HERBICIDAS, ¿PORQUE?
Ya que primero explique lo que son los
plaguicidas, y cuál es su justificación histórica, ahora voy a hablar de lo que
probablemente te parece que no concuerda con las explicaciones de los dos
primeros capítulos. Es lo que el público menos entiende y menos acepta,
especialmente últimamente, con todo lo que se dice del glifosato.
¿Por qué se usan tantos herbicidas?
Los herbicidas no entran exactamente
en una categoría comparable con los demás plaguicidas. ¿Por qué? Porque no son
medicamentos para plantas en el sentido estricto del término. No curan los
ataques de insectos, de hongos o de bacterias. Su finalidad es de eliminar o
reducir las hierbas en competición con el cultivo. Son todas esas plantas,
injustamente llamadas malas hierbas o malezas, y cuya única culpa es querer
vivir con los cultivos.
En realidad los motivos son numerosos:
1- Limitar
la competencia con el cultivo
-
Competencia en agua. Todas las plantas necesitan agua. Si
las hierbas indeseables se desarrollan en medio del cultivo, van a consumir
agua, en detrimento del cultivo. La consecuencia será, o una reducción de la
producción de alimentos, porque un cultivo al que le falta agua siempre produce
menos, o un aumento del consumo de agua por el riego, para compensar la que se
llevan las hierbas.
-
Competencia en elementos nutritivos. Según el mismo proceso, los
elementos mineralizados por el suelo, o aportados por el agricultor en forma de
abonos, tendrán que ser compartidos entre el cultivo y las hierbas. Las
consecuencias pues serán las mismas, es decir una reducción de producción o un
aumento de las necesidades en elementos nutritivos, es decir un aumento del
consumo de abono.
-
Competencia en luz. Las plantas no todas tienen un
desarrollo del mismo tipo ni del mismo ritmo tanto en tamaño como en velocidad.
Algunos cultivos se mantienen muy bajos, muy cerca del suelo. Se pueden nombrar
por ejemplo la patata, el cacahuete, la fresa, la zanahoria, algunos cereales,
etc. Si las hierbas indeseables que aparecen son altas, como la malva o el
sorgo de Alep, van a suponer una importante competencia en luz. La fotosíntesis
del cultivo no será suficiente y la producción de alimentos se verá mermada.
Tenemos el mismo caso con las plantas trepadoras, como la corregüela o la
clemátide, que se van a desarrollar cogiendo el cultivo, sea cual sea, como
soporte. En algunos casos graves, árboles frutales pueden quedar casi
asfixiados por las trepadoras.
2- Permitir
a las semillas que germinen.
Volvemos
a la situación de la competencia en luz. Hierbas se instalan en un campo
sembrado, su hojas provocan un sombreo importante del suelo, impidiendo la
germinación de las semillas del cultivo. Un campo, donde sea, alberga a
millones de semillas de todos tipos, transportadas por el viento, por las deyecciones
de pájaros, o procedentes de barbechos anteriores. Las condiciones de
germinación son diferentes de una planta a la otra. Imagina que siembres un
cereal en otoño (gramínea de hoja estrecha, con arranque lento en esa época).
En esa misma época, se produce la germinación de la malva (planta de hoja
ancha, de crecimiento rápido tanto en altura como en anchura). Si la presencia
de malva no queda controlada, el cereal probablemente no le sobrevivirá, o
perderá mucho de su capacidad de producción. El uso de un herbicida adaptado a
la situación permite hacer de tal manera que el cereal siga adelante. Una vez
que ya este implantada y crecida, la competencia de una salida tardía de malva
será mucho menos problemática, ya que el cereal ya dominara en luz, en sistema
radicular, y lógicamente en alimentación.
3- Evitar
el mantenimiento de un ambiente húmedo debajo de la copa.
Una
presencia de vegetación activa bajo la copa de árboles mantiene un elevado
nivel de humedad. Es el caso especialmente en frutales y en viñedos. Esta
humedad casi permanente favorece el desarrollo de hongos, que necesitan un
ambiente húmedo. Es el caso de numerosas enfermedades de conservación (monilia
o botrytis por ejemplo), o de una enfermedad muy común en muchos cultivos que
es la fitóftora, y también de numerosas bacteriosis. El riesgo puede provocar
un fuerte aumento de las necesidades de fungicidas. En este caso, el control de
hierbas permite la limitación, al menos parcial, de las aplicaciones de
fungicidas.
4- Evitar
o limitar los riesgos de ataques de determinadas plagas como los caracoles, las babosas, los
ácaros amarillos o los topillos, que se mantienen siempre en zonas húmedas y
con cubierta vegetal. También permitir la aplicación de cebos o de repelentes
de manera localizada contra dichos problemas, con un impacto medioambiental
limitado. La eficacia de la protección es mucho mejor si el suelo está sin presencia
de hierba en el momento de la aplicación.
5- Controlar
la hierba pero evitando las labores del suelo, que destruyen su estructura y favorecen la erosión.
Es
un principio fundamental que la agronomía moderna ha puesto de evidencia. El
laboreo o labranza, una de las más tradicionales acciones de la agricultura, favorece
gravemente la erosión del suelo, disminuye mucho su capacidad a retener las
aguas de lluvia, y reduce drásticamente su fertilidad por oxidación acelerada
de la materia orgánica. Es tan real que cada vez más agricultores se convierten
a la siembra directa, es decir a la supresión de los laboreos entre cultivos. En
América del Sur, este fenómeno ha cogido gran importancia, ya que en algunos
países, más del 80% de las tierras cultivadas han adoptado esta técnica. Pero
el control de hierba sigue siendo un problema. En esas condiciones, el uso de
herbicidas permite una combinación de ventajas. Puedes leer más sobre este tema
con el artículo siguiente (en español), sobre la siembra directa en América del
Sur y los herbicidas http://www.croplifela.org/es/menu-default-actualidad.html?id=593
6- Evitar
la presencia de plantas tóxicas en los cultivos. Esas plantas podrían mezclarse con
el cultivo y presentar, en recolección, muy serios problemas de seguridad de
los alimentos. Es el caso de plantas como la datura, el tomatito o la cicuta por
ejemplo, que son venenos fuertes y que, si se encuentran en mezcla con cultivos
en el momento de la cosecha, pueden hacer que los alimentos procedentes de esa
cosecha no sean aptos para el consumo, por riesgo elevado de intoxicación.
Puedes observar que ninguno de los puntos
abordados hace referencia a la rentabilidad de la explotación. Sin embargo es
un aspecto que debería ser añadido, pero que considero ya integrado en
cualquier lógica de producción y de empresa.
En otras palabras, y sin querer hacer
una lista exhaustiva de ventajas de su uso, quiero una vez más, que entiendas
que el uso de herbicidas responde a una
lógica que se integra perfectamente en una agricultura sostenible: asegurar
una producción suficiente para que el agricultor pueda vivir dignamente de
ello, para limitar la superficie necesaria para garantizar una producción
global suficiente, y para garantizar un elevado nivel de seguridad de los
alimentos.
No olvidemos nunca que la búsqueda de
la productividad no es un defecto, ni un insulto a la Naturaleza, todo lo
contrario. La búsqueda de la
productividad es una buena manera de optimizar los recursos naturales disponibles.
El agricultor debe buscar la productividad para la rentabilidad de su propia
actividad. Pero una agricultura sostenible debe buscar la productividad para
limitar su propio impacto medioambiental. ¿Porque? Simplemente porque el
impacto medioambiental de un cultivo, sea cuál sea, es casi la misma, que
produzca 100.000 kg, o que produzca 200.000 kg. La diferencia, es que a nivel
global, será suficiente la mitad de superficie para llegar a producir la misma
cantidad de alimentos, con lo que el impacto sobre los recursos en agua, los
consumos de fertilizantes o de plaguicidas será enormemente reducida, a la par
que mejorara la seguridad de alimentos. En el mismo tiempo, se requerirá menos
superficie de tierra fértil para alimentar a la misma cantidad de personas, y
la producción de gases de efecto invernadero será menor.
¿Es posible sustituir los herbicidas
por otras cosas?
El
método tradicional, el control mecánico consiste a remover el suelo superficialmente, para
destruir las hierbas molestas. Se realiza manualmente, o con un tractor o un
animal de tracción, y con la ayuda de herramientas o aperos de tipo vertedera,
que pueden adoptar varias formas y tamaños según los casos. Pero los
inconvenientes son importantes por el riesgo de erosión, de daños directos
ocasionados al cultivo, y por las perturbaciones ocasionadas a la vida del suelo.
Otros tipos de útiles están
disponibles, como por ejemplo los que están a base de látigos rotativos que
destruyen la hierba presente. El suelo casi no está afectado, pero algunos
tipos de riego localizado no lo soportan.
El
herbicida térmico es
un método nuevo que consiste a quemar o a provocar un choque térmico à la
hierba, de manera de provocar su muerte, sin dañar al cultivo. Existen varios
tipos de útiles equipados de quemadores de gas para este tipo de trabajo. Sin
embargo, existe un riesgo elevado de incendio si el clima es muy seco. También
se pueden producir daños a los sistemas de riego localizado.
La
técnica del mulching o cubierta permanente del suelo, en cultivos perennes como frutales, cítricos
o viña, es una alternativa en fase de estudio y/o de desarrollo. Se trata de mantener
el suelo cubierto con materiales inertes como paja, corteza de pino, o incluso
con plástico. Esas técnicas permiten evitar la germinación de las hierbas, pero
necesitan un mantenimiento, pueden disimular ataques de topillos potencialmente
peligrosos, y consumen mucho material.
La
cubierta vegetal total permanente,
con especies cuidadosamente seleccionadas, también está en estudio. Plantas muy
bajas como el trébol, por ejemplo, consumen muy poca agua, extraen el nitrógeno
del aire, y representan entonces una competencia muy reducida. Sin embargo, su
presencia no resuelve el problema de humedad bajo la copa, ni el riesgo de
ataques de topillos.
Los
herbicidas ecológicos. Algunos
investigadores trabajan esta pista a partir de toxinas extraídas de plantas, y
que podrían representar, en el futuro, una alternativa interesante. Pero queda
todavía mucho camino por recorrer. Sobre este tema, puedes leer el siguiente
artículo (en francés) http://www.lefigaro.fr/jardin/2015/05/08/30008-20150508ARTFIG00228-la-revolution-des-nouveaux-desherbants-bio.php
Ninguna de esas técnicas representa
actualmente una alternativa totalmente satisfactoria, cada una teniendo
defectos importantes. En resumen, o bien se produce menos (y hay que cultivar
más hectáreas para una misma producción global con un mayor impacto
medioambiental), o bien se consume más agua y abono, con los problemas que
representa, para compensar la presencia de hierba. Pero en todos los casos, nos
encontramos con problemas sanitarios.
El
control de la hierba es, en la actualidad, uno de los mayores problemas en
todos los métodos de agricultura ecológica. Puedes leer el artículo siguiente (en
español), sobre el control de hierba en la huerta ecológica, es decir a pequeña
escala. A gran escala, los problemas se multiplican mucho. http://www.agrohuerto.com/controlar-malas-hierbas-en-el-huerto/
Esto demuestra simplemente que es
actualmente difícil eliminar los herbicidas, ya que los protocolos de
producción que los rechazan tienen dificultades para dominar el problema con
las alternativas disponibles.
Creo totalmente necesario avanzar la
búsqueda de soluciones alternativas a los herbicidas ya que su uso tiene
inconvenientes medioambientales evidentes. Los movimientos ecologistas los
exageran voluntariamente, pero negarlos sería absurdo.
El
uso de herbicidas permite mantener los suelos en un estado óptimo de fertilidad
natural, permitiendo aumentar los rendimientos de los cultivos sin descontrol
del consumo de agua y de los fertilizantes.
Un
buen uso de los herbicidas aporta claramente más ventajas que inconvenientes.
El impacto medioambiental global de su
uso es muy positivo si la aplicación se realiza con los productos adecuados,
con la dosis necesaria y suficiente, en el momento adecuado y con los equipos
de aplicación en buenas condiciones y con buena regulación.
Se podría decir que, en la actualidad,
los herbicidas son un mal necesario en agricultura, es probable que esta
situación dure mucho tiempo. Lo cambiara muy probablemente, es el tipo de
productos que usaremos en el futuro, y su impacto medioambiental.
Los
herbicidas son necesarios para la humanidad. Son uno de los útiles de los que dispone la agricultura
para aumentar la producción de alimentos para poder responder a las necesidades
de una población mundial en constante aumento.
Tenemos que hacerlos evolucionar, y
usarlos de manera precisa y racional. Les sacaremos todos los lados benéficos
que nos pueden aportar, reduciendo al máximo sus inconvenientes.
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