mercredi 27 janvier 2016

50- Protección de las plantas -3- Herbicidas, ¿porque?

HERBICIDAS, ¿PORQUE?

Ya que primero explique lo que son los plaguicidas, y cuál es su justificación histórica, ahora voy a hablar de lo que probablemente te parece que no concuerda con las explicaciones de los dos primeros capítulos. Es lo que el público menos entiende y menos acepta, especialmente últimamente, con todo lo que se dice del glifosato.
¿Por qué se usan tantos herbicidas?

Los herbicidas no entran exactamente en una categoría comparable con los demás plaguicidas. ¿Por qué? Porque no son medicamentos para plantas en el sentido estricto del término. No curan los ataques de insectos, de hongos o de bacterias. Su finalidad es de eliminar o reducir las hierbas en competición con el cultivo. Son todas esas plantas, injustamente llamadas malas hierbas o malezas, y cuya única culpa es querer vivir con los cultivos.

En realidad los motivos son numerosos:
1-     Limitar la competencia con el cultivo
-       Competencia en agua. Todas las plantas necesitan agua. Si las hierbas indeseables se desarrollan en medio del cultivo, van a consumir agua, en detrimento del cultivo. La consecuencia será, o una reducción de la producción de alimentos, porque un cultivo al que le falta agua siempre produce menos, o un aumento del consumo de agua por el riego, para compensar la que se llevan las hierbas.
-       Competencia en elementos nutritivos. Según el mismo proceso, los elementos mineralizados por el suelo, o aportados por el agricultor en forma de abonos, tendrán que ser compartidos entre el cultivo y las hierbas. Las consecuencias pues serán las mismas, es decir una reducción de producción o un aumento de las necesidades en elementos nutritivos, es decir un aumento del consumo de abono.
-       Competencia en luz. Las plantas no todas tienen un desarrollo del mismo tipo ni del mismo ritmo tanto en tamaño como en velocidad. Algunos cultivos se mantienen muy bajos, muy cerca del suelo. Se pueden nombrar por ejemplo la patata, el cacahuete, la fresa, la zanahoria, algunos cereales, etc. Si las hierbas indeseables que aparecen son altas, como la malva o el sorgo de Alep, van a suponer una importante competencia en luz. La fotosíntesis del cultivo no será suficiente y la producción de alimentos se verá mermada. Tenemos el mismo caso con las plantas trepadoras, como la corregüela o la clemátide, que se van a desarrollar cogiendo el cultivo, sea cual sea, como soporte. En algunos casos graves, árboles frutales pueden quedar casi asfixiados por las trepadoras.

2-    Permitir a las semillas que germinen.
Volvemos a la situación de la competencia en luz. Hierbas se instalan en un campo sembrado, su hojas provocan un sombreo importante del suelo, impidiendo la germinación de las semillas del cultivo. Un campo, donde sea, alberga a millones de semillas de todos tipos, transportadas por el viento, por las deyecciones de pájaros, o procedentes de barbechos anteriores. Las condiciones de germinación son diferentes de una planta a la otra. Imagina que siembres un cereal en otoño (gramínea de hoja estrecha, con arranque lento en esa época). En esa misma época, se produce la germinación de la malva (planta de hoja ancha, de crecimiento rápido tanto en altura como en anchura). Si la presencia de malva no queda controlada, el cereal probablemente no le sobrevivirá, o perderá mucho de su capacidad de producción. El uso de un herbicida adaptado a la situación permite hacer de tal manera que el cereal siga adelante. Una vez que ya este implantada y crecida, la competencia de una salida tardía de malva será mucho menos problemática, ya que el cereal ya dominara en luz, en sistema radicular, y lógicamente en alimentación.

3-    Evitar el mantenimiento de un ambiente húmedo debajo de la copa.
Una presencia de vegetación activa bajo la copa de árboles mantiene un elevado nivel de humedad. Es el caso especialmente en frutales y en viñedos. Esta humedad casi permanente favorece el desarrollo de hongos, que necesitan un ambiente húmedo. Es el caso de numerosas enfermedades de conservación (monilia o botrytis por ejemplo), o de una enfermedad muy común en muchos cultivos que es la fitóftora, y también de numerosas bacteriosis. El riesgo puede provocar un fuerte aumento de las necesidades de fungicidas. En este caso, el control de hierbas permite la limitación, al menos parcial, de las aplicaciones de fungicidas.

4-    Evitar o limitar los riesgos de ataques de determinadas plagas como los caracoles, las babosas, los ácaros amarillos o los topillos, que se mantienen siempre en zonas húmedas y con cubierta vegetal. También permitir la aplicación de cebos o de repelentes de manera localizada contra dichos problemas, con un impacto medioambiental limitado. La eficacia de la protección es mucho mejor si el suelo está sin presencia de hierba en el momento de la aplicación.

5-    Controlar la hierba pero evitando las labores del suelo, que destruyen su estructura y favorecen la erosión.
Es un principio fundamental que la agronomía moderna ha puesto de evidencia. El laboreo o labranza, una de las más tradicionales acciones de la agricultura, favorece gravemente la erosión del suelo, disminuye mucho su capacidad a retener las aguas de lluvia, y reduce drásticamente su fertilidad por oxidación acelerada de la materia orgánica. Es tan real que cada vez más agricultores se convierten a la siembra directa, es decir a la supresión de los laboreos entre cultivos. En América del Sur, este fenómeno ha cogido gran importancia, ya que en algunos países, más del 80% de las tierras cultivadas han adoptado esta técnica. Pero el control de hierba sigue siendo un problema. En esas condiciones, el uso de herbicidas permite una combinación de ventajas. Puedes leer más sobre este tema con el artículo siguiente (en español), sobre la siembra directa en América del Sur y los herbicidas http://www.croplifela.org/es/menu-default-actualidad.html?id=593

6-    Evitar la presencia de plantas tóxicas en los cultivos. Esas plantas podrían mezclarse con el cultivo y presentar, en recolección, muy serios problemas de seguridad de los alimentos. Es el caso de plantas como la datura, el tomatito o la cicuta por ejemplo, que son venenos fuertes y que, si se encuentran en mezcla con cultivos en el momento de la cosecha, pueden hacer que los alimentos procedentes de esa cosecha no sean aptos para el consumo, por riesgo elevado de intoxicación.
  


Puedes observar que ninguno de los puntos abordados hace referencia a la rentabilidad de la explotación. Sin embargo es un aspecto que debería ser añadido, pero que considero ya integrado en cualquier lógica de producción y de empresa.
En otras palabras, y sin querer hacer una lista exhaustiva de ventajas de su uso, quiero una vez más, que entiendas que el uso de herbicidas responde a una lógica que se integra perfectamente en una agricultura sostenible: asegurar una producción suficiente para que el agricultor pueda vivir dignamente de ello, para limitar la superficie necesaria para garantizar una producción global suficiente, y para garantizar un elevado nivel de seguridad de los alimentos.
No olvidemos nunca que la búsqueda de la productividad no es un defecto, ni un insulto a la Naturaleza, todo lo contrario. La búsqueda de la productividad es una buena manera de optimizar los recursos naturales disponibles. El agricultor debe buscar la productividad para la rentabilidad de su propia actividad. Pero una agricultura sostenible debe buscar la productividad para limitar su propio impacto medioambiental. ¿Porque? Simplemente porque el impacto medioambiental de un cultivo, sea cuál sea, es casi la misma, que produzca 100.000 kg, o que produzca 200.000 kg. La diferencia, es que a nivel global, será suficiente la mitad de superficie para llegar a producir la misma cantidad de alimentos, con lo que el impacto sobre los recursos en agua, los consumos de fertilizantes o de plaguicidas será enormemente reducida, a la par que mejorara la seguridad de alimentos. En el mismo tiempo, se requerirá menos superficie de tierra fértil para alimentar a la misma cantidad de personas, y la producción de gases de efecto invernadero será menor.

¿Es posible sustituir los herbicidas por otras cosas?
El método tradicional, el control mecánico consiste a remover el suelo superficialmente, para destruir las hierbas molestas. Se realiza manualmente, o con un tractor o un animal de tracción, y con la ayuda de herramientas o aperos de tipo vertedera, que pueden adoptar varias formas y tamaños según los casos. Pero los inconvenientes son importantes por el riesgo de erosión, de daños directos ocasionados al cultivo, y por las perturbaciones ocasionadas a la vida del suelo.
Otros tipos de útiles están disponibles, como por ejemplo los que están a base de látigos rotativos que destruyen la hierba presente. El suelo casi no está afectado, pero algunos tipos de riego localizado no lo soportan.
El herbicida térmico es un método nuevo que consiste a quemar o a provocar un choque térmico à la hierba, de manera de provocar su muerte, sin dañar al cultivo. Existen varios tipos de útiles equipados de quemadores de gas para este tipo de trabajo. Sin embargo, existe un riesgo elevado de incendio si el clima es muy seco. También se pueden producir daños a los sistemas de riego localizado.
La técnica del mulching o cubierta permanente del suelo, en cultivos perennes como frutales, cítricos o viña, es una alternativa en fase de estudio y/o de desarrollo. Se trata de mantener el suelo cubierto con materiales inertes como paja, corteza de pino, o incluso con plástico. Esas técnicas permiten evitar la germinación de las hierbas, pero necesitan un mantenimiento, pueden disimular ataques de topillos potencialmente peligrosos, y consumen mucho material.
La cubierta vegetal total permanente, con especies cuidadosamente seleccionadas, también está en estudio. Plantas muy bajas como el trébol, por ejemplo, consumen muy poca agua, extraen el nitrógeno del aire, y representan entonces una competencia muy reducida. Sin embargo, su presencia no resuelve el problema de humedad bajo la copa, ni el riesgo de ataques de topillos.
Los herbicidas ecológicos. Algunos investigadores trabajan esta pista a partir de toxinas extraídas de plantas, y que podrían representar, en el futuro, una alternativa interesante. Pero queda todavía mucho camino por recorrer. Sobre este tema, puedes leer el siguiente artículo (en francés) http://www.lefigaro.fr/jardin/2015/05/08/30008-20150508ARTFIG00228-la-revolution-des-nouveaux-desherbants-bio.php


Ninguna de esas técnicas representa actualmente una alternativa totalmente satisfactoria, cada una teniendo defectos importantes. En resumen, o bien se produce menos (y hay que cultivar más hectáreas para una misma producción global con un mayor impacto medioambiental), o bien se consume más agua y abono, con los problemas que representa, para compensar la presencia de hierba. Pero en todos los casos, nos encontramos con problemas sanitarios.

El control de la hierba es, en la actualidad, uno de los mayores problemas en todos los métodos de agricultura ecológica. Puedes leer el artículo siguiente (en español), sobre el control de hierba en la huerta ecológica, es decir a pequeña escala. A gran escala, los problemas se multiplican mucho. http://www.agrohuerto.com/controlar-malas-hierbas-en-el-huerto/
Esto demuestra simplemente que es actualmente difícil eliminar los herbicidas, ya que los protocolos de producción que los rechazan tienen dificultades para dominar el problema con las alternativas disponibles.

Creo totalmente necesario avanzar la búsqueda de soluciones alternativas a los herbicidas ya que su uso tiene inconvenientes medioambientales evidentes. Los movimientos ecologistas los exageran voluntariamente, pero negarlos sería absurdo.

El uso de herbicidas permite mantener los suelos en un estado óptimo de fertilidad natural, permitiendo aumentar los rendimientos de los cultivos sin descontrol del consumo de agua y de los fertilizantes.

Un buen uso de los herbicidas aporta claramente más ventajas que inconvenientes.
El impacto medioambiental global de su uso es muy positivo si la aplicación se realiza con los productos adecuados, con la dosis necesaria y suficiente, en el momento adecuado y con los equipos de aplicación en buenas condiciones y con buena regulación.

Se podría decir que, en la actualidad, los herbicidas son un mal necesario en agricultura, es probable que esta situación dure mucho tiempo. Lo cambiara muy probablemente, es el tipo de productos que usaremos en el futuro, y su impacto medioambiental.

Los herbicidas son necesarios para la humanidad. Son uno de los útiles de los que dispone la agricultura para aumentar la producción de alimentos para poder responder a las necesidades de una población mundial en constante aumento.
Tenemos que hacerlos evolucionar, y usarlos de manera precisa y racional. Les sacaremos todos los lados benéficos que nos pueden aportar, reduciendo al máximo sus inconvenientes.



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