LA FALTA DE FRÍO
Las plantas perennes de los climas templados o fríos
tienen una peculiaridad. Necesitan frío en el invierno para completar su ciclo
anual. Algunos científicos han estudiado el problema, a partir del final de los
años 40, dando lugar a varios métodos de cálculo. Se trataba entonces de
intentar entender la fisiología de las plantas cultivadas, especialmente las
leñosas, que viven varios años, y cuyo arranque de ciclo en primavera (el
desborre), es muy influenciado por las condiciones del invierno.
El método el más habitualmente utilizado es el elaborado
por el americano Weinberger y publicado en 1950. Se basa en un cálculo simple
de acumulación de las horas de temperatura inferior a 45ºF (7,2ºC), considerado
el umbral de temperatura por debajo del cual la planta es receptiva al frío
para sus necesidades fisiológicas. Más tarde, otros métodos propusieron
combinar las horas de frío con las horas de calor, al considerar que el efecto
de una temperatura mínima es parcialmente compensada si la temperatura máxima
del mismo día es elevada. Fueron elaborados otros varios modelos (Utah,
Crossa-Reynaud, Erez, Bidabe, etc.)
Sea cual sea el modelo utilizado, es la comparación con
referencias que permite una interpretación aceptable. Pero esa no es la
cuestión. La utilización de esos datos permite clasificar las variedades de una
misma especie según su adaptación al clima. Permite al agricultor elegir los cultivos
y las variedades las más adecuadas para su área de producción.
Tomemos un ejemplo que conozco muy bien, el melocotonero.
El comportamiento frente al frío de los frutales ha sido
muy estudiado, principalmente en Estados-Unidos, lo que hace que las palabras
usadas proceden a menudo del americano.
Se clasifican usualmente las variedades de melocotonero,
muy numerosas (que incluyen nectarinas, bruñones, pavías, paraguayos, carne
blanca, carne amarilla, etc.), en 3 categorías de necesidad de frío (chill),
las variedades high-chill, de elevada necesidad de frío, que necesitan más de
650/700 horas, las low-chill, de baja necesidad, que requieren menos de 350/400
horas para cumplir con su ciclo, y las médium-chill, entre medio.
Este abanico de necesidades es totalmente natural, y
refleja una pequeña parte de la enorme diversidad genética de la especia. Esas
características, observadas en las zonas nativas de la especie (China), han
sido aprovechadas por los genetistas en sus programas de hibridación (ver sobre
este punto mi artículo http://culturagriculture.blogspot.com.es/2014/01/3-seleccion-mutacion-hibridacion-ogm.html),
con el fin de crear variedades comerciales adaptadas à distintos tipos de
climas.
¿Qué pasa si a una planta le falta frío?
En pleno invierno, cuando una planta está en “reposo
vegetativo” (dormancia), tiene en realidad una actividad fisiológica, muy
discreta, pero fundamental. Los órganos vegetativos (yemas de madera y yemas de
flor) terminan su desarrollo interno gracias al frío.
Una falta de frío perturba esta fase. La planta es
incapaz de terminar su desarrollo interno. Teóricamente, no puede despertar de
su dormancia invernal. Sin embargo, la planta no solo reacciona al frío, sino
también al fotoperiodo, es decir a la duración del día y de la noche.
Cuando los días vuelven a alargarse, lo que nos lleva a
finales de Diciembre en el hemisferio norte, las plantas “saben” que la
primavera se acerca, y que llega el momento de despertar. Pero han dormido muy
mal, por la falta de frío, y el despertar será caótico.
En regiones como aquí, en Andalucía, donde el problema de
la falta de frío es habitual, la elección de cultivos y de variedades adaptadas
es generalmente bien asumida por los agricultores. Es incluso en general una
condición sine qua non para poder producir todos los años y garantizar la
perennidad de la explotación agrícola.
Pero este año, con el invierno especialmente suave que
vive el hemisferio norte, muchos agricultores de zonas donde este fenómeno
habitualmente no se produce, podrían encontrarse con sorpresas en primavera.
En Marruecos, donde la falta de frío es muy habitual, es muy común ver una gran disparidad en la floración.
Los agricultores tendrán que vigilar muy bien el desborre
de los cultivos perennes, ya que es muy probable que algunas yemas empiecen su
ciclo de manera excepcionalmente precoz. En cultivos muy sensibles a algunas
enfermedades, como es el caso, precisamente del melocotonero, del que una de
las principales enfermedades, la lepra, se instala desde el hinchamiento de
yemas, será probablemente necesario anticipar la protección para evitar malas
sorpresas más adelante. Hay que recordar también que los insectos, animales,
hongos y bacterias responden a las mismas estimulaciones de temporada que las
plantas. Entonces si una planta tiene un desborre muy precoz, sus enfermedades
y plagas habituales lo harán también.
La falta de frío hace que los árboles tienen un gran desfase entre la presencia de frutas, y el desarrollo de hojas.
Además, es probable que hasta la recolección
(especialmente escalona en esas circunstancias), los agricultores observen
anomalías fisiológicas variadas. En concreto la floración que habitualmente, en
el caso del melocotonero, dura de 10 a 15 días, puede alargarse mucho hasta
durar más de un mes, las disformidades florales pueden ser numerosas (flores
sin ovario, flores con pistilo abortado, caída de yemas antes de su apertura,
etc.). Las yemas de madera encontraran muchas dificultades para arrancar, y lo
harán con un gran desfase en el tiempo, haciendo que las frutas jóvenes no sean
adecuadamente alimentadas por falta de fotosíntesis. Las perdidas agrícolas
también se pueden situar en una falta de calibre de la fruta y una falta de
calidad.
Por otra parte, este desborre anárquico pero muy precoz,
podría aumentar notablemente la sensibilidad a las heladas de primavera, si se
producen. “Navidad al balcón, en Pascua al tizón”, la sabiduría popular lo sabe
perfectamente.
Se pueden encontrar frutas casi maduras y otras recién salidas de la flor, con varias semanas de desfase de maduración.
Y para terminar, un punto importante para los productores
de frutas, es frecuente, en esas circunstancias, que las primeras frutas, claramente
más adelantadas que las más tardías, provoquen una caída fisiológica
importante, por acentuación de los efectos de competencia entre las frutas más
grande y las más pequeñas. Pues es recomendable aplazar las decisiones de
aclareo, y de hacerlo con cierta prudencia.
Con el tiempo, la planta terminara equilibrándose, pero
el agricultor soportara graves consecuencias por falta de producción y falta de
calidad.
Total, un invierno excesivamente suave puede ser un serio
problema, tanto en agricultura que en los jardines. Las plantas pueden ser
bastante trastornadas, y los riesgos de frío de primavera serán elevados, con
consecuencias potencialmente graves.
La ola de frío que está llegando debería volver a poner
las cosas en su sitio, excepto para las plantas que ya han iniciado su proceso
de desborre, lo que les hace más sensibles al frío.
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