samedi 15 avril 2017

103- El espíritu de las plantas -8- Timidez

EL ESPÍRITU DE LAS PLANTAS – TIMIDEZ

La timidez es un sentimiento humano que el diccionario Wordreference en línea define como  “Falta de seguridad en uno mismo, dificultad para (…) relacionarse con otras personas. En otras palabras, se trata de una dificultad para entrar en contacto, a acercarse a los demás.

¿De qué manera podemos asociar esta definición con el mundo vegetal?


Pero primero, ¿se puede prestar a las plantas sentimientos humanos?
No, probablemente no.
Ya es difícil para los animales. El romanticismo moderno ha creado lo que podríamos llamar el síndrome Walt Disney, que humaniza a los animales hasta el punto de prestarles sentimientos que probablemente no tienen, llevando algunos al vegetarianismo o al veganismo. Es que es fácil identificarse con animales, y por consecuencia transferir sobre ellos nuestros sentimientos humanos.
Por eso es casi imposible hacerlo con vegetales con los que, al contrario de los animales, no podemos identificarnos y de los cuales no nos sentimos próximos (lo que probablemente es un error). Son vivos y tienen un sitio esencial en el ciclo de la vida, y en nuestras vidas de humanos.

Sin embargo existe, en algunas plantas, un curioso fenómeno que los científicos denominan timidez. Esta palabra es controvertida en la comunidad científica, precisamente porque transpone a plantas un sentimiento puramente humano.

El hecho es que algunos árboles no son capaces de tener contactos con sus vecinos.
Como lo explica Francis Hallé (en francés), famoso botánico francés, gran científico y excepcional comunicador, numerosas hipótesis han sido emitidas, especialmente una según la cual los movimientos de los arboles debidos al viento provocan lesiones en los brotes periféricos de la copa, impidiendo su desarrollo, y provocando esas brechas en la copa de los grandes árboles.
El problema es que miden de 30 a 40 metros de altura, a veces más, con lo que era difícil verificarlo.

  
Hasta las primeras expediciones en las cimas, hacia finales de los años 80, gracias a la invención del “Radeau des cimes” (Balsa de las cimas), por un equipo del que Francis Hallé formaba parte, con un equipo específico permitiendo a los científicos instalarse en la copa para estancias, con el fin de estudiar su estructura, su biodiversidad, sus evoluciones, total, su vida.
Esas expediciones a 40 metros por encima del nivel del suelo, revelo un mundo hasta entonces desconocido, a veces incluso insospechado.
De hecho, es sorprendente pensar, 20 años después de que el hombre haya pisado la Luna, la cima de los grandes árboles seguía siendo un mundo por descubrir.




Y la teoría del daño a los brotes jóvenes cayó por sí sola, ya que ninguna lesión se observa, que pueda justificar este comportamiento.
Sin embargo, algunas hipótesis están en fase de estudio. Una de las más serias estudia la emisión de fitohormonas entre hojas y ramas periféricas para inhibir o desviar los brotes vecinos.

Pero otra cuestión es entender porque existe este fenómeno.

Podría tratarse de una medida para dejar pasar cierta cantidad de luz, para favorecer la vida a nivel del suelo. La mayor parte de los seres vivos necesitan luz. Pero en los bosques primarios, el espesor y la altura de las copas reducen o bloquean el paso de la luz, dejando los niveles más cercanos al suelo en una penumbra incluso una noche permanente. Podría pues, ser una medida de regulación de la luz para permitir la vida de determinadas especies animales y vegetales a nivel del suelo.
También podría tratarse de una medida sanitaria, para reducir o impedir los contagios infecciosos. Las copas muy espesas no dejan que circule aire, reduciendo la capacidad de aireación y de oxigenación de los estratos inferiores, favoreciendo el desarrollo de enfermedades fúngicas y bacterianas. Una aireación de la copa podría ser una  medida de preservación sanitaria del conjunto de la vida del lugar.

La timidez de los árboles vista con una cámara térmica.

Sin embargo, este fenómeno existe también en las raíces, no siempre en las mismas especies. Algunas son “tímidas” arriba pero no abajo, otras abajo pero no arriba, otras arriba y abajo, pero una amplia mayoría de especies no presentan ninguna señal de esta timidez vegetal.
Hoy por hoy, entre las 391.000 especies vegetales científicamente identificadas (https://news.mongabay.com/2016/05/many-plants-world-scientists-may-now-answer/), solo se cuenta un centenar de ellas con esta particularidad.
Obviamente, las teorías emitidas para la parte aérea no son válidas para el sistema radicular.

Los científicos todavía solo pueden emitir hipótesis. Algún día entenderemos este comportamiento. Quizás tendré entonces una nueva ocasión de escribir un artículo sobre este bonito tema.

Ya sabíamos que las plantas son capaces de colaboración entre especies (https://culturagriculture.blogspot.com.es/2016/07/83-el-espiritu-de-las-plantas-5.html).
Quizás descubriremos algún día que algunas especies son capaces de influir sobre el desarrollo de su propio entorno, da la sociedad vegetal y animal del lugar, una forma de adaptación personal destinada al desarrollo social. Tal vez sea simplemente otra expresión de las estrategias desarrolladas en el ámbito de un bioma. (https://culturagriculture.blogspot.com.es/2015/12/62-el-espiritu-de-las-plantas-4.html).


A la espera de saber más sobre este curioso fenómeno, nada nos prohíbe disfrutar esas preciosas imágenes.














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