, es que una caricatura
siempre tiene una diana, y a esta diana, no le va a gustar.
Nuestra sociedad se debilita, porque
ha renunciado, desde muchos años, a enseñar sus fundamentos a los niños. Les educa,
les enseña ciencias e idiomas, pero no les enseña las bases de la vida en
sociedad.
Cuando era niño, en primaria, teníamos
clases de moralidad. Se trataba de aprender a ser bien educado, a saludar, a
respetar las personas mayores, a respetar las diferencias, total, a comportarse
en la sociedad.
Más tarde, en el colegio, teníamos clases
de instrucción cívica. Era la base del funcionamiento de las instituciones, que
es el deber cívico, porque hay que votar, para que sirven las leyes, etc. Total,
el funcionamiento y los valores sociales de nuestra sociedad.
Era en el siglo pasado. ¿Hay que
concluir que ha habido progreso en este campo?
Los últimos acontecimientos nos
demuestran, si todavía fuera necesario, que no. No solamente no ha habido
progreso, pero al contrario, nuestras sociedades van hacia atrás en materia de
tolerancia y de comportamiento social y cívico. En el mismo tiempo, las
religiones, los partidos políticos, los sindicatos y los extremismos de todos
tipos, han tomado el relevo.
Hace mucho tiempo que esos valores ya no
se transmiten, en la mayoría de las familias. Las bases del comportamiento
social y cívico se transmiten por enseñanzas privadas, muy a menudo partidistas,
incluso sectarias.
¿Quién enseña los valores de la
democracia, de la libertad?
¿Quién enseña la moralidad y la normalidad
sociales, para poder ver y entender sus derivas?
El estado debe volver a mandar en la
educación cívica de sus ciudadanos. La escuela tiene que jugar un papel
fundamental en la formación de los ciudadanos de mañana. El alcance y las
consecuencias de todas esas educaciones ideologizadas siempre serán menores si
los niños que las reciben, también reciben una formación cívica, tolerante y
sin partidismo ni ideología.
Aquí, en España, hace unos años, ha
habido un violento debate de sociedad sobre la pertinencia de añadir a los
programas escolares una formación sobre la ciudadanía. Esta formación fue
instituida por el gobierno socialista de entonces, luego eliminada por el
siguiente gobierno, conservador.
Ese programa era mal preparado,
demasiado partidista sobre determinados puntos sensibles, pero lamento que, en
vez de suprimirlo, el gobierno conservador no haya tomado el tiempo de
reformarlo. La sociedad española, hasta el momento, ha sufrido poco de los
sectarismos de todos tipos. Pero, ¿Qué pasara mañana? Es muy probable que las
derivas que se observan en Francia y en otros países democráticos, también se
produzcan aquí.
Creo firmemente que la Unión Europea
debería imponer a los países miembros, de incluir una formación social y cívica
en los programas escolares, desde las clases de primaria.
Es una de las mejores maneras, sin
violencia y efectivas a largo plazo, de reducir las derivas sectarias a las que
asistimos actualmente, y que se van reforzando.
Hoy he participado a la manifestación
silenciosa, aquí en Sevilla, para mostrar mi repulsa a esos actos de barbarie.
Pero esa manifestación, al igual que
todas, tanto en Francia como en el Mundo, se harán en vano si nadie toma
conciencia del malestar que existe y de sus causas, y si nadie pone en marcha
los medios para (re) desarrollar una enseñanza social y cívica de calidad.
Soy Charlie
Sin embargo, siempre quedara una
sombra sobre los movimientos de apoyo: la sombra de la recuperación.
Hoy, en la gran manifestación de
Paris, estaban presentes varios dirigentes o altos representantes de gobiernos que
imponen, en sus países, un control estricto de la prensa, y que luchan a nivel
institucional contra la libertad de pensamiento, la libertad de prensa y la
libertad de expresión.
¿Qué se puede pensar de ello?
Recuperación política o declaración de
intenciones?
CARICATURISTAS, ¡COGED VUESTROS LAPICES!
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire