EL ESPÍRITU DE LAS PLANTAS – TIMIDEZ
La timidez es un sentimiento humano que el diccionario
Wordreference en línea define como “Falta
de seguridad en uno mismo, dificultad para (…) relacionarse con otras personas”.
En otras palabras, se trata de una dificultad para entrar en contacto, a acercarse
a los demás.
¿De qué manera podemos asociar esta definición con el mundo
vegetal?
Pero primero, ¿se puede prestar a las plantas sentimientos
humanos?
No, probablemente no.
Ya es difícil para los animales. El romanticismo moderno ha
creado lo que podríamos llamar el síndrome Walt Disney, que humaniza a los
animales hasta el punto de prestarles sentimientos que probablemente no tienen,
llevando algunos al vegetarianismo o al veganismo. Es que es fácil identificarse
con animales, y por consecuencia transferir sobre ellos nuestros sentimientos
humanos.
Por eso es casi imposible hacerlo con vegetales con los
que, al contrario de los animales, no podemos identificarnos y de los cuales no
nos sentimos próximos (lo que probablemente es un error). Son vivos y tienen un
sitio esencial en el ciclo de la vida, y en nuestras vidas de humanos.
Sin embargo existe, en algunas plantas, un curioso fenómeno
que los científicos denominan timidez. Esta palabra es controvertida en la
comunidad científica, precisamente porque transpone a plantas un sentimiento
puramente humano.
El hecho es que algunos árboles no son capaces de tener
contactos con sus vecinos.
Como lo explica Francis Hallé (en francés), famoso botánico
francés, gran científico y excepcional comunicador, numerosas hipótesis han
sido emitidas, especialmente una según la cual los movimientos de los arboles
debidos al viento provocan lesiones en los brotes periféricos de la copa,
impidiendo su desarrollo, y provocando esas brechas en la copa de los grandes
árboles.
El problema es que miden de 30 a 40 metros de altura, a
veces más, con lo que era difícil verificarlo.
Hasta las primeras expediciones en las cimas, hacia finales
de los años 80, gracias a la invención del “Radeau des cimes” (Balsa de las
cimas), por un equipo del que Francis Hallé formaba parte, con un equipo específico
permitiendo a los científicos instalarse en la copa para estancias, con el fin
de estudiar su estructura, su biodiversidad, sus evoluciones, total, su vida.
Esas expediciones a 40 metros por encima del nivel del
suelo, revelo un mundo hasta entonces desconocido, a veces incluso insospechado.
De hecho, es sorprendente pensar, 20 años después de que el
hombre haya pisado la Luna, la cima de los grandes árboles seguía siendo un
mundo por descubrir.
Y la teoría
del daño a los brotes jóvenes cayó por sí sola, ya que ninguna lesión se
observa, que pueda justificar este comportamiento.
Sin embargo,
algunas hipótesis están en fase de estudio. Una de las más serias estudia la
emisión de fitohormonas entre hojas y ramas periféricas para inhibir o desviar
los brotes vecinos.
Pero otra cuestión
es entender porque existe este fenómeno.
Podría tratarse
de una medida para dejar pasar cierta cantidad de luz, para favorecer la vida a
nivel del suelo. La mayor parte de los seres vivos necesitan luz. Pero en los bosques
primarios, el espesor y la altura de las copas reducen o bloquean el paso de la
luz, dejando los niveles más cercanos al suelo en una penumbra incluso una noche
permanente. Podría pues, ser una medida de regulación de la luz para permitir
la vida de determinadas especies animales y vegetales a nivel del suelo.
También podría
tratarse de una medida sanitaria, para reducir o impedir los contagios
infecciosos. Las copas muy espesas no dejan que circule aire, reduciendo la capacidad
de aireación y de oxigenación de los estratos inferiores, favoreciendo el
desarrollo de enfermedades fúngicas y bacterianas. Una aireación de la copa podría
ser una medida de preservación sanitaria
del conjunto de la vida del lugar.
La timidez de los árboles vista con una cámara térmica.
Imagen: http://68.media.tumblr.com/b5b8ba097a89405d85f3e4b6b463da79/tumblr_o8b2n6coUU1qzi8cco1_1280.jpg
Sin embargo,
este fenómeno existe también en las raíces, no siempre en las mismas especies. Algunas
son “tímidas” arriba pero no abajo, otras abajo pero no arriba, otras arriba y
abajo, pero una amplia mayoría de especies no presentan ninguna señal de esta
timidez vegetal.
Hoy por hoy,
entre las 391.000 especies vegetales científicamente identificadas (https://news.mongabay.com/2016/05/many-plants-world-scientists-may-now-answer/),
solo se cuenta un centenar de ellas con esta particularidad.
Obviamente,
las teorías emitidas para la parte aérea no son válidas para el sistema
radicular.
Los científicos
todavía solo pueden emitir hipótesis. Algún día entenderemos este
comportamiento. Quizás tendré entonces una nueva ocasión de escribir un artículo
sobre este bonito tema.
Ya sabíamos
que las plantas son capaces de colaboración entre especies (https://culturagriculture.blogspot.com.es/2016/07/83-el-espiritu-de-las-plantas-5.html).
Quizás
descubriremos algún día que algunas especies son capaces de influir sobre el
desarrollo de su propio entorno, da la sociedad vegetal y animal del lugar, una
forma de adaptación personal destinada al desarrollo social. Tal vez sea
simplemente otra expresión de las estrategias desarrolladas en el ámbito de un
bioma. (https://culturagriculture.blogspot.com.es/2015/12/62-el-espiritu-de-las-plantas-4.html).
A la espera
de saber más sobre este curioso fenómeno, nada nos prohíbe disfrutar esas
preciosas imágenes.
Imagen: http://www.laboiteverte.fr/wp-content/uploads/2015/09/arbre-timide-feuillage-02-1280x853.jpg
"I don't know much about love, just when you come in front, the search is over…!" Yours is a very informative comment. Thanks.
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