samedi 24 décembre 2016

95- El espíritu de las plantas -7- Las enseñanzas de un árbol de incienso

EL ESPIRITÚ DE LAS PLANTAS – LAS ENSEÑANZAS DE UN ÁRBOL DE INCIENSO

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Encontré este artículo, primero publicado en inglés, luego en español, en un blog en español y en inglés, que me gusta mucho “Imaginando Vegetales” y que recomiendo a todos los que les gusta las plantas, la poesía, la imaginación, y las “historias de personas y plantas”.
Es una bonita e inusual historia para estas fiestas de fin de año.

Tal como lo recomienda Aina S. Erice, la autora, mejor leerla “Al son de: Jocelyn Pook, Caótica Ana BSO

Este artículo apareció publicado en inglés por primera vez en el núm. #33DESERT de la revista The Planthunter, y puede leerse aquí.



Supongamos por un momento que las Upaniṣads indias tuviesen razón, y que en tu próxima vida pudieses regresar como árbol. ¿Cuál escogerías?

La decisión no es moco de pavo, teniendo en cuenta la longevidad (al menos, potencial) de los árboles. En primer lugar, podrías reflexionar sobre las características intrínsecas de tu futura versión fotosintética (¿alto y bien plantado, o más humilde en forma y estatura? Flores: ¿sí, o no? Y así, suma y sigue)… o bien escoger en función del vecindario que más te atraiga.

¿Dónde preferirías vivir? En una selva tropical, tal vez un bosque templado… ¿qué tal instalarse en un desierto?

Ya, ya sé. La descripción del barrio no es para tirar cohetes. Temperaturas extremas todo el año; hambre y sed frecuentes. Intensa presión de herbívoros hambrientos. Largos períodos de silencio y soledad. Se aconsejan tendencias eremíticas: compañía escasa y ruda.

Más bien poco tentador.

Sin embargo, no todos pueden darse el lujo de escoger, o así nos lo cuenta el poeta romano Ovidio en sus Metamorfosis: en estas historias de “mutadas formas a nuevos cuerpos”, ceñirse corteza y hojas suele ser resultado de una tragedia. Violencia, incesto, traición, amor, pérdida… los dioses caprichosos juegan con las debilidades humanas, aun necesitándonos para que les rindamos culto. ¿Quién honraría sus altares con incienso, si no la humanidad?

Estando así las cosas, a pocos sorprenderá que los orígenes míticos de los aromas anhelados por los dioses estén envueltos en sufrimiento. Destaca, con todo, un detalle curioso:

y es que las muchachas cuyos cuerpos metamorfoseados destilan las fragancias más preciosas resultaron convertirse en árboles del desierto.

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Tal fue la suerte de la pobre Leucótoe, princesa de un reino oriental lejano cuya belleza obnubiló el juicio del dios Sol de tal manera, que la deslumbró —literalmente— hasta seducirla. El rey, como suelen hacer los padres comprensivos al descubrir pecadillos de este tenor, la castigó enterrándola viva. A su vez el inconsolable (y ¿sorprendentemente inútil?) amante regó su tumba con néctar perfumado, que penetró en el cuerpo de la joven hasta hacerla rebrotar bajo una forma nueva.

Y quiere la leyenda que el árbol resultante, de agradable aroma y henchido de sol, fuese el árbol de olíbano: Boswellia sacra, más conocido como franquincienso.

Ovidio nunca había visto al olíbano creciendo en su hábitat natural*; su historia metamórfica sencillamente contaba las desventuras de una muchacha, del sufrimiento destilado hasta tornarse perfume digno de ser ofrenda divina.

*de hecho, ninguno de sus contemporáneos parecía tener la menor idea de qué pinta tenían siquiera tan míticos vegetales.

Y si bien los árboles de olíbano no sufren, no cabe duda de que les toca soportar no pocas dificultades y estrecheces, viviendo como viven en una tierra apenas tocada por la lluvia, de suelos pobres y calor aplastante. Ser árbol enraizado en la antigua Arabia Felix (Omán, Yemen) o en el Cuerno de África no suena exactamente a vida fácil; si estuviese yo en el lugar de Leucótoe, me parece que estaría bastante irritada (“no bastaba con enterrarme viva y convertirme en planta, noo; ¿encima me toca vivir en un desierto? ¿En serio?”).

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Hablando con propiedad científica, está claro que no podemos transformarnos en plantas, ni siquiera imaginar qué significa ser planta: nos es imposible figurarnos cómo siente la sed un árbol de franquincienso.

La ciencia nunca podrá decirnos si las plantas del desierto “sienten subjetivamente” más estrés que sus compañeras en la selva.

Sin embargo, la poesía y la metáfora no son tan puntillosas como la ciencia, y nos permiten hallar en el reino vegetal un espejo verde en el que vernos reflejados —ideas, conceptos, incluso dilemas y lecciones de vida… y así sucede con el olíbano.

Ya en tiempos de Ovidio, todos sabían perfectamente que no todos los granos de incienso son idénticos: pueden variar en color, tamaño, en perfiles aromáticos… resumiendo, su calidad es variable. El momento de su colecta puede afectar al resultado (se dice que el mejor se recoge durante la estación del monzón, cuando el calor es mayor), pero aún y así existen diferencias entre árboles crecidos en lugares distintos.

Uno podría argumentar que la calidad es un concepto muy resbaladizo (lo es), y que a veces las diferencias existen únicamente en nuestra mente y nuestros sentidos (también cierto). De hecho, puede que una de las mayores sorpresas para el sistema tradicional omaní de gradación de incienso haya sido descubrir que los aceites esenciales de sus olíbanos de mayor y menor calidad tienen perfiles químicos prácticamente idénticos.

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Sin embargo, aceptemos por un momento que las diferencias en calidad son objetivamente reales; podríamos preguntarnos entonces, ¿por qué tales diferencias? ¿Es debido a las cualidades intrínsecas del árbol, o es por culpa de sus circunstancias ambientales?

Quince años atrás, un estudio intentó responder a la pregunta… y los resultados parecen un curioso guiño a Ovidio y sus trágicas doncellas. Al comparar distintos ambientes —algunos más estresantes, otros menos—, los investigadores hallaron que los árboles que producen olíbano de mayor calidad son aquellos que viven bajo condiciones más duras, con suelos más pobres y sin recibir lluvia alguna (¡apenas sí les llega el rocío del monzón!).

Poéticamente se diría que las dificultades y escaseces sufridas se subliman y condensan en un perfume más exquisito del que se obtiene mimando y regando a los árboles con nutrientes y agua.

Cierto, los árboles no son personas.

Y sin embargo, podría sacarse una moraleja olibanística que me suena bien…

Uno podría contar cómo la adversidad y las circunstancias más duras pueden ser el cincel que, eliminando lo superfluo, revela la esencia, las cualidades más ‘fragantes’ de la persona.

Claro que no siempre sucede así.

Pero si estás pensando en tu próxima vida como planta, te sugiero que consideres el desierto como un buen vecindario en donde expresar lo mejor de ti mism*.



REFERENCIAS

Hoy, pocas :)

El mito de Leucótoe en las Metamorfosis de Ovidio puede leerse libremente aquí (vía Cervantes Virtual).

El artículo que analizaba correlaciones entre las condiciones ambientales y la calidad del olíbano obtenido es Al-Amri, M. y Cookson, P. ‘A preliminary nutritional explanation for variations in resin quality from wild frankincense (Boswellia sacra) trees in the Dhofar region of the Sultanate of Oman’, en Horst, W. J. et al. 2001. Plant nutrition – Food security and sustainability of agro-ecosystems: 328~329.

Del olíbano en todo su esplendor tengo una serie de tres artículos sobre esta fascinante sustancia vegetal, que puedes consultar aquí.

Ilustraciones

La fotografía que encabeza el artículo es un estupendo árbol de Boswellia sacra en el parque omaní de Wadi Dawkah, cortesía de Kathi Ewen del blog wanderingquilter :)

Hay frustrantemente pocas pinturas de Leucótoe (más de la tercera en discordia en el mito, Clitia… pero de la pobre Leu, casi ná). Una de ellas es la obra que incluyo aquí, del francés Antoine Boizot, y actualmente en el Musée des Beaux-Arts de Tours (al menos, según Wikipedia). Otras imágenes y grabados pueden verse aquí (explicaciones en italiano).

El resto de fotografías son de una servidora."




Una observación para concluir este articulo y darle una lógica en este blog:

En agricultura, conocemos muy bien los efectos de las restricciones sobre la calidad de las frutas y hortalizas.

Es así como los mejores melones se consiguen en suelos muy arcillosos, en los que las plantas sufren más. El agricultor elige, entre las tierras de las que dispone, las que le darán la mejor calidad.

Del mismo modo, las viñas no se riegan o solo poco y se fertilizan poco con el fin de concentrar los azucares y los aromas. El vino que se obtendrá será aún mejor.

Incluso la producción bajo invernaderos, en la que la planta, en teoría, esta puesta en situación de comodidad total y permanente, conoce bien el problema. Es así como el tomate RAF es una variedad seleccionada por sus cualidades intrínsecas, pero que, al final del ciclo de cultivo, esta puesta en situación de estrés, gracias a una salinización artificial del medio nutricional. La planta, estresada, absorbe poca agua y pocos nutrientes y concentra los azucares y los aromas.

En producción de frutales, por ejemplo, se conoce muy bien también los beneficios de una restricción hídrica pocos días antes de la recolección para concentrar azucares y aromas, con el fin de aumentar la calidad gustativa.

Al contrario, cualquier agricultor sabe también que un episodio de lluvia abundante justo antes de la recolección puede provocar un caída brutal de todos los criterios de calidad, y eventualmente anihilar todos los esfuerzos realizados, como por ejemplo, la restricción hídrica.

Pero el agricultor sabe también que, en la mayoría de los casos, buscar la mejor calidad va en detrimento de la productividad. Todo depende de su sistema de comercialización y de los objetivos que se habrá fijado. Todo el arte del agricultor es de conseguir combinar la mejor calidad posible con una productividad que le permita vivir dignamente de su trabajo.

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95- L'esprit des plantes -7- Leçons de vie d'un arbre à encens

L’ESPRIT DES PLANTES – LEÇONS DE VIE D’UN ARBRE À ENCENS

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J’ai trouvé cet article, d’abord publié en anglais, puis en espagnol, sur un blog en espagnol et en anglais que j’aime beaucoup « Imaginando vegetales » (Imaginant les végétaux), et que je recommande à tous ceux qui aiment les plantes, la poésie, l’imagination et les « histoires de personnes et de plantes ».
C’est une belle et surprenante histoire pour ces fêtes de fin d’année.
La traduction est faite à partir de la version espagnole, enrichie de quelques compléments par l’auteur, par rapport à la version anglaise.
Comme le recommande Aina S. Erice, l’auteur, vous pouvez la lire « Au son de Jocelyn Pook, Caótica Ana BSO

Texte d’Aina S. Erice, Images de Aina S. Erice, 17 juillet 2016



Supposez un instant que les Indiens Upanisads aient raison, et que dans votre prochaine vie vous puissiez vous réincarner en arbre. Lequel choisiriez-vous ?

Ce n’est pas une mince décision, si on tient compte de la longévité potentielle des arbres. Vous pourriez tout d’abord réfléchir sur les qualités intrinsèques de votre future version photosynthétique (grand et bien planté ? ou plus humble en forme et en stature ? avec ou sans fleurs ? et ainsi de suite…), ou vous pourriez choisir en fonction de votre futur voisinage.

Où préfèreriez-vous vivre ? dans une forêt tropicale, ou plutôt tempérée… Et pourquoi ne pas vous installer dans un désert ?

Je sais, je sais. La description du voisinage n’est pas très affriolante. Des températures extrêmes toute l’année, faim et soif fréquentes. Forte pression d’herbivores affamés. Longues périodes de silence et de solitude probables. Tendances érémitiques conseillées : compagnie rare et rude.

Sans doute pas l’option la plus attirante.

Pourtant, tout le monde n’a pas toujours le loisir de choisir, ou en tout cas c’est ce que nous raconte le poète romain Ovide dans ses « Métamorphoses ». Dans ses histoires de « corps revêtus de formes nouvelles » par les dieux, se couvrir d’écorce et de feuilles et souvent le résultat d’une tragédie. Violence, inceste, trahison, amour, perte… les dieux capricieux font des ravages avec les faiblesses humaines, même s’ils dépendent de nous pour que nous les vénérions. Qui honorerait leurs autels avec de l’encens, à part les humains ?

Les choses étant ce qu’elles sont, il n’est pas très surprenant que l’origine mythique des parfums désirés par les dieux soit entourée de souffrance. Il se trouve que les jeunes filles dont les corps métamorphosés distillent les parfums les plus précieux se sont transformées en arbres du désert.

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Ainsi le poète Ovide chante que la pauvre Leucothoé, princesse d’un lointain royaume oriental, dont la beauté a tant captivé le dieu Soleil, qu’il l’éblouit littéralement jusqu’à la séduire. Le roi, comme le font souvent les parents compréhensifs lorsqu’ils découvrent ce genre de peccadilles, la punit en l’enterrant vivante. Alors l’amant inconsolable (et curieusement impuissant), arrosa la tombe de nectar parfumé, qui imprégna le corps de la jeune fille jusqu’à la faire repousser sous une nouvelle forme.

Et la légende veut que l’arbre résultant, d’arôme agréable et inondé de soleil soit l’arbre à encens, Boswellia sacra, également connu sous le nom d’arbre d’oliban.

Ovide n’avait jamais vu l’arbre à encens pousser dans son milieu naturel. De fait aucun de ses contemporains ne semblait avoir la moindre idée de l’aspect d’un arbre pourtant mythique.
Son histoire métamorphique contait les mésaventures d’une jeune fille, de la souffrance distillée jusqu’à se convertir en un parfum digne de devenir une offrande divine.

Et bien que les arbres à encens ne souffrent pas, à n’en pas douter ils doivent supporter bon nombre de difficultés, puisqu’ils vivent dans des contrées à peine touchées par la pluie, dans des sols pauvres et sous une chaleur écrasante. Être un arbre enraciné dans l’ancienne Arabia Felix (Oman, Yemen) ou dans la Corne de l’Afrique ne doit pas procurer une vie facile.
Si j’étais à la place de Leucothoé, je crois que je serais pas mal énervée (« Comme si ça ne suffisait pas qu’on m’ait enterrée vivante et convertie en une plante, non. En plus il faut que je vive en plein désert ? Vous êtes sérieux ? »)

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Pour parler scientifiquement, il est clair que nous ne pouvons pas nous transformer en plantes, ni même imaginer ce que signifie être une plante : il nous est impossible de nous figurer comment un arbre à encens ressent la soif.
La science ne pourra jamais nous dire si les plantes du désert « souffrent subjectivement » d’un plus grand stress que leurs copines de la forêt.

Cependant la poésie et la métaphore ne sont pas aussi pointilleuses que la science, et nous permettent parfois de trouver dans le règne végétal un miroir vert dans lequel refléter nos idées, concepts et même dilemmes et leçons de vie… Et c’est ce qui arrive avec l’arbre à encens.

Déjà au temps d’Ovide, tout le monde savait parfaitement que les grains d’encens ne sont pas tous identiques : ils peuvent varier en couleur, en taille, en profil aromatique… bref, sa qualité est variable. Le moment de sa récolte peut affecter le résultat (on dit que le meilleur se récolte durant la saison de la mousson, quand la chaleur est la plus forte), mais il y a aussi des différences entre arbres poussant dans des lieux différents.

On pourrait argumenter que la qualité est un concept très glissant (il l’est), et que parfois les différences existent uniquement dans notre esprit et nos sens (c’est aussi vrai). De fait, une des plus grandes surprises pour le système traditionnel Omani de gradation de l’encens, a probablement dû être de découvrir que les huiles essentielles de leurs encens de première et de moindre qualité ont des profils chimiques pratiquement identiques.

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Cependant, acceptons un instant que les différences de qualité sont objectivement réelles ; nous pourrions alors nous demander, pourquoi de telles différences ? Est-ce dû aux qualités intrinsèques de l’arbre, ou est-ce à cause de ses conditions environnementales ?

Il y a quinze ans, une étude tenta de répondre à cette question… et les résultats ressemblent à un curieux clin d’œil à Ovide et à ses tragiques jeunes filles. En comparant des ambiances distinctes – certaines plus stressantes, d’autres moins -, les chercheurs découvrirent que les arbres qui produisent l’encens de meilleure qualité sont ceux qui vivent dans les conditions les plus dures, aves les sols les plus pauvres et sans recevoir aucune pluie (c’est tout juste s’ils reçoivent la rosée de la mousson !).

Poétiquement on dirait que les difficultés et les restrictions sont sublimées et condensées en un parfum plus exquis que celui qu’on obtient en prenant soin et en irrigant les arbres avec de l’eau et des nutriments.

Pour sûr, les arbres ne sont pas des personnes.

Et pourtant, on pourrait extraire une morale encensée qui me parait de circonstances…

On pourrait conter comment l’adversité et les circonstances les plus difficiles peuvent être le ciseau qui, en éliminant le superflu, révèle l’essence, les qualités les plus capiteuses de la personne.

Bien sûr ce n’est pas toujours comme ça.

Mais si vous pensez à votre prochaine vie comme plante, je vous suggère de considérer le désert comme un bon endroit pour pouvoir exprimer le meilleur de vous-même.



REFERENCES

Il y’en a peu :

Le mythe de Leucothoé dans les Métamorphoses d’Ovide peut être lu librement ici.

L’article qui analysait les corrélations entre les conditions ambiantes  et la qualité de l’encens obtenu est : Al-Amri, M. y Cookson, P. ‘A preliminary nutritional explanation for variations in resin quality from wild frankincense (Boswellia sacra) trees in the Dhofar region of the Sultanate of Oman’, en Horst, W. J. et al. 2001. Plant nutrition – Food security and sustainability of agro-ecosystems: 328~329.

A propos de l’encens dans toute sa splendeur, j’ai une série de trois articles sur cette fascinante substance végétale, qui peuvent être consultés ici en espagnol, et chaque article peut y être lu aussi en anglais.

Illustrations

La photographie de tête de l’article es un magnifique arbre de Boswellia sacra dans le parc omani de Wadi Dawkah, courtoisie de Kathi Ewen du blog wanderingquilter.

Il est frustrant de trouver aussi peu de peintures de Leucothoé (il y en a plus de la troisième de la discorde du mythe, Clytie… mais de la pauvre Leucothoé, presque rien). Une d’elles est l’œuvre que j’inclus ici, du français Antoine Boizot, et actuellement au Musée des Beaux-Arts de Tours (au moins, selon Wikipedia). D’autres images et gravures peuvent être consultées ici (explications en italien).

Les autres photographies sont personnelles. »




Une remarque pour conclure l’article et lui donner une logique dans ce blog :

En agriculture, on connait bien les effets des restrictions sur la qualité des fruits et légumes.

C’est ainsi que les meilleurs melons s’obtiennent sur les terres les plus argileuses, dans lesquelles les plantes souffrent davantage. L’agriculteur choisit, dans les terres dont il dispose, celles qui lui donneront la meilleure qualité.

De même, les vignes ne sont pas ou peu irriguées et peu fertilisées afin de concentrer les sucres et les arômes. Le vin obtenu n’en sera que meilleur.

Même la production sous serre, dans laquelle la plante, en théorie, est placée en situation de confort total et permanent, connait bien le problème. C’est ainsi que la tomate RAF est une variété sélectionnée pour ses qualités intrinsèques, mais qui, en fin de cycle de culture, est placée en situation de stress, grâce à une salinisation artificielle du milieu nutritionnel. La plante, stressée, absorbe peu d’eau et de nutriments, et concentre les sucres et les arômes.

En production fruitière par exemple, on connait aussi les bienfaits d’une restriction hydrique quelques jours avant la récolte afin de concentrer les sucres et les arômes, pour augmenter la qualité gustative.

A l’inverse, tout agriculteur sait aussi qu’un épisode de pluie abondante juste avant la récolte peut provoquer une chute brutale de tous les critères de qualité, et éventuellement annuler tous les efforts réalisés, comme par exemple la restriction hydrique.

Mais l’agriculteur sait aussi que dans la plupart des cas, rechercher la meilleure qualité va au détriment de la productivité. Tout dépendra donc de son système de commercialisation et des objectifs qu’il se sera fixés. Tout l’art de l’agriculteur est de réussir à combiner la meilleure qualité possible avec une productivité qui lui permette de vivre dignement de son travail.


Ces techniques, complexes doivent être maniées avec précautions, car ces stress provoqués, s’ils sont mal maitrisés, peuvent avoir de graves conséquences sur la santé des plantes qui ne sont pas, au contraire de l’arbre à encens, des plantes conçues pour vivre dans le désert.

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95- The spirit of plants -7- Life lessons from a Frankincense tree

THE SPIRIT OF PLANTS – LIFE LESSONS FROM A FRANKINCENSE TREE

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I found this post, first published in English, then in Spanish, in a Spanish blog that I love “Imaginando Vegetales” (Imagining plants), and that I recommend to all who like plants, poetry, imagination, and "stories of people and plants".
It is a beautiful and unusual story for these Christmas holidays.
You can read it, by the author, in Spanish, aquí
As recommended by Aina S. Erice, the author, it’s better to read it "To the sound of: Jocelyn Pook, Chaotic Ana BSO

Words by Aina S. Erice  Images by Aina S. Erice | July 17, 2016



Suppose for a moment the Indian Upaniṣads are right, and in your next life you could come back as a tree. Which one would you be?

The decision is no light matter, bearing in mind a tree’s potential lifespan. You could first ponder your future tree-self’s intrinsic characteristics – tall and handsome, or humbler in form and stature? Flowers: yay or nay? – or you could choose according to your future neighbourhood.

Where would you rather live? A tropical forest, perhaps a temperate one… how about settling in a desert?

I know, I know. The neighbourhood description might not sound too appealing. Extreme temperatures all year round, thirst and heat common. Intense herbivore pressure. Long periods of silence and loneliness plausible. Eremitic inclinations are advisable: company scarce and tough.

No, probably not the most tempting option available.

However, not everybody has the luxury of choice, or so says the Roman poet Ovid in Metamorphoses. In his stories of “bodies changed into new forms” by the gods, donning tree-bark and leaf is often the result of tragedy. Violence, incest, betrayal, love, loss… the capricious gods wreak havoc with human foibles, yet they depend on us for worship. “Who would honour their altars with incense”, if not humans?

Perhaps unsurprisingly, the mythic origins of the perfumes coveted by the gods are shrouded in suffering; and the girls whose transformed bodies yielded the choicest of fragrances happened to become desert trees.

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Thus the poet Ovid sings of poor Leucothoe, princess of faraway eastern kingdoms whose beauty so enraptured the Sun god that he literally dazzled her into being seduced. As loving fathers were wont to do when finding out such peccadilloes, the king buried her alive in punishment. The inconsolable lover watered her burial with perfumed nectar, which seeped into her body until she sprang forth under a new form; and rumour has it that the sweet-scented, sun-drenched tree that resulted was frankincense: Boswellia sacra, also known as olibanum.

Ovid had never seen frankincense trees growing in their native environment. Indeed, no Roman at the time seemed to know what they even looked like; his tale simply depicted a girl’s grief distilled into a perfume worthy of divine worship.

Frankincense trees certainly endure their own share of hardships; living in lands scarcely touched by rain, with impoverished soils and relentless heat like Oman, Yemen and the Horn of Africa.

It’s certainly not a charmed life – If I were in Leucothoe’s shoes—err, roots, I would’ve been rather miffed – “it wasn’t enough to bury me alive and turn me into a plant, now I must also grow in a desert? Really!?”

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Scientifically speaking, it’s clear we can’t be changed into plants, nor can we realistically imagine what being a plant is like: we cannot conceive what, say, thirst feels like for a frankincense tree. Science will never be able to tell us whether desert trees experience ‘subjectively’ more stress than their fellows in the jungle.

Poetry and metaphor, though, are unconstrained by scientific nitpicking. And sometimes the plant world serves as a green mirror that reflects human ideas, concepts, even dilemmas and life lessons back at us. Frankincense culture offers one such mirror.

Even in Ovid’s time it was known that not all frankincense lumps are identical in quality: they vary in colour, size, and aromatic profile. Harvest time may affect the outcome (the best time for harvesting is said to be during the monsoon season, when the sun is at its hottest), but there are still differences between trees growing in different places.

One could argue that quality is such a slippery term (it is), and that sometimes differences live within our minds and senses (also true). Indeed, some of the most shocking news for Omani traditional quality grading might’ve been that the essential oils of their highest and lowest quality frankincense had nearly identical chemical profiles.

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However, let’s assume for a moment that quality differences are objectively real. We could then ask ourselves: why? Is it because of the trees’ own intrinsic qualities? Or is it because of their environmental circumstances?

Fifteen years ago, a study tried to answer the question, and the ensuing results might’ve made Ovid and his tragedy-prone maidens proud. In comparing different environments —some more stressful, some less— the study found that the trees yielding the highest quality frankincense were those that lived under greater duress, with the poorest soils and no monsoon rains (barely any monsoon dew, at that!).

It’s almost as if hardships and constraints were sublimated into a more exquisite perfume than that obtained by coddling and pampering the trees with nutrients and water.

Trees are not people, yet, one could distill a frankincense-esque “moral of the story” that certainly rings true to my ears: how adversity and strenuous circumstances can often be the chisel that, by chipping away at the superfluous, reveals the essence, the most ‘fragrant’ qualities of a person.

It doesn’t always happen like that, certainly. But if you are thinking about your next life as a plant, consider a desert as a fitting neighbourhood to bring the best of yourself to the fore.”



REFERENCES (from the Spanish blog)

There are few:

The myth of Leucothoe in the Metamorphoses of Ovid can be read freely here.

The article which analyzed the correlations between the environmental conditions and the quality of the incense obtained was: Al-Amri, M. y Cookson, P. A preliminary nutritional explanation for variations in resin quality from wild frankincense (Boswellia sacra) In the Dhofar region of the Sultanate of Oman, in Horst, WJ et al. 2001. Plant nutrition - Food security and sustainability of agro-ecosystems: 328 ~ 329.

About incense in all its splendor, I have a series of three articles on this fascinating plant substance, which can be viewed here in Spanish, and each article can also be read in English.

Pictures

The top photograph of the article is a beautiful tree of Boswellia sacra in the omani park of Wadi Dawkah, courtesy of Kathi Ewen of the blog wanderingquilter.

It is frustrating to find as few paintings of Leucothoe (there is more of the third of the discord of the myth, Clytie ... but of the poor Leucothoe, almost nothing). One of them is the work that I include here, of the French paintor Antoine Boizot, and currently at the Museum of Fine Arts of Tours (at least, according to Wikipedia). Other images and prints can be consulted here (explanations in Italian).

The other photographs are personal. "




A note to conclude the article and give it a logic in this blog:

In agriculture, the effects of restrictions on the quality of fruits and vegetables are well known.

It is thus that the best melons are obtained on the most clayey soils, in which plants suffer more. The farmer chooses, between plots he disposes, those which give him the best quality.

Similarly, vines have little or no irrigation and little fertilization in order to concentrate sugars and aromas. The wine obtained will only be better.

Even the production under greenhouses, in which the plant, in theory, is placed in a situation of total and permanent comfort, knows the problem well. Thus RAF tomato is a variety selected for its intrinsic qualities, but which, at the end of the cultivation cycle, is placed under stress, thanks to an artificial salinization of the nutritional medium. The plant, stressed, absorbs little water and nutrients, and concentrates sugars and aromas.

In fruit production, for example, benefits of a water restriction a few days before harvest are well known, in order to concentrate sugars and aromas, in order to increase the taste quality.

Conversely, any farmer knows that an abundant rainfall just before harvesting can cause a sudden drop in all quality criteria, and possibly cancel benefits of all efforts, such as water restriction.

But the farmer also knows that in most cases, looking for the best quality goes to the detriment of productivity. So it will depend on his marketing system and the objectives he has set itself. All the art of the farmer is to succeed in combining the best possible quality with a productivity that allows him to live worthily of his work.

These complex techniques must be handled with care, because these stresses, if they are poorly controlled, can have serious consequences on the health of plants that are not, unlike the incense tree, plants designed to live in the desert.

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dimanche 4 décembre 2016

94- Agroecology -4- Air quality

AGROECOLOGY - AIR QUALITY

I recently had the opportunity to talk to someone who is, as they say, "knowledgeable" about something that could become quite quickly a burning issue.

The French government, within the framework of its political project for the promotion and development of agroecology (see https://culturagriculture.blogspot.com.es/2016/04/74-agroecology-1-concept.html), has launched an interesting and extensive study on air quality in rural areas to measure the invisible impact of farming practices on the air we breathe.

http://france3-regions.francetvinfo.fr/poitou-charentes/sites/regions_france3/files/styles/top_big/public/assets/images/2013/06/25/capteur-air-atmo-picardie-25062013.jpg? Itok = lLtysJC8

To do this, specific sensors have been placed in villages (alongside agricultural areas, in the heart of villages, in school yards, etc.).
For the study to be complete, sensors have also been placed in large cities, in order to have the necessary references of areas remote from agricultural influence.
These numerous sensors measure air quality 24 hours a day, and measurements are related to agricultural practices of each region, in order to draw the relevant conclusions.

At the same time, manufacturers of agricultural machinery are working on possible developments of specialized equipment in order to minimize the impact on air quality, in particular of pesticide applications. They study types of nozzles, ventilation turbines, systems for recovering surplus pesticides, etc.

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At the same time also, researchers in agronomy of many specialties, are studying the modes of cultivation able to adapt to different equipment. For example, fruit hedges make possible to use equipment that free orchards do not allow.
They are studying the possibility of installing high protective hedges around agricultural areas to have the effect of a "recuperator" of pesticide drifts (at the same time as they serve as refuges for the useful fauna, thus helping to reduce the use of pesticides, and also as protection against negative effects of wind).

http://www.omafra.gov.on.ca/neworchard/images/apples/16windbreakf1-zoom.jpg

They also study, in coordination with specialized organisms in organic farming, alternative means to protect crops (ozonization, low electric waves, and insect nets, for example).

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At the same time again, pesticide manufacturers are working on molecules, additives and formulations that don't produce vapors to reduce the risk of pesticides being unintentionally found in the air we breathe, and to maximize the amount of the molecule able to reach its target, with the least possible collateral damage.

And at the same time at last, seed growers and creators of new varieties work to create, through natural ways or with the help of biotechnology, more rustic varieties, less susceptible to diseases and pests, in order to reduce the need to have to use pesticides. Unfortunately, they often come up against the misunderstanding of the public who do not realize that the health and environmental benefits that these new varieties can bring are far greater than any hypothetic disadvantages that until now nobody has been able to scientifically demonstrate.

In short, all specialized public or private organizations involved in this great movement of agroecology development, are working hard to solve the air pollution caused by agriculture.


It seems that many conclusions of this important multidisciplinary research work could almost be published.
Yet the results of air quality studies are still not available to the public.

It is because are emerging some rather embarrassing, politically not very correct conclusions which, for the coherence of the movement to be total, could lead to legislations and obligations that nobody really wants.
For example?
Some sensors are detecting organochlorine, or different types of products prohibited for a very long time in agriculture. Would farmers have built up huge stocks to be able to follow (illegally) using them during 40 years after the bans? The hypothesis is easy to verify. It is also totally silly. But why not, right? But it no longer holds when sensors of downtown, very distant from fields, even in big agglomerations, confirm it.

Http://images.midilibre.fr/images/2014/06/24/la-cour-de-l-ecole-maternelle-de-salindres-a-connu-une-belle_956951_667x333.jpg?v=1

Then it is necessary to envisage something else. A real investigation work is therefore launched to understand the phenomenon. In fact, this work, the consequences of which could be immeasurable, is proving that agricultural pollution, which is real, but probably very largely overestimated and, above all, largely over-mediatized thanks to the influence and lobbying of organic movements, is only a small part of the problem of air quality.

One of the triggers of this study was the famous case of intoxication of children from a village school beside Bordeaux, as a result of phytosanitary treatments in the surrounding vineyards. The media coverage of this case was, from the start, extremely dishonest, accusing conventional agriculture and synthetic pesticides, when in reality two neighboring farmers were involved, one in conventional agriculture and the other in organic farming, while both were spraying their vineyards with sulfur, a natural product authorized in organic and conventional agriculture.


In fact, many industrial processes use pesticides, especially those that use raw materials of animal or plant origin. For example, the treatment of carpentries. The case I am talking about concerns school facilities whose timber, made of treated wood (what we call an autoclave, a wood injected under high pressure, with different pesticides and metal salts to prevent fungi and insects from attacking it), whose origin is extra-European, release in the air, 24 hours a day, residues of pesticides prohibited in Europe for a very long time.

However, these industrial processes applied to products of agricultural origin but of different use, are not sufficiently controlled, neither in origin nor when they are imported. No residue analysis is done on timber, fabrics or hides.
However, these materials fill our homes, offices and public places.

We control food, it's normal. What we ingest should be safe, we all agree on that.
But this study, which is clearly focused on agricultural practices, could reveal many unsuspected problems that could disturb many people.
It has already been necessary, a short time ago, and it cost a real fortune to States, to remove asbestos from all buildings. Imagine if it is now necessary to disassemble one by one all carpentries or to discard millions of furniture or accessories various and varied.

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Who will pay these bills?

But public health has a very high cost, both economically and politically.

When will we see the publication of these results, in their entirety? And who will risk taking responsibility for the situation and the measures to be taken?

Politicians who launched this study, with the obvious idea in mind, in the short to medium term, of banning many pesticides, could be faced with a much more serious, difficult and costly problem to solve. A kind of return of the stick, of an irrational dogmatism.

This is where we see that agroecology is a deeply good idea. I truly believe that integrating agriculture into its environment and into society is a real good idea. To succeed in bringing modern agriculture and today's society together is a necessity, and this movement of agroecology carries with it the potential to make it happen.
Yet, at least in France, the government itself demonstrates that it does not seek to integrate agriculture into society, but seeks to oblige agriculture to transform itself into organic agriculture. There is no scientific basis to support this idea. There is much more ideology than common sense in this project.

Do you doubt it? Look at the impressive amount of television programs against agriculture (so-called "agri-bashing") broadcast in recent years on French public service channels, thus with the endorsement of the government. All these programs work on the same model: we take a relatively harmless subject, we present it in its most negative angle, we fake the images or the way of filming, we garnish it with some unverifiable but disturbing testimonies, and we add some comments full of innuendo ... without forgetting the importance of a horror film music. The shadow of a doubt.
Especially when you know that it is so easy to manipulate minds. Because the reality of the subjects of all these programs is quite different. Today's food is healthy and safe. It has even never been so healthy and safe in all the history of mankind.

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But letting the doubt run will lead the people to make themselves the decision to change course, even to rush to a gross mistake.
"A lie repeated ten times remains a lie; repeated a thousand times, it becomes a truth ". (Adolf Hitler).

But considering all that this work will discover, is it reasonable to continue to call this movement "agroecology"?

Because if agriculture is not as unhealthy as we think, and if society needs a whole, real and urgent questioning on these environmental effects, should not we rather launch a vast  movement of "socioecology", which of course would include an area of agroecology?