mercredi 28 février 2018

124- Agroecología -6- ¿Es buena la naturaleza?


AGROECOLOGÍA - ¿ES BUENA LA NATURALEZA?

Está bien visto, en la corriente de “pensamiento correcto” actual, de pensar que la naturaleza es buena, y que los humanos solo la perturban.

Veamos la naturaleza por una parte, y la relación de los humanos, así como de los otros animales a nuestra Madre Naturaleza.


Los animales siempre han aprovechado la naturaleza para sus propias necesidades.
Las aves fabrican sus nidos, los conejos cavan sus madrigueras, las ardillas hacen reserva de alimentos, los cuervos fabrican herramientas para resolver sus problemas, las hormigas crían y defienden pulgones para alimentarse de la melaza que producen, los grandes felinos cazan agrupando rebaños de antílopes o de cebras para poder aislar un individuo, los osos destruyen colmenas silvestres para comer la miel, los cormoranes pescan, los gatos juegan con sus víctimas, los atunes cazan al azar en gigantes bancos de arenques, masacrando miles, incluso algunos animales se asocian para ganar en efectividad de caza.
Mira esta lucha y la suerte de pez volador huyendo como pueda delante un depredador mucho más potente.

Nos da lástima. Sin embargo es su destino. Es el ciclo natural. Tiene que morir para que sus depredadores puedan vivir y reproducirse.
El romanticismo de la humanidad moderna le ha hecho perder nociones tan esenciales como esta.


Somos depredadores. Llorar para la vaca que va a ser abatida es totalmente anti-natural.
Lo que no significa que tengamos que hacer sufrir el animal cuando lo matemos.
Muchos movimientos ideológicos actuales (especialmente dedicados a la alimentación) en el fondo son absurdos ya que son una negación de la naturaleza.
¿Cómo puede uno pretender respetar la naturaleza mientras se niega a aceptar la naturaleza humana?

Los humanos solo han reproducido y adaptado lo que habitualmente se produce en la naturaleza. La peculiaridad es que una sola especia animal, gracias al desarrollo atípico de su cerebro, ha podido reunir la mayoría de las aptitudes de otros animales.

Los humanos siempre han intentado protegerse de la naturaleza, porque no es buena, es salvaje, cruel y peligrosa para sus miembros.
Inventaron la ropa para protegerse del frio y del sol,
Inventaron los zapatos para protegerse los pies,
Inventaron las armas para cazar más fácilmente animales más potentes que ellos,
Aprendieron a domesticar el fuego para calentarse, para ahuyentar a sus propios depredadores, y para cocer sus alimentos,
Construyeron casa para abrigarse de la lluvia, de la nieve, del viento y de los animales,
Inventaron el pararrayos para protegerse de los rayos,
Han domado y domesticado animales para aliviarse de la tareas más difíciles y para poder desplazarse,
Han domesticado otros para defenderse,
Han inventado la agricultura para controlar la disponibilidad de sus alimentos.


Inventar todas esas cosas increíbles les ha desarrollado la inteligencia, y han inventado técnicas para mejorar y modernizar todas esas invenciones anteriores.

Paro finalmente, ¿Por qué todo esto?
Para protegerse.
Esta necesidad fundamental y visceral de protección les ha permitido evolucionar y desarrollar su inteligencia. Y han hecho lo mismo que todos los seres vivos en la naturaleza: han utilizado la naturaleza para su propia necesidad.

Es que hoy está de moda querer volver a una agricultura que no disturbe el equilibrio de la naturaleza. Esta idea se apoya especialmente en el concepto que dice que la naturaleza es buena, y por otra parte, que lo que hace la naturaleza es perfecto.
Se puede debatir, y mucho el tema.

Andrew McGuire, agrónomo del Centro de la WSU para la Conservación de la Agricultura y de los Recursos Naturales, ha publicado en 2014 un interesante artículo inicialmente publicado en la web del Centro para la Conservación de la Agricultura y de los Recursos Naturales de la Universidad de Washington, bajo el título “Don’t Mimic Nature on the Farm, Improve it” (no imita la Naturaleza, mejórala), (http://csanr.wsu.edu/dont-mimic-nature-improve-it/).

Solo voy a tomar su conclusión, que me parece fundamental para entender que nuestra agricultura debe seguir su evolución.

“Si lo que vemos en los ecosistemas naturales no es optimizado, sino aleatorio (stocástico como dicen los ecólogos), deberíamos ser capaces de hacer igual de bien o mejor. Podemos, con ingenio, sensatez y una bueno dosis de humildad, ensamblar queriendo sistemas que superan los ecosistemas naturales proporcionando juntos productos y servicios ecosistémicos. A través de la explotación de las propiedades y de los procesos de las distintas especies y a través de de la gestión de las condiciones abióticas (propiedades físicas y químicas del suelo, niveles de agua, etc.), podemos crear agro-sistemas de diseñadores, que serán exitosos en criterios que importan a la agricultura: productividad, eficiencia y estabilidad. Sugiero que es, en realidad, lo que hemos hecho a todo lo largo de nuestra historia (más en el artículo siguiente), y que el “equilibrio de la naturaleza” solo nos ha distraído de nuestros esfuerzos para mejorar la sostenibilidad de nuestra agricultura, una distracción que es imprescindible abandonar.”



En el segundo artículo indicado en este texto, el mismo autor propone pistas de reflexión para una agricultura de futuro bajo el título “Ecosystems are Not Smart, We Are – Applications on the Farm” (Los ecosistemas no son inteligentes, lo somos nosotros – Aplicaciones en la finca). (http://csanr.wsu.edu/ecosystems-are-not-smart/)

Me quedo sobre todo con el principio y el fin de este artículo:

“Si la naturaleza no ha sido optimizada por un proceso que conocemos y que en consecuencia se compone principalmente de mezclas aleatorias de especies dictados esencialmente por perturbaciones naturales, pues no hay ningún motivo para “seguir la vía que nos enseña la naturaleza”. Pero si no seguimos esta vía, ¿con qué nos quedamos?
Nos queda una agricultura basad sobre la inventividad humana y compuesta de lo siguiente:

Rotaciones de cultivos, o mejor aún, sucesiones de cultivos dinámicos;

La gestión de los residuos y la siembre sin laboreo para conservar el suelo cubierto y controlar la erosión;

El uso cauteloso de abonos de síntesis en asociación con abonos orgánicos;

Cultivos de cobertura y abonos verdes, incluidos mezclas para cubiertas; es a este nivel que se puede estudiar las especies no utilizadas e infra-utilizadas para sacar partido de la “sabiduría de la Naturaleza”. La siembra de precisión secuencial con cultivos de cubierta podría aumentar los beneficios de la agricultura de conservación ayudando a la raíces a colonizar provechosamente los canales radiculares de los cultivos muertos (es la colonización secuencial de los canales radiculares).

La gestión integrada de las plagas, incluyendo el uso de pesticidas mejorados.

Los OGM incluidos para los cultivos de cubierta.


Todas esas prácticas podrían ser más ampliamente empleadas y aplicadas con mayor eficiencia.
[…]

Otra ventaja conseguida por el rechazo de “las nociones románticas de un Edén estable” es que debería hacernos menos sensibles a las soluciones “mágicas”, a los deseos piadosos y otras tonterías. Según mi experiencia, es especialmente importante en la gestión de los suelos y de las plagas. No existe un método rápido, fácil y barato para mejorar los suelos. Hacen falta grandes cantidades de materia orgánica, sean producidas en el lugar (más baratas) o traídas (más caras). A largo plazo, los elementos fertilizantes exportados por el cultivo deben ser sustituidos; no pueden ser producidos por “una mejor biología”. Para los insectos, las malas hierbas y las enfermedades, ningún esfuerzo para mejorar el sistema los hará desaparecer.

Están los que encontrarán que toda esta noción es otro ejemplo de la arrogancia humana tratando de controlar la naturaleza y es cierto que existen muchos casos en los que no hemos hecho una buena gestión de la Tierra. Sin embargo, debemos reconocer que la agricultura controla la naturaleza para nuestras propias necesidades. Seguimos necesitando a la naturaleza, y a zonas silvestres, pero a menos que los críticos puedan indicar un mecanismo por el que los ecosistemas naturales han sido constantemente mejorados, no deberíamos emplearlos como modelos para la agricultura, ni suponer que no podemos mejorar. No hay un estado utópico de la naturaleza, con lo que podemos parar de intentar restaurar, recuperar o regresar a tal estado en la agricultura. No hay vuelta atrás, solo hay un camino hacia adelante.”


Nuestra agricultura tiene que seguir su evolución. Hemos pasado de una agricultura tradicional totalmente expuesta a los caprichos de la Naturaleza, a una agricultura productivista, conceptualmente extraída de esta misma naturaleza. Es obvio, para quien quiere reflexionar a este asunto, que era un error.
Pero una revolución siempre pasa por fases extremas. La revolución francesa, fundadora de gran parte de las ideologías políticas modernas, provocó daños colaterales terribles, ha sido el teatro de todas clases de ajustes de cuenta, ha sido el origen de cientos de miles de víctimas, inocentes de los delitos de los que se les acusaba.
Pero ha sido necesario pasar por esas aterradoras etapas para llegar a establecer una democracia en la que el regalito a los políticos es una señal evidente de clientelismo y de corrupción.

En agricultura es lo mismo.
Hemos vivido durante siglos con una agricultura tradicional y frágil, difícil y poco productiva, alternando fase de sobreproducción con fases de hambruna.
Luego, sucesora de la Revolución Industrial, llegó la Revolución Verde, llena de buenas intenciones, y catastrófica en muchos aspectos. Sin embargo, esta revolución tan denigrada ha sido el origen de un movimiento fundamental de investigación, de experimentación, de comprensión de fenómenos a los que está vinculada nuestra producción de alimentos.
Nos encontramos actualmente en un movimiento de péndulo inverso, que tiende a llevarnos a una época en la que la modernidad se entiende como sinónimo de contaminación, de aberración.
Pero inevitablemente, el provenir nos demostrará que la verdad no es esta. La producción de alimentos tiene una imperativa necesidad de modernidad en todos los puntos de vista.
Pero la preservación de nuestro entorno es también una condición de sostenibilidad, no solo de nuestra agricultura, pero también de la especie humana y del resto de especies vivas.


El futuro se sitúa OBLIGATORIAMENTE en el medio, a la vez moderno y productivo, y a la vez respetuoso con el medioambiente, la biodiversidad, el agua y los suelos.
Pero la agricultura ecológica, hoy por hoy, no es capaz de proponer una correcta combinación de todos los criterios.
Es la Producción Integrada que lo permite, o la agroecología, según cómo se quiera llamar.
Porque seamos claros, el uso de la química de síntesis a veces es una necesidad, no de cualquier manera, por supuesto, pero debemos proteger nuestra agricultura contra las agresiones de la naturaleza. Es una cuestión de ecología.
Claro, algunos van a pegar botes. Sin embargo, producir mucho sobre una superficie reducida es la mejor manera para respetar los espacios naturales no dedicados a la agricultura.
El productivismo no es contaminante si se gestiona bien, es incluso todo lo contrario.

Los humanos matan plantas y animales a los que han previamente permitido vivir. Es así cómo nos alimentamos.
Y veo difícil una humanidad de 7.500 millones de habitantes, y en aumento, de los que más de la mitad son urbanos, volver a un estatuto de cazador-recogedor.

La Naturaleza no es buena. Tampoco es mala. Solo es Naturaleza, siempre a medio camino entre vida y muerte. La muerte de unos es el seguro de vida de otros. Es lo que hay. Es la ley de la Naturaleza.

Lo complicado, para los agricultores, es de resolver la difícil ecuación de una producción optimizada con efectos segundarios muy reducidos, para respetar lo mejor posible la Naturaleza.



124- Agroécologie -6- La nature est-elle bonne?

AGROÉCOLOGIE - LA NATURE EST-ELLE BONNE ?

Il est de bon ton, dans le courant actuel de « bien-pensance », de penser que la nature est bonne, et les humains ne font que la perturber.

Examinons un peu la nature d'une part, et le rapport des humains, ainsi que des autres animaux à cette Mère Nature.


Les animaux ont toujours utilisé la nature pour leurs besoins.
Les oiseaux fabriquent leurs nids, les lapins creusent leurs terriers, les écureuils font des réserves de nourriture, les corbeaux fabriquent des outils pour résoudre leurs problèmes, les fourmis élèvent et défendent les pucerons pour se nourrir de la mélasse qu'ils produisent, les grands félins chassent en rassemblant les troupeaux d'antilopes ou de zèbres pour pouvoir isoler un individu, les ours détruisent les ruches sauvages pour y prendre le miel, les cormorans pèchent, les chats jouent avec leurs victimes, les thons chassent au hasard dans les gigantesques bancs de harengs, en massacrant des milliers, certains animaux s'associent même pour gagner en efficacité dans la chasse.
Voyez donc la lutte et le sort de ce poisson volant fuyant éperdument devant un prédateur beaucoup plus puissant.

On a pitié de lui. C’est pourtant son destin. C’est le cycle naturel. Il doit mourir pour que ses prédateurs puissent vivre et se reproduire.
Le romantisme de l’humanité moderne lui fait perdre des notions aussi essentielles que celle-ci.


Nous sommes des prédateurs. Pleurer pour la vache qui va être abattue est absolument antinaturel.
Ce qui ne veut pas dire que nous devions faire souffrir l’animal en le tuant.
Beaucoup de mouvements idéologiques actuels (particulièrement concernant l’alimentation) sont dans le fond absurdes car ils sont un déni de Nature.
Comment peut-on prétendre respecter la nature quand on refuse d’accepter la nature humaine ?

Les humains n'ont fait que reproduire et adapter ce qui se passe habituellement dans la nature. La particularité, c'est qu'une seule espèce animale, grâce au développement atypique de son cerveau, a réussi à réunir la plupart des capacités des autres animaux.

L'homme a toujours cherché à se protéger de la nature, car elle n'est pas bonne, elle est sauvage, cruelle et dangereuse pour ses membres.
Il a inventé les vêtements pour se protéger du froid et du soleil
Il a inventé les chaussures pour se protéger les pieds,
Il a inventé les armes pour chasser plus facilement des animaux plus puissants que lui,
Il a appris à domestiquer le feu afin de se chauffer, de faire fuir ses propres prédateurs et de cuire ses aliments,
Il a construit des maisons pour s'abriter de la pluie, de la neige, du vent et des animaux sauvages,
Il a inventé le paratonnerre pour se protéger de la foudre,
Il a dompté et domestiqué des animaux pour se soulager des tâches les plus difficiles, et pour pouvoir se déplacer,
Il en a domestiqué d'autres pour se défendre,
Il a inventé l'agriculture pour contrôler la disponibilité de ses aliments.


Inventer toutes ces choses incroyables lui a développé l'intelligence, et il a inventé des techniques pour améliorer et moderniser toutes les inventions précédentes.

Mais au fond, tout ça pour quoi?
Pour se protéger.
Ce besoin fondamental et viscéral de protection lui a permis d’évoluer et de développer son intelligence. Et il a fait comme tous les êtres vivants de la nature: il a utilisé la nature pour ses propres besoins.

Or il est de bon ton actuellement de vouloir revenir à une agriculture qui ne perturbe pas l'équilibre de la nature. Cette idée s'appuie en particulier sur le concept qui dit que la nature est bonne, et que d'autre part, ce que fait la nature est parfait.
C'est très discutable.

Andrew McGuire, agronome du Centre de la WSU pour le Maintien de l'Agriculture et des Ressources Naturelles, a écrit en 2014 un intéressant article initialement publié sur le site du Centre pour le Maintien de l'Agriculture et des Ressources Naturelles de l'Université de Washington, sous le titre « Don’t Mimic Nature on the Farm, Improve it »(Ne copiez pas la Nature, améliorez-la), (http://csanr.wsu.edu/dont-mimic-nature-improve-it/).
Seppi sur son blog en fait une traduction complète au français

Je n'en reprends que la conclusion, à mon avis fondamentale pour comprendre que notre agriculture doit poursuivre son évolution :

"Si ce que nous voyons dans les écosystèmes naturels n'est pas optimisé, mais aléatoire (stochastique, diront les écologues), nous devrions être capables de faire aussi bien ou mieux. Nous pouvons, avec ingéniosité, sagesse et une bonne dose d'humilité, assembler à dessein des systèmes qui surpassent les écosystèmes naturels en fournissant à la fois des produits et des services écosystémiques. En exploitant les propriétés et les processus des différentes espèces et en gérant les conditions abiotiques (propriétés physiques et chimiques du sol, niveaux d'eau, etc.), nous pouvons créer des agro-écosystèmes de concepteurs, qui seront des réussites selon les critères qui importent dans l'agriculture : la productivité, l'efficacité et la stabilité. Je postule que c'est, en fait, ce que nous avons fait tout au long de notre histoire (plus dans l'article à suivre), et que « l'équilibre de la nature » n'a fait que nous distraire de nos efforts pour améliorer la durabilité de notre agriculture, une distraction qu'il faudrait absolument abandonner."


Dans le deuxième article cité dans ce texte, le même auteur propose des pistes de réflexion pour une agriculture d’avenir sous le titre « Ecosystems are Not Smart, We Are – Applications on the Farm » (Les écosystèmes ne sont pas intelligents, nous le sommes – Applications pour la ferme).

Je retiens en particulier le début et la fin de cet article :
« Si la nature n'a pas été optimisée par un processus que nous connaissons et qu'elle se compose donc principalement de mélanges aléatoires d'espèces dictés principalement par des perturbations naturelles, alors il n'y a aucune raison de « suivre la voie que nous montre la nature ». Mais si nous ne suivons pas cette voie, que nous reste-t-il ?
Il nous reste une agriculture fondée sur l'ingéniosité humaine et composée de ce qui suit :

Des rotations des cultures,  ou mieux encore, des successions de cultures dynamiques ;

La gestion des résidus et le semis sans labour pour garder le sol couvert et contrôler l'érosion ;

L'utilisation avisée des engrais de synthèse en association avec des engrais organiques ;

Des cultures de couverture et des engrais verts, y compris les mélanges de couverture ; c'est à ce niveau que l'on peut étudier les espèces inutilisées et sous-exploitées pour tirer parti de la « sagesse de la nature ». Le semis de précision séquentiel avec des cultures de couverture pourrait augmenter les bénéfices des cultures de couverture en permettant aux racines de coloniser avantageusement les canaux radiculaires des cultures mortes (c'est la colonisation séquentielle des canaux radiculaires).

La gestion intégrée des ravageurs, y compris l'utilisation de pesticides améliorés.

Les OGM, y compris pour les cultures de couverture.

Toutes ces pratiques pourraient être plus largement utilisées et appliquées plus efficacement.
[…]

Un autre avantage obtenu en rejetant « les notions romantiques d'un Eden stable » est que cela devrait nous rendre moins sensibles aux solutions « magiques », aux vœux pieux et autres inepties. Selon mon expérience, cela s'impose le plus dans la gestion des sols et des ravageurs. Il n'y a pas de méthodes rapides, faciles et bon marché pour améliorer les sols. Il faut des quantités de matières organiques, soit produites sur place (moins cher) ou apportées (plus cher). À long terme, les éléments fertilisants qui sont exportés par la culture doivent être remplacés ; ils ne peuvent pas être produits par « une meilleure biologie ». Pour les insectes, les mauvaises herbes et les maladies, aucun effort pour peaufiner le système ne va les faire disparaître.

Il y a ceux qui trouveront que toute cette notion est encore un autre exemple de l'arrogance humaine essayant de contrôler la nature ; il y a certes beaucoup de cas où nous n'avons pas brillé dans la gestion de la Terre. Cependant, nous devons nous rendre compte que l'agriculture contrôle la nature pour nos propres besoins. Nous avons encore besoin de la nature, et d'endroits « sauvages », mais à moins que les critiques ne puissent indiquer un mécanisme par lequel les écosystèmes naturels ont été constamment améliorés, nous ne devrions pas les utiliser comme des modèles pour l'agriculture, ni supposer que nous ne pouvons pas faire mieux. Il n'y a pas d'état utopique de la nature, nous pouvons donc cesser d'essayer de restaurer, de récupérer ou de retrouver un tel état dans l'agriculture. Il n'y a pas de chemin de retour, mais il y a un moyen d'aller de l'avant. »


Notre agriculture doit poursuivre son évolution. Nous sommes passés d'une agriculture traditionnelle totalement exposée aux caprices de la nature, à une agriculture productiviste, conceptuellement extraite de cette même nature. Il est évident pour qui veut y réfléchir, que c'était une erreur.
Mais une révolution passe toujours par des phases extrêmes. La Révolution française, fondatrice d'une grande partie des idéologies politiques modernes, a provoqué des dégâts collatéraux affreux, a été le théâtre de toutes sortes de règlements de compte, a été à l'origine de centaines de milliers de victimes, innocentes des méfaits dont on les accusait.
Mais il a fallu passer par ces étapes effrayantes pour arriver à établir une démocratie dans laquelle le petit cadeau aux politiciens est un signe évident de clientélisme et de corruption.

En agriculture, c’est la même chose.
Nous avons vécu durant des siècles avec une agriculture traditionnelle et fragile, difficile et peu productive, alternant des phases de surproduction avec des phases de famine.
Puis, succédant à la Révolution Industrielle, est arrivée la Révolution Verte, pétrie de bonnes intentions, et catastrophique sur bien des aspects. Pourtant cette révolution tant décriée a lancé un mouvement fondamental de recherche, d’expérimentation, de compréhension des phénomènes auxquels est liée notre production d’aliments.
Nous sommes actuellement dans un mouvement de balancier inverse, qui tend à nous ramener à une époque où la modernité est comprise comme synonyme de pollution, d’aberration.
Or inévitablement, l’avenir nous démontrera que la vérité ne se situe pas là. La production d’aliments a un impératif besoin de modernité à tous les points de vue.
Mais la préservation de notre environnement est aussi une condition de durabilité, non seulement de notre agriculture, mais aussi tout simplement de l’espèce humaine et des autres espèces vivantes.


L’avenir se situe OBLIGATOIREMENT dans un juste milieu, à la fois moderne et productif, et à la fois respectueux de l’environnement, de la biodiversité, de l’eau et des sols.
Or l’agriculture biologique, actuellement, n’est pas capable de proposer une correcte combinaison de tous ces critères.
C’est la Production Intégrée (ou Production Raisonnée) qui le permet, ou l’agroécologie, selon la manière dont on veut le nommer.
Car soyons bien clairs, le recours à la chimie de synthèse est parfois une nécessité, pas de n’importe quelle manière, bien sûr, mais nous devons protéger notre agriculture des agressions de la nature. C’est une question d’écologie.
Oui, je sais, certains vont faire des bonds. Pourtant produire beaucoup sur peu de surface est la meilleure manière pour respecter les espaces naturels non consacrés à l’agriculture.
Le productivisme n’est pas polluant s’il est bien géré, c’est même tout le contraire.

Les humains tuent des plantes et des animaux auxquels ils ont préalablement permis de vivre. C’est ainsi que nous nous nourrissons.
Et je vois mal une humanité de 7,5 milliards d’habitants, et en augmentation, dont plus de la moitié sont des citadins, revenir à un statut de chasseur-cueilleur.

La Nature n’est pas bonne. Elle n’est pas mauvaise non plus. Elle est juste Nature, toujours partagée entre la vie et la mort. La mort des uns est l’assurance-vie des autres. C’est ainsi. C’est la loi de la Nature.

Ce qui est compliqué, pour les agriculteurs, c’est de résoudre la difficile équation d’une production optimisée avec des effets secondaires très réduits, afin de respecter au mieux la Nature.

Image : https://cardiologydoc.files.wordpress.com/2012/02/cave-man-diet.jpg

124- Agroecology -6- Is nature good?


AGROECOLOGY - IS NATURE GOOD?

It is fashionable, in the current stream of "good-thinking", to think that nature is good, and humans are only disturbing it.

Let's take a look at nature on the one hand, and the relationship of humans and other animals to Mother Nature.


Animals have always used nature for their needs.
Birds make their nests, rabbits dig their burrows, squirrels make food supplies, crows make tools to solve their problems, ants raise and defend aphids to feed on the molasses they produce, the big ones felines hunt by gathering herds of antelopes or zebras to isolate an individual, bears destroy wild hives to take honey, cormorants sin, cats play with their victims, tuna hunt randomly in the gigantic benches of herring, killing thousands, some animals even associate to gain efficiency in the hunt.
So see the struggle and the fate of this flying fish fleeing madly in front of a much more powerful predator.

We pity it. Yet it is its destiny. This is the natural cycle. It has to die so that its predators can live and reproduce.
The romanticism of modern humanity makes him lose notions as essential as this one. We are predators.


Crying for the cow that will be slaughtered is absolutely unnatural.
Which does not mean that we have to inflict pain to the animal by killing it.
Many current ideological movements (especially concerning food) are in the background absurd because they are a denial of Nature.
How can one claim to respect nature when one refuses to accept human nature?

Humans have only reproduced and adapted what usually happens in nature. The peculiarity is that a single animal species, thanks to the atypical development of his brain, has succeeded in gathering the majority of capacities of other animals.

Human has always sought to protect himself from nature because it is not good, it is wild, cruel and dangerous for its members.
He invented clothes to protect himself from cold and sun
He invented shoes to protect his feet,
He invented weapons to hunt more powerful animals,
He learned to domesticate fire to heat himself, to scare his own predators and to cook his food,
He built houses to shelter from rain, snow, wind and wild animals,
He invented the lightning rod to protect himself from lightning,
He has tamed and domesticated animals to relieve himself of the most difficult tasks, and to be able to move,
He has domesticated others to defend himself,
He invented agriculture to control the availability of his food.


Inventing all these incredible things developed him intelligence, and he invented techniques to improve and modernize all previous inventions.

But basically, all that for what?
To protect himself.
This fundamental and visceral need for protection allowed him to evolve and develop his intelligence. And he did the same that all living things in nature: he used nature for his own needs.

Now it is fashionable to want to return to an agriculture that does not disturb the balance of nature. This idea is based in particular on the concept that nature is good, and on the other hand, what nature does is perfect.
It's very questionable.

Andrew McGuire, an agronomist at the WSU Center for Sustaining Agriculture and Natural Resources, wrote an interesting article in 2014, originally published on the website of the Center for Sustaining Agriculture and Natural Resources of the University of Washington, under the title "Don't Mimic Nature on the Farm, Improve it", (http://csanr.wsu.edu/dont-mimic-nature-improve- it /).

I take only the conclusion, in my opinion fundamental to understand that our agriculture must continue its evolution:

“If what we see in natural ecosystems is not optimized, but random (stochastic, say the ecologists), we should be able to do just as well or better. We can, with ingenuity, wisdom, and a good dose of humility, purposefully assemble systems that outperform natural ecosystems in providing both products and ecosystem services. By taking advantage of individual species’ properties and processes, and by managing abiotic conditions (soil physical and chemical properties and water levels, etc.) we can create designer agro-ecosystems, successful by criteria that matter in agriculture; productivity, efficiency, and stability. I propose that this is, in fact, what we have been doing all along (more on this my follow-up post), and that the “balance of nature” has only been a distraction from our efforts to improve the sustainability of our agriculture, a distraction that should be decisively cast aside.”


In the second article cited in this article, the same author proposes some lines of thought for a future agriculture under the title "Ecosystems are Not Smart, We Are - Applications on the Farm".

I particularly remember the beginning and the end of this article:
“If nature has not been optimized by any process that we know of, and therefore consists of mostly random mixes of species dictated primarily by natural disturbances, then there is no reason to “follow nature’s lead.”  But if we don’t, what are we left with?
We are left with an agriculture based on human ingenuity, consisting of:

Crop rotations, or better yet, dynamic crop sequences;

Residue management and no-till planting to keep the soil covered and control erosion;

Careful use of synthetic fertilizers in conjunction with organic fertilizers;

Cover crops and green manures, including cover crop cocktails; this is where we can study unused and underused species to take advantage of “nature’s wisdom.”  Precision crop planting in sequence with cover crops could potentially improve cover cropping benefits by allowing crop roots to advantageously colonize the root channels of the dead cover crops (i.e., sequential root channel colonization).

Integrated pest management including the use of improved pesticides.

GMO crops, including cover crops.

All these practices could be more widely used and more effectively applied.
[…]

Another benefit gained by casting aside “the romantic notions of a stable Eden” is that it should make us less susceptible to “silver bullet” solutions, wishful thinking and other such nonsense. In my experience, this is most needed in soil and pest management. There are no quick, easy, and cheap methods to improve soils. It takes bulk organic materials, either grown on-site (less expensive) or imported (more expensive). In the long-term, the nutrients that are harvested in the crop must be replaced; they cannot be produced by “better biology.” For insects, weeds, and disease, no amount of tweaking the system will make them go away.

There are those who will find this whole notion yet another example of arrogant man trying to control nature, and there are plenty of examples of where we have done a poor job at managing the Earth. However, we must realize that farming is controlling nature for our own purposes. We still need nature, and “wild” places, but unless critics can point to a mechanism by which natural ecosystems were consistently improved, we should not use them as blueprints for agriculture, nor should we assume that we cannot improve on them. There is no utopian state of nature, so we can stop trying to restore, recover, or regain any such state in agriculture. There is no way back, but there is a way forward.”


Our agriculture must continue to evolve. We went from a traditional agriculture totally exposed to the vagaries of nature, to a productivist agriculture, conceptually extracted from this same nature. It is obvious to anyone who wants to think about it, that it was a mistake.
But a revolution always goes through extreme phases. The French Revolution, founder of a large part of the modern political ideologies, caused terrible collateral damage, was the scene of all kinds of settling of scores, was the origin of hundreds of thousands of victims, innocent of the misdeeds which they were accused of.
But it was necessary to go through these frightening steps to establish a democracy in which the small gift to politicians is a clear sign of patronage and corruption.

In agriculture, it's the same thing.
We have lived for centuries with a traditional and fragile agriculture, difficult and unproductive, alternating phases of overproduction with phases of famine.
Then, succeeding the Industrial Revolution, arrived the Green Revolution, steeped in good intentions, and catastrophic in many ways. Yet this much-maligned revolution has launched a fundamental movement of research, experimentation and understanding of the phenomena to which our food production is linked.
We are currently in a reverse balance movement, which tends to bring us back to a time when modernity is understood as synonymous with pollution, aberration.
But inevitably, the future will show us that the truth is not there. The production of food has an imperative need of modernity in all points of view.
But the preservation of our environment is also a condition of sustainability, not only of our agriculture, but also of the human species and other living species.


The future is NECESSARILY in a middle ground, both modern and productive, and at the same time respectful of the environment, biodiversity, water and soil.
But organic farming, currently, is not able to propose a proper combination of all these criteria.
It is Integrated Production that allows it, or agroecology, depending on how we want to name it.
Because let's be very clear, recourse to synthetic chemistry is sometimes a necessity, not in any way, of course, but we must protect our agriculture from the aggressions of nature. It's a question of ecology.
Yes, I know, some won't appreciate. However, producing a lot on a small surface is the best way to respect natural areas not devoted to agriculture.
Productivism is not polluting if it's well managed, it's even the opposite.

Humans kill plants and animals that they have previously allowed to live. That's how we feed ourselves.
And I don't see a humanity of 7.5 billion inhabitants, and increasing, of which more than half are city dwellers, return to a hunter-gatherer status.

Nature is not good. It is not bad either. She is just Nature, always divided between life and death. The death of some is the life insurance of others. That's the way it is. It's the law of nature.

What is complicated for farmers is to solve the difficult equation of an optimized production with very small side effects, in order to respect Nature at best.