Quizás
pensáis tener total libertad de comprar lo que os apetece, y estoy hablando en
general, tanto de alimentos coches, ropa, electrodomésticos o electrónica.
Estáis equivocados. Solo podéis elegir en una gama elaborada por los fabricantes y productores. Pero no es todo ya que, una vez elaborada la gama, llegan los vendedores (tiendas y supermercados) que a su vez, eligen lo que les parece corresponder a lo que vais a comprar. Nadie está dispuesto a proponer la gama completa, ya que supondría tienda gigantes, o demasiado especializadas. Imaginaos una tienda solo especializada en asientos, que quisiera proponer la totalidad de los modelos disponibles en el mercado. Necesitaría una sala de exposición desmesurada, y unas existencias todavía mayores, y de un valor descomunal.
Estáis equivocados. Solo podéis elegir en una gama elaborada por los fabricantes y productores. Pero no es todo ya que, una vez elaborada la gama, llegan los vendedores (tiendas y supermercados) que a su vez, eligen lo que les parece corresponder a lo que vais a comprar. Nadie está dispuesto a proponer la gama completa, ya que supondría tienda gigantes, o demasiado especializadas. Imaginaos una tienda solo especializada en asientos, que quisiera proponer la totalidad de los modelos disponibles en el mercado. Necesitaría una sala de exposición desmesurada, y unas existencias todavía mayores, y de un valor descomunal.
En cuanto a
los alimentos, es lo mismo, es decir que existe una gran diversidad de oferta,
de la que solo encontrareis una parte limitada.
¿Cómo eligen los vendedores los productos que se supone le va a gustar al consumidor?
A través de encuestas de consumidores, estudios psicosociológicos, estudios realizados en restaurantes, cafeterías y cantinas, así como, por supuesto estudios de consumo de los productos puestos a la venta. Así somos clasificados según nuestra situación familiar, profesional, intelectual, nuestra edad, nuestra obediencia religiosa, nuestras preferencias políticas, nuestros ingresos, nuestros gustos personales, nuestros centros de interés, y una multitud de otras informaciones y otros detalles.
Todas estas informaciones, las dejamos escapar en entrevistas, encuestas, tests psicológicos por internet o por teléfono y todas clases de cuestionarios a los que contestamos, cada vez más a menudo, en muchos casos sin saber para que se van a usar, en el momento de una contratación de seguro, de conexión a Internet, de teléfono o de cualquier otra cosa.
¿Cómo eligen los vendedores los productos que se supone le va a gustar al consumidor?
A través de encuestas de consumidores, estudios psicosociológicos, estudios realizados en restaurantes, cafeterías y cantinas, así como, por supuesto estudios de consumo de los productos puestos a la venta. Así somos clasificados según nuestra situación familiar, profesional, intelectual, nuestra edad, nuestra obediencia religiosa, nuestras preferencias políticas, nuestros ingresos, nuestros gustos personales, nuestros centros de interés, y una multitud de otras informaciones y otros detalles.
Todas estas informaciones, las dejamos escapar en entrevistas, encuestas, tests psicológicos por internet o por teléfono y todas clases de cuestionarios a los que contestamos, cada vez más a menudo, en muchos casos sin saber para que se van a usar, en el momento de una contratación de seguro, de conexión a Internet, de teléfono o de cualquier otra cosa.
Total, se
estudia al consumidor, se le categoriza, se le clasifica, y se hace de él, una
diana, un objetivo de ventas.
¿Eres
consumidor de productos ecológicos? Pues eres
- - de pensamiento más bien de la izquierda, con tendencia ecologista, pero
intelectual y de clase media o superior
- - ecologista convencido, quizás incluso militante
- -
de clase superior, pensando más bien a la derecha, y más preocupado por tu
salud y la de tu familia, que del medio ambiente.
Esta lista no
pretende ser ni exacta, ni exhaustiva, solo es una ilustración del estilo de
retrato tipo que sirve para clasificar a los consumidores, con el fin de determinar
sus necesidades supuestas, sus potenciales ganas, y su poder adquisitivo. Esto
permite, a fin de cuentas, de elegir con criterios objetivos (aunque
probablemente discutibles) los productos que será puestos a la venta a su
intención.
Cualquier instalación
en estanterías se corresponde con un estudio previo de consumo, destinado a
estimar el potencial comercial del producto.
Algunos
productos se han vuelto tan esenciales, que su ausencia de las estanterías
podría provocar una pérdida de frecuentación del supermercado. Solo voy a
nombrar uno, muy típico del caso, la Coca-Cola.
Algunos
productos van a ser concebidos y fabricados para determinadas categorías de
consumidores, con el fin de crear una nueva necesidad, y dinamizar sus ventas,
como se ha visto desde unos años con la electrónica.
Los
supermercados medianos y grandes, que representan en torno al 70% de las ventas
de alimentos en los países industrializados (con una proporción muy superior en
zonas urbanas), son generalmente tímidas y no aprecian mucho la novedad. Por
eso es muy difícil encontrar ahí una novedad en productos frescos, ya que
podría pudrirse si no se vende en un plazo corto.
Busca bien en tu memoria: ¿desde cuanto tiempo no has encontrado una auténtica novedad en productos frescos en el supermercado?
Las posibilidades son aún importantes en agricultura. Y, excepto si es un grupo económico importante, o una estructura exportadora a escala nacional de algún país que lo hace, no se produce casi nunca. Habéis podido descubrir el kiwi hace unos 35 años (lanzado por el Board de Nueva-Zelanda, es decir un organismo nacional de control de las exportaciones, que controla las marcas Zespri para el kiwi y Enza para la manzana), algunas variedades de manzana desde 30 años (Pink Lady o Marlene por ejemplo, lanzadas por importantes grupos de productores de frutas), y sobre todo, cierto regreso de las hortalizas antiguas que, como viene indicado en el nombre, no son precisamente novedades.
Busca bien en tu memoria: ¿desde cuanto tiempo no has encontrado una auténtica novedad en productos frescos en el supermercado?
Las posibilidades son aún importantes en agricultura. Y, excepto si es un grupo económico importante, o una estructura exportadora a escala nacional de algún país que lo hace, no se produce casi nunca. Habéis podido descubrir el kiwi hace unos 35 años (lanzado por el Board de Nueva-Zelanda, es decir un organismo nacional de control de las exportaciones, que controla las marcas Zespri para el kiwi y Enza para la manzana), algunas variedades de manzana desde 30 años (Pink Lady o Marlene por ejemplo, lanzadas por importantes grupos de productores de frutas), y sobre todo, cierto regreso de las hortalizas antiguas que, como viene indicado en el nombre, no son precisamente novedades.
¿Cuál es el
problema del supermercado?
Ha trabajado desde muchos años a “deshumanizar” la venta de los productos, para poder reducir los gastos de venta. Pues hoy ya no hay nadie cualificado o disponible para informar y aconsejar útilmente al cliente en la elección de los productos, ni para haceros probar los productos para que los podáis descubrir antes de comprarlos. Los únicos casos de desarrollo de productos nuevos están realizados bajo la impulsión y la financiación de grupos poderosos que se encargan de las acciones de degustación de sus productos.
Ha trabajado desde muchos años a “deshumanizar” la venta de los productos, para poder reducir los gastos de venta. Pues hoy ya no hay nadie cualificado o disponible para informar y aconsejar útilmente al cliente en la elección de los productos, ni para haceros probar los productos para que los podáis descubrir antes de comprarlos. Los únicos casos de desarrollo de productos nuevos están realizados bajo la impulsión y la financiación de grupos poderosos que se encargan de las acciones de degustación de sus productos.
¿Cuál es el
problema del producto fresco?
Es perecedero. No es caso para un producto industrial que, si no se vende podrá, o ser vendido en las rebajas, varios meses después de su puesta a la venta, o simplemente ser devuelto a su fabricante.
Es perecedero. No es caso para un producto industrial que, si no se vende podrá, o ser vendido en las rebajas, varios meses después de su puesta a la venta, o simplemente ser devuelto a su fabricante.
Eso explica
porque es tan importante para el supermercado, no equivocarse en sus elecciones.
Eso explica también las cantidades enormes que gastan en estudio de consumo
para enfocar correctamente sus marcados potenciales. Y por fin explica porque
las novedades en productos frescos, en un primer tiempo, no son bienvenidas. En
caso de dificultades de venta, podrían terminar simplemente a la basura, con
todos los gastos que eso supone.
Cuando tuve
la idea de esta publicación, pensaba especialmente en los métodos de producción
agrícola. El consumidor generalmente solo conoce el ecológico, y el no
ecológico. No hay sitio para términos medios.
Sin embargo existen, son muy utilizadas, y son muy interesantes. Pero son una dificultad más para el supermercado. En efecto, le es muy complicado proponer un mismo producto procedente de varios métodos de cultivo.
Sin embargo existen, son muy utilizadas, y son muy interesantes. Pero son una dificultad más para el supermercado. En efecto, le es muy complicado proponer un mismo producto procedente de varios métodos de cultivo.
Ya se pueden
encontrar manzanas ecológicas, y no ecológicas. Pero imaginaos por ejemplo un
supermercado que quisiera presentar una gama de los métodos de producción.
Debería presentar al menos cuatro gamas distintas de manzanas, peras, naranjas,
plátanos, zanahorias, de tomates, de lechugas, etc. Debería presentar por lo
menos una producción convencional, una producción ecológica, una producción
biodinámica y una producción integrada.
¿Veis el
problema? Cuatro zonas de presentación, separadas e identificadas, cuatro
gestiones de existencias, para cada uno de los productos. Inimaginable.
El
distribuidor, el que sea, necesita transmitir informaciones sencillas,
comprensibles por todos, de manera fácil y sin necesidad de largas
explicaciones. Hemos llegado a una extrema simplificación de los mensajes:
existe el ecológico, sin químicos, y el no ecológico. Es tan simplificado que
se ha transformado en una gran mentira por omisión, y por interpretación. Pues
si decimos sin químicos, se interpreta por sin tratamiento, y el no ecológico
se interpreta como contaminado y peligroso, ya que supuestamente lleno de
residuos químicos.
Pero
vosotros, consumidores, ¿tenéis una idea precisa de lo que son esos métodos de
producción, que sin embargo compráis a diario, a menudo sin daros cuenta?
Es lo que me
propongo presentar en una serie de tres o cuatro publicaciones bajo el título
genérico, muy original de “métodos de producción”.
No sé todavía
si serán correlativas o no. Dependerá de las circunstancias, y de la
preparación de tendré que necesitare para cada capítulo.
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