samedi 17 janvier 2015

37- Cosmética de los alimentos

COSMÉTICA DE LOS ALIMENTOS

Me gusta mucho el reciente movimiento de “Les Gueules Cassées” (Los Rostros Rotos), en Francia. Este movimiento fomenta la venta y el consumo de productos feos, es decir de productos que han sido desclasificados y destinados a la basura por defectos de aspecto. Es una alusión a los soldados franceses desfigurados por la Primera Guerra Mundial.
Soy muy receptivo a este problema, y si me leéis desde tiempo suficiente, habéis visto mis artículos 18, 19, 21 y 23 de los meses de mayo y junio sobre estos problemas. Si me seguís en Facebook, Twitter o LinkedIn, también habéis visto varias re-publicaciones sobre este tema. El movimiento comienza a ser copiado en varios países.
Quiero volver una vez más sobre este tema, después de un artículo argentino, que he publicado en mis distintas cuentas, en el que un científico, Daniel Igarzábal, director del Laboratorio de Investigación, Desarrollo y Experimentación Regional (Córdoba), dice, durante una conferencia, que la agricultura debe cambiar de orientación y dejar de considerar los insectos como enemigos, favoreciendo en el mismo tiempo la biodiversidad, para poder convivir con ellos.

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En el fondo, estoy de acuerdo con él, pero la realidad de la agricultura actual no es exactamente la del que sueña. La agricultura no puede cambiar sola. Es la sociedad que debe cambiar, y la agricultura con ella.
Para comprender la problemática del agricultor, hay que situarse, no en la posición del investigador científico y de la naturaleza y de sus mecanismos que es Daniel Igarzábal, sino en la posición del actor económico, integrado en la sociedad, y que tiene que cumplir con sus exigencias, que es el agricultor.
Hay que ir hacia lo que dice, es casi seguro, pero para hacerlo hay que cambiar algunos postulados de nuestra civilización moderna.

En las frutas y hortalizas, y en el conjunto de los productos agrícolas no destinados a la transformación, cerca del 50% de los tratamientos realizados con plaguicidas, ecológicos o convencionales, tienen un objetivo cosmético. Quiere decir que se aplican para resolver un problema, insecto a enfermedad, cuyos únicos efectos son de orden estético en el producto que se tiene que proponer al consumidor.
¿Es razonable? ¿Es compatible con una agricultura sostenible y respectuosa con el Medio Ambiente?
Obviamente no, pero para resolver este auténtico problema de sociedad, el movimiento de Les Gueules Cassées no será suficiente, y además, no va realmente en la buena dirección.
Su meta, más que honorable, es de reducir el escandaloso desperdicio alimenticio de nuestra sociedad. Busca y consigue una toma de conciencia del conjunto de la sociedad civil de un problema que no para de empeorar. Está muy bien, pero no puede solucionar el problema del agricultor.

Regresemos un momento hacia la problemática.
El agricultor es una persona que cultiva la tierra para criar plantas o animales, con el objetivo de ganarse la vida con la producción de alimentos. Vive al ritmo de las temporadas, se levanta temprano, tiene tractores y botas de goma, y no tiene problemas de tráfico.
Pero no hay que olvidar lo esencial. El agricultor debe enfrentarse a problemas muy concretos, muy lejos de las preocupaciones filosófico-filantrópicas de alimentación de la humanidad en el respeto de Madre Naturaleza. Tiene que llevar una empresa, más o menos grande, de la que tiene que garantizar la perennidad asegurándole unos ingresos suficientes para que funcione, y a la vez sacar de ella unos ingresos dignos.
Es muy poco poético y romántico, sin lugar a dudas, pero a las administraciones de Hacienda o de la Seguridad Social, no les preocupa mucho.

Seamos claros, un agricultor, sea cual sea la escala a la que trabaja, es ante todo un empresario, y como tal, debe gestionar el conjunto de los problemas propios de esta actividad.
Su primer problema: entregar a sus clientes productos conformes con unos protocolos. En función de unos criterios de calidad, los productos serán clasificados en categorías, y pagados en consecuencia. Cuanto más elevada sea la calidad, más elevado serán los ingresos del agricultor, para una misma cantidad entregada.

A partir de esta constatación, ¿cuál es el sentido de la palabra calidad? Es donde nos encontramos con un problema. Cada uno de los escalones del circuito comercial alimentario tiene su propia definición de la calidad, y es otro verdadero problema de sociedad.
Para el agricultor, el producto debe ser suficientemente fácil de producir para poder conseguir un porcentaje elevado de primera calidad, debe conservarse bien, no debe ser muy sensible a parásitos, debe ser productivo, de manera de darle todas las opciones de venderlo bien y sacarle un ingreso suficiente.
El comercializador espera de los productos que compra y vende, que sean bonitos, se conservan bien, resistan bien a la manipulación, que sean suficientemente buenos para que el consumidor vuelva a comprarlo (no quiere decir que deben ser buenos, sino que no pueden decepcionar, es diferente), y que le permitan extraer un margen comercial suficiente. Además, desde unos años, se preocupa por la seguridad alimentaria, ya que un importante riesgo comercial.
El consumidor espera de los productos que compra que sean sanos, buenos de comer, y no se pudran con excesiva facilidad.

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Sí, pero el consumidor no ha sido educado para la compra de sus alimentos. No sabe reconocer un producto mejor que los demás. Como se suele decir, el consumidor compra con la vista. Todas las encuestas de consumo lo demuestran: pongamos al lado el uno del otro, dos productos idénticos, digamos unas manzanas Golden, para escoger un producto muy común. Uno de los lotes es perfecto, con forma bonita, un color precioso, sin defecto de piel. A lado tenemos un lote más irregular de forma, de calibre, y sobre todo de aspecto (algunos daños de rozamientos, algunas manchas). Las manzanas las más bonitas serán vendidas antes, aunque sean más caras, aunque coman peor. Es una realidad.
Les Gueules Cassées lo han entendido y defienden, con éxito, los productos más feos.
Las empresas comercializadoras, y especialmente los supermercados lo han entendido muy bien, que exigen de sus proveedores, agricultores, cooperativas o agrupaciones varias, que les entreguen productos cuya estética se acerca cada vez más de la perfección.
La consecuencia para el agricultor, es que sus ingresos dependen de dos principales factores, la productividad (una hectárea de cultivo cuesta casi lo mismo, sea cual sea su producción), y el porcentaje de primera categoría.
Pero lo peor es que, esta tendencia, muy clara en agricultura convencional y en producción integrada, empieza también a aparecer para los productos de la producción ecológica, al menos en la parte que se comercializa por los supermercados.


El movimiento Les Gueules Cassées no resuelve, al menos de momento, este problema. La toma de conciencia que la estética no tiene relación con la calidad es ciertamente positiva, pero la bajada de los precios de venta al consumidor de los productos feos, deja la realidad económica de los agricultores en la cuneta. Cuando pensamos que el agricultor solo cobra de 10 a 20% del precio público, a veces menos, es rápido hacer el cálculo.

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Creo que hay que devolver la confianza a los consumidores sobre los productos que consumen, y en este objetivo, los movimientos de denigrado con ánimo de lucro, lanzados constantemente por los movimientos ecológicos, y a menudo tácitamente apoyados por las administraciones públicas van totalmente a contra-corriente. Ya he hablado de este asunto en mi publicación nº 16 sobre la Producción Ecológica. Esta filosofía/método de producción lleva en sí suficientemente argumentos positivos, para que no le sea necesario machacar sistemáticamente la producción convencional con argumentos falsos o falseados. Esta argumentación negativa solo contribuye a alejar el consumidor de los productos frescos, como lo demuestra la curva descendente del consumo desde varios años., en ningún caso a. Sin embargo, favorecer el aumento global del consumo, podría ser beneficioso tanto a la producción ecológica como a la convencional. En paralelo, reforzaría la posición de la agricultura mientras se aportaría al consumidor todas las ventajas de una dieta rica en productos frescos.

El cambio de dirección que recomienda Daniel Igarzábal solo se puede hacer con un profundo cambio en las sociedades las más ricas. Este cambio tiene que pasar por una educación del consumidor, acción a la que las Gueules Cassées contribuyen de manera importante, pero también y sobre todo una auténtica revolución en la organización de los circuitos de comercialización de los bienes de consumo.
Nada cambiara de verdad sin que esas dos acciones, complementarias e indisociables, sean llevadas a cabo conjuntamente.
Pero hay muchos intereses económicos en juego, y no se podrá hacer sin decisiones drásticas de tipo legislativo.
Se trata de repensar totalmente determinados funcionamientos profundos de nuestras sociedades de consumo.

¿Hay alguien interesado?

37- Cosmétique des aliments

COSMÉTIQUE DES ALIMENTS

J'apprécie beaucoup le mouvement récent des Gueules Cassées, en France. Je suis très sensible au problème, et si vous me lisez depuis assez longtemps, vous avez déjà vu ce que j'ai écrit sur le sujet aux mois de mai et juin dans mes articles 18, 19, 21 et 23. Si vous me suivez sur Facebook, Twitter ou LinkedIn, vous aurez vu plusieurs re-publications sur le sujet. Le mouvement commence à faire des émules dans plusieurs pays.
Je veux revenir sur le sujet, à la suite d'un article argentin (en espagnol), que j'ai publié sur mes différents comptes, dans lequel un scientifique, Daniel Igarzábal, directeur du Laboratoire de Recherche, Développement et Expérimentation Régional (Córdoba, Argentine) dit, lors d’une conférence, que l'agriculture doit changer d'orientation et cesser de considérer les insectes comme des ennemis, tout en favorisant la biodiversité pour pouvoir vivre avec.
Sur le fond, je suis d'accord avec lui, mais la réalité de l’agriculture actuelle n'est pas exactement celle dont il rêve. L’agriculture ne peut pas changer seule. C’est la société qui doit changer, et l’agriculture avec elle.
Pour comprendre la problématique de l’agriculteur, il faut se placer, non pas dans la position du chercheur scientifique et de l'observateur de la nature et de ses rouages, qu'est Daniel Igarzábal, mais dans celle de l'acteur économique intégré dans la société, et devant respecter ses exigences, qu’est l’agriculteur.
Il faut aller vers ce qu'il dit, c'est à peu près sûr, mais pour cela, il faut changer certains postulats de notre civilisation moderne.

Sur les fruits et légumes, et sur l’ensemble des produits agricoles non destinés à la transformation, près de 50% des traitements réalisés avec des pesticides, bio ou conventionnels, ont un objectif cosmétique. C'est à dire qu'ils sont appliqués pour résoudre un problème, insecte ou maladie, dont les seules conséquences sont d'ordre esthétique sur le produit devant être proposé au consommateur.
Est-ce raisonnable? Est-ce compatible avec une agriculture durable et respectueuse de l'environnement?
Bien évidemment non, mais pour résoudre ce vrai problème de société, le mouvement des Gueules Cassées ne suffira pas, et en plus ne va pas réellement dans la bonne direction.
Son but, tout à fait louable, est de réduire le scandaleux gaspillage alimentaire de notre société. Il cherche et obtient une prise de conscience de l’ensemble de la société civile, d’un problème qui va en s’aggravant. C'est bien, mais ça ne va pas résoudre le problème de l'agriculteur.

Revenons un instant sur la problématique. L'agriculteur est une personne qui cultive la terre pour y élever des plantes ou des animaux, dans le but de gagner sa vie en produisant des aliments. Il vit au rythme des saisons, se lève tôt, a des tracteurs et des bottes en caoutchouc, et souffre rarement des embouteillages.
Mais il ne faut pas oublier le plus important.
L'agriculteur doit affronter des problèmes très "terre à terre", bien loin des préoccupations philososophico-philanthropiques d'alimentation de l'humanité dans le respect de Mère Nature. Il gère une entreprise, plus ou moins grande, dont il doit assurer la perennité en lui assurant un chiffre d'affaire suffisant pour la faire tourner, tout en en tirant un revenu digne.
Ça manque de poésie et de romantisme, sans aucun doute, mais les administrations des impôts ou de la Sécurité Sociale y sont peu sensibles.

Soyons clairs, un agriculteur, quelle que soit l’échelle à laquelle il travaille, est d’abord un chef d’entreprise, et comme tel, il doit gérer l’ensemble des problèmes inhérents à cette activité.
Son premier problème : fournir à ses clients des produits conformes à un certain nombre de cahiers des charges. En fonction de critères de qualité, les produits seront classés en catégories, et payés en conséquence. Plus la qualité sera élevée, plus le revenu de l’agriculteur sera bon, pour une même quantité fournie.

A partir de ce postulat, que signifie le mot qualité ? c’est là que le bât blesse. Chaque échelon du circuit commercial alimentaire a sa propre définition de la qualité, et c’est un autre vrai problème de société.
Pour le producteur, le produit doit être suffisamment facile à produire pour avoir un pourcentage élevé de premier choix, se conserve facilement, ne soit pas trop sensible aux parasites, soit productif, de manière à lui donner toutes les chances de le vendre dans de bonnes conditions, et d’en tirer un revenu correct.
Le metteur en marché, lui, attend des produits qu’il achète et revend, qu’ils soient beaux, se conservent bien, résistent bien aux manipulations, qu’ils soient suffisamment bons pour que le consommateur revienne (ce qui ne veut pas dire qu’ils doivent être bons, sinon qu’ils ne soient pas être décevants, nuance), et qu’ils lui permettent de sortir une marge bénéficiaire suffisante. En plus, depuis quelques années, il est préoccupé par la sécurité alimentaire, car c’est un énorme risque commercial pour lui.
Le consommateur attend des produits qu’il achète qu’ils soient sains, qu’ils aient bon goût, et qu’ils ne pourrissent pas trop vite.

Image: http://www.marseillevert.fr/wp-content/uploads/2016/02/FL-5.jpg

Oui, mais le consommateur n’a pas été éduqué à acheter ses aliments. Il ne sait pas reconnaître un produit meilleur que les autres. Comme on dit, le consommateur achète avec les yeux. Tous les tests de consommation le démontrent : mettez, côte à côte, deux produits identiques, disons des pommes Golden, pour prendre un produit très courant. L’un des lots est parfait, bien formé, avec une belle couleur, et sans défaut d’épiderme. Mettez à côté un lot, plus irrégulier en forme, en calibre et surtout en aspect (quelques dégâts de frottements, quelques taches). Les pommes les plus belles seront vendues les premières, même si elles sont plus chères, même si elles sont moins bonnes. C’est une réalité.
Les Gueules cassées l’ont compris et défendent, avec succès, les produits moins beaux.
Les metteurs en marchés, et spécialement les supermarchés l’ont également compris, qui exigent de leurs fournisseurs, agriculteurs, coopératives ou groupements variés, qu’ils leur fournissent des produits à l’esthétique toujours plus proche de la perfection.
La conséquence pour l’agriculteur, est que son revenu dépend de deux facteurs principaux, la productivité (un hectare de culture coute presque la même chose, quelle que soit sa production), et le pourcentage de premier choix.
Autrement dit, le système de mise en marché contraint actuellement l’agriculteur à réaliser de nombreux traitements pour augmenter la proportion de premier choix.
Mais le pire, c’est que cette tendance, très nette en agriculture conventionnelle ou en production intégrée, commence aussi à apparaître pour les produits de l’agriculture biologique, au moins en ce qui concerne la part, importante, de production commercialisée à travers les supermarchés.

Le mouvement des Gueules Cassées ne résout pas, au moins pour l’instant, ce problème-là. La prise de conscience que l’esthétique n’a pas de rapport avec la qualité est certes positive, mais la baisse des prix de vente aux consommateurs des produits moches, laisse la réalité économique de l’agriculteur de côté. Quand on sait que l’agriculteur ne touche que de 10 à 20% du prix définitif, parfois moins, il vous suffit de faire le calcul.

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Je crois qu’il faut redonner confiance aux consommateurs dans les produits qu’ils consomment, et dans cet objectif, les démarches de dénigrement à but lucratif, lancées sans relâche par les mouvements bio, et souvent tacitement appuyées par les administrations publiques, vont totalement à contre-courant.
J’ai déjà abordé ce sujet dans ma publication nº 16 sur la Production Biologique. Cette philosophie/méthode de production porte en elle suffisamment d’arguments positifs, pour qu’il ne lui soit pas nécessaire d’enfoncer systématiquement la production conventionnelle, avec des arguments faux ou faussés. Cette argumentation négative ne contribue qu’à éloigner le consommateur des produits frais, comme le montrent les courbes décroissantes de consommation de fruits et légumes depuis plusieurs années. Pourtant, favoriser l’augmentation globale de la consommation, profiterait autant au Bio qu’au conventionnel. Dans le même temps, cela renforcerait la position de l’agriculture en apportant aux consommateurs tous les bienfaits d’une alimentation riche en produits frais.

Le changement de direction que préconise Daniel Igarzábal ne se fera pas sans un changement profond dans les sociétés les plus riches. Ce changement doit passer par une éducation du consommateur, action à laquelle le mouvement des Gueules Cassées apporte une importante contribution, mais aussi et surtout une vraie révolution dans l’organisation des circuits de distribution des biens de consommation.
Rien n’évoluera vraiment sans que ces deux actions, complémentaires et indissociables, ne soient conduites de front.
Mais il y a beaucoup d’intérêts économiques en jeu, et ça ne pourra pas se faire sans décisions drastiques de type législatif.
Il s’agit de repenser totalement certains fonctionnements profonds de nos sociétés de consommation.


Cela intéresse-t-il quelqu’un ?

37- Food cosmetics

FOOD COSMETICS

I really like the recent movement of the "Gueules Cassées" (Broken Faces) in France. This movement promotes the sale and consumption of ugly products, ie products that have been declassified and destined for trash. It is an allusion to the French soldiers disfigured by the First World War.
I am very receptive to this problem, and if you read from me long enough, you have seen my posts 18, 19, 21 and 23 of the months of May and June on these problems. If you follow me on Facebook, Twitter or LinkedIn, you have also seen several re-publications on this topic. The movement begins to be copied in several countries.
I want to speak again about this subject, following an Argentine article (in Spanish), I published my different accounts, in which a scientist, Daniel Igarzábal, Director of the Research, Development and Experimentation Regional Laboratory (Córdoba, Argentina) said at a conference, that agriculture must change direction, and stop seeing insects as enemies while promoting biodiversity, to live with them.

Picture: http://aramel.free.fr/Coccinella-septempunctata-pucerons-9.jpg

On the substance, I agree with him, but the reality of today's agriculture is not exactly the one he's dreaming. Agriculture cannot change alone. It is society that needs to change, and agriculture with it.
To understand the farmer issues, one must be placed, not in the position of the research scientist and observer of nature and its workings, what Daniel Igarzábal is, but in the one of the economic actor integrated in the society and who must comply with its requirements, what the farmer is.
We have to move towards what he says, that's pretty sure, but for that we need to change certain postulates of our modern civilization.

On fruits and vegetables, and all agricultural products not intended for processing, nearly 50% of treatments made with pesticides, organic or conventional, have a cosmetic purpose. It means they are applied to solve a problem, insect or disease, whose only consequences are aesthetic, on the product that will be proposed to the consumer.
Is this reasonable? Is this compatible with sustainable and environmentally friendly agriculture?
Of course not, but to solve this real problem of our society, the movement of Les Gueules Cassées will not be enough and more, is not really going in the right direction.
Its goal, while laudable, is to reduce the scandalous food wastage in our society. It seeks and obtains an awareness of the entire civil society, about a problem that is getting worse. That's good, but it will not solve the farmer's problem.

Let's go back for a moment on the issue. The farmer is a person who cultivates the land to raise plants and animals in order to make a living by producing food. He lives with the seasons, rises early, has tractors and rubber boots, and rarely suffers traffic jams.
But do not forget the most important.
The farmer must face problems very "down to earth", far from philososophico-philanthropic concerns about feeding humanity in the respect of Mother Nature. He manages a business, more or less large, he must ensure its sustainability by securing the earnings to make it work, while deriving a decent income.
It lacks poetry and romance, no doubt, but the administrations of taxes or Social Security are insensitive to it.

To be clear, a farmer, whatever the scale on which he works, is first an entrepreneur, and as such, it must manage all the problems inherent in this activity.
His first problem: providing his customers with products in conformity to a number of specifications. Depending on quality, the products will be categorized, and paid accordingly. The higher the quality, the higher the income of the farmer will be good, for the same amount provided.

From this premise, what means the word quality? this is where the problem lies. Every level of the food marketing network has its own definition of quality, and this is another real society problem.
For the grower, the product must be enough easy to produce, to have a high percentage of first quality, easy to conserve, not too sensitive to parasites, must be productive, so as to give him all chances to sell it in good conditions and draw a decent income.
The dealer expects the products he buys and sells, are beautiful, keep well, are resistant to manipulation, are good enough for the consumer to come back (which does not mean they must be good, just that they cannot be disappointing, it's a nuance), and allow him to earn sufficient money. In addition, in recent years, he is concerned about food security because it is a huge business risk for him.
Consumers expect the products they buy, to be wholesome, to be tasty, and not to rot too fast.

Picture: http://www.marseillevert.fr/wp-content/uploads/2016/02/FL-5.jpg


Yes, but the consumer has not been educated to buy his food. He does not know recognize a product better than others. As they say, the consumer buys with eyes. All consumer tests show that: put side by side, two identical products, for example Golden apples, to take a very common product. One of the lots is perfect, well-formed, with a beautiful color, and flawless epidermis. Beside, put another lot, more irregular in shape, size and especially in appearance (some friction damage, some marks). The most beautiful apples will be sold first, although they are more expensive, although they are not as good. It is a reality.
Les Gueules Cassées have understood this, and defend successfully the ugly products.
Dealers, especially supermarkets have also understood, which require their suppliers, farmers, cooperatives or any kind of groups, they provide their products with an aesthetic, always closer to perfection.
The consequence for the farmer is that his income depends on two main factors, productivity (cultivate one hectare costs almost the same, regardless of its production), and the percentage of first quality.
In other words, the current marketing system forces the farmer to realize many sprayings to increase the proportion of first quality.
But the worst is that this trend, very clear in conventional agriculture or integrated production, also begins to appear for the products from organic farming, at least in regard to the part, important, of the production sold by supermarkets.

The movement of Les Gueules Cassées does not resolve, at least for now, that problem. The awareness that aesthetics has no bearing on the quality is certainly positive. but the lower selling price to consumers of ugly products, leaves aside farmer's economic reality. When we know that the farmer only receives 10 to 20% of the final price, sometimes less, simply do the math.

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I believe we must restore consumer confidence in the products they consume, and in this, the proceedings of profit denigration, launched relentlessly by organic movements, and often tacitly supported by governments, are fully against the current.
I already addressed this issue in my publication No. 16 on Biological Production. This philosophy/production method carries with itself enough positive arguments, to not to need to systematically break down the conventional production, with false or biased arguments. This negative argument only contributes to hold the consumers off from fresh products, as shown by the decreasing curves of consumption of fruits and vegetables for many years. Yet promote the overall increase in consumption, should be beneficial to both organic and conventional production. At the same time, it would strengthen the position of agriculture by providing consumers with all the benefits of a diet, rich in fresh products.

The change of direction advocated by Daniel Igarzábal will not happen without a profound change in the richest societies. This change must go through a consumer education, action in which the movement of Les Gueules Cassées is an important contribution, but above all a real revolution in the organization of consumer goods distribution channels.
Nothing will really evolve, if these two actions, complementary and inseparable, are not conducted together.
But there are many economic interests, and it cannot be done without drastic decisions, legislative type.
This means to totally rethink some deep workings of our consumer society.
Is there someone interested?

dimanche 11 janvier 2015

36- I am Charlie. Caricaturists, take your pencils!



I AM CHARLIE - CARICATURISTS, TAKE YOUR PENCILS!

Today, I won't talk to you about food or agriculture. Why?

Because in these days, I cannot publish anything which is not related to the attack against Charlie Hebdo.
This is both a way of mourning, of respect, and a sort of hangover. All I can post seems to me little, without interest, given the enormous consequence of this despicable act.
Because it must be said that it is despicable, and it's mostly a sign of weakness of mind, a complete lack of intellectual argument, or rather a denial of the value of intelligence.
Those targeted were columnists and caricaturists, often excessive (it is also the proper of caricature), but whose only purpose was the defense of freedom of thought, freedom of press and freedom of expression, regardless of religion, race or political affiliation.
That's why the shock is so important, even among people who, until then, disliked or hated Charlie Hebdo.
Suddenly, with this multiple senseless murder, everyone realized the importance, in a democracy, to have a handful of cartoonists, often excessive, which constantly remind us that our freedoms have a cost, are fragile, and that they are attacked from all sides. Caricaturists are the defenders of our freedoms.
 I am Charlie. "I don't agree with what you say, but will fight to the death for your right to say it." Voltaire (1694-1778)

This crime is primarily an attack on the values of freedom that France, like many democracies around the world, included in their constitutions.

The politically correctness, which has gradually invaded our daily lives, kills freedom of thought, freedom of press and freedom of expression.

What is the problem?
Our societies do not prepare their citizens to understand caricature.
The caricature has a real social and political function. It is used to highlight and criticize abuses.
Who will criticize a normal situation? There is nothing to say, because it's normal. The caricature always attacks excesses and drifts. And that's very healthy.
The caricature is and must remain a sort of safeguard for freedoms and institutions.
But to get the scope caricature seeks, the people must have been prepared to understand it, to interpret it positively. Otherwise, it happens that we see more and more, and that led to these despicable attacks, I mean misunderstanding and so the feeling of aggression.
The reactions among young people from high schools, are rejecting the attack, but above criticism and misunderstanding of caricatures. Nobody explained to them what they are for, what they mean, and that they have a reason to exist. They do not see social criticism. They only see that aggression against religion.
The caricatures about Islam, do not try to hurt Muslims, nor to criticize Islam or the Prophet. They are excessive? It's possible. But they only denounced the warlike interpretations that are made of sacred texts, and extremist drifts that occur in the world.
The problem is that a caricature always has a target, and that target is not going to enjoy.

Our society is weakening because it has given up, for many years, to teach its own foundations to children. It educates, it teaches science and languages, but it doesn't teach them any more over the basics of the life in society.

When I was a child, in elementary school, we had moral lessons. It was about the ways to be polite, to say hello, to respect the elderly, to respect differences, in short, to behave in the society.
Later, in college, we had civics courses. This was the basis of the institutions work, what is civic duty, why we must vote, what are the laws, etc. In short, the operation and the social values of our society.
It was in the last century. Should we conclude that there has been progress in this direction?
The latest events show us, if it was still necessary, that no. Not only there has been no progress, but on the contrary, our societies regress in terms of tolerance and social and civic behavior. At the same time, religions, political parties, trade unions and extremism of all stripes have taken over.
There is a long time that these values are not transmitted in the majority of families any more. The basics of social and civic behavior are transmitted through private lessons, often partisan or sectarian.
Who teaches the values of democracy, of freedom?
Who teaches morality and social normality in order to see and understand what are drifts?

The state must take control again on the civic education of its citizens. School has a fundamental role to play in the education of tomorrow's citizens. The scope and consequences of all these ideologized teachings, will always be lower if children who receive them, also received a civic training, tolerant and without ideological bias.

Here in Spain, a few years ago, held a violent societal debate about the relevance of adding to the educative cursus, a formation about citizenship. It was established by the Socialist government of the time, and then eliminated by the following Conservative government.
This program was not well prepared, too partisan on some sensitive issues, but I regret that instead of deleting it, the Conservative government, now in power, has not taken the time to reform it. The Spanish society has, till now, less suffered from sectarianisms of all kinds. But what will happen tomorrow? The drift observed in France and in other democratic countries, will probably occur here too.

I firmly believe that the EU should require member countries to include social and civic education in school curricula, from small classes.
This is one of the best ways, without violence and with a long-term effectiveness, to reduce the risk of sectarian aberrations which we are currently witnessing, which seem to strengthen.

Today I took part to the silent march, here in Seville, to mark my horror at these barbaric acts.
But this march, like all others, across France and the world will be useless if no one is aware of the existing malaise and its causes, and if no one puts in place the means to (re) develop a high quality social and civic teaching.


I'm Charlie.

Yet there will always be a shadow over these support movements, the shadow of recovery.
Today, in the great march of Paris, were present more officers or senior representatives of governments that impose in their respective countries a strict control of the press, and that struggle at the institutional level against freedom of thought, freedom of the press and freedom of expression.
What should we think?
Political recovery or statement of intent?
CARICATURISTS, TAKE YOUR PENCILS!