EN LA FRONTERA DE LO NATURAL…
La agricultura ecológica tiene que resolver los mismos
problemas que la agricultura convencional. De hecho, utiliza numerosos
plaguicidas, extractos o decocciones (extractos de neem, rotenona, nicotina, pelitre,
purines de ortiga, etc.) o minerales (jabón potásico, compuestos de cobre,
azufre, calcio o incluso arsénico según los países, etc.) u otros, pero con la
misma finalidad, asegurar la productividad del cultivo.
Sin embargo durante los últimos años, algunas moléculas
como el spinosad, insecticida sintetizado por bacterias, han sido autorizadas
en cultivos ecológicos, considerando que su fabricación es natural, aunque el
proceso sea totalmente industrial. En este preciso ejemplo, es el gigante
americano de la química Dow Chemical que la fabrica.
Todo es perfecto, pero nos lleva a una reflexión muy
seria, sobre un tema que envenena gravemente el debate social sobre el uso de
la química en agricultura.
Hace mucho tiempo que estoy pensando en un artículo sobre
este delicado tema. Para ser totalmente honesto, no sabía por dónde cogerlo.
Pero resulta que hace poco ForumPhyto publicó un
artículo, en francés, (http://www.forumphyto.fr/2016/01/07/comment-produire-un-herbicide-naturel-wackes-seppi-andrew-kniss/)
que habla de un
artículo, en francés también de Wackes Seppi (http://seppi.over-blog.com/2016/01/comment-produire-un-herbicide-naturel.html)
que a su vez
traduce un artículo original de Andrew Kniss (http://weedcontrolfreaks.com/2016/01/how-to-make-a-natural-weed-killer/
).
Pues como lo
puedes notar, es como un tipo de reacción en cadena, pero resulta que no solo
el tema es muy interesante, pero también resulta ser bastante fundamental.
La pregunta de
fondo es: “cuando hablamos de plaguicidas, ¿dónde termina lo natural?”, y la
pregunta consecuente “¿en base a qué criterios reales debemos considerar un
plaguicida natural o no?”
Pero dejemos
hablar el especialista. Las ilustraciones proceden en parte del artículo
original de Andrew Kniss, y en parte de su traducción al francés por Wackes
Seppi.
Algunas partes
te podrán parecer muy técnicas y/o científicas. Pero merecer realmente la pena
leerlo hasta el final.
“¿Cómo producir un herbicida ecológico?
Por Andrew Kniss* (6 de enero de 2016)
Hace más de un año, escribí un artículo
sobre un herbicida casero que contiene sal, vinagre y producto lavavajilla.
“Muchos de vosotros lo han probablemente
visto colgado en Facebook, Twitter o Pinterest, o en vuestra página de
jardinería preferida. Una de mis descripciones preferidas lo llama una “poción
herbicida mágica y natural”.
Esta peculiar poción mata ciertamente
las malas hierbas, pero no es natural (y ciertamente no es exenta de productos
químicos). Contiene producto lava-vajilla y vinagre, ambos sintetizados
industrialmente, así que no es natural en el sentido de la mayoría de las
definiciones de la palabra. Es decepcionante, porque la gente sueña realmente
de un herbicida natural. Quieren eliminar las malas hierbas alrededor de su casa
y en su jardín, pero no les gusta la idea de usar un herbicida de síntesis. La
mayoría de las personas (yo incluido) preferirían utilizar algo natural, todas
otras cosas siendo iguales. Desgraciadamente, existen muy pocos productos
realmente naturales que son herbicidas efectivos.
Dicho esto, quiero presentaros una
sustancia química fascinante llamada bilanofos. A principios de los años 70, el
bilanofos fue descubierto de manera independiente por dos laboratorios
diferentes, uno en Alemania y el otro en Japón. Ambos grupos aislaron esta
sustancia química a partir de bacterias Streptomyces: S. viridochromogenes en
Alemania, S. hygroscopicus para el grupo japonés. El bilanofos es producido
naturalmente por esas bacterias naturales. Con esto, por casi cualquier
definición, el bilanofos es natural.
Bilanofos – una sustancia natural
aislada a partir de al menos dos especies de bacterias Streptomyces.
Los científicos de Alemania y de Japón
han visto muy rápidamente que el bilanofos tiene fuertes propiedades
herbicidas; cuando se aplicaba sobre plantas, estas se morían. Después de
estudios más completos, los científicos del grupo alemán determinaron que solo
una parte de las sustancia química bilanofos completa era necesaria para la
actividad herbicida. En realidad, cuando el bilanofos penetra en la planta,
aproximadamente la mitad de la molécula es rápidamente cortada, lo que deja
subsistir una pequeña molécula – la fosfinotricina. Es esta molécula más
pequeña que tiene el papel del herbicida en la planta.
Cuando la sustancia natural bilanofos (a
la izquierda) entra en la célula de la planta, la planta elimina dos residuos
alanina, dejando subsistir la fosfinotricina (a la derecha). La fosfinotricina
tiene una acción herbicida en la mayoría de las plantas, por la inhibición la
enzima glutamina sintetasa.
Tenemos pues una sustancia natural (el
bilanofos) que es naturalmente convertida por las plantas en otra sustancia (la
fosfinotricina) que actúa de manera muy efectiva como herbicida. Y resulta que
algunas especies de Streptomyces también producen de manera natural pequeñas
cantidades de fosfinotricina. Se parece mucho a un herbicida natural, ¿no? Un
momento…
La fosfinotricina (mejor conocida en
Estados Unidos [y en España] como glufosinato) es ampliamente utilizada como
herbicida. Es la materia activa de los herbicidas conocidos como Rely
(principalmente en viñedos y frutales en Estados Unidos) y Liberty (a menudo
usado conjuntamente con los cultivos Liberty Link), [Finale en España y Basta
en Francia]. Pero incluso si el producto químico existe en la naturaleza y ha
sido descubierto por extracción a partir de bacterias de origen natural, el
herbicida comercial es producido por vía de síntesis. Por eso no se considera
como un herbicida natural.
La historia de la fosfinotricina, aunque
muy interesante, no es un caso aislado. Un gran número de científico en todo el
mundo explora la naturaleza para encontrar nuevo compuestos químicos que tengan
propiedades antibióticas, pesticidas u otras características útiles. Los
científicos del USDA estiman que entre 1997 y 2010, aproximadamente el 69% de
la nuevas materias activas de los nuevos pesticidas registrados por la EPA,
eran productos naturales o productos de síntesis derivados de fuentes naturales
(como la fosfinotricina) o de naturaleza biológica. Por ejemplo, otro herbicida
comúnmente utilizado en maíz ha sido descubierto después de una observación inicial
del hecho que, en un jardín, muy pocas plantas pueden crecer debajo de un
Callistemon (limpiatubos). Pero los herbicidas constituyen en realidad la parte
más pequeñas (menos del 7%) de esos nuevos pesticidas de origen natural;
aproximadamente el 30% de las materias activas de los nuevos insecticidas y
fungicidas son, o sustancias naturales, o sustancias derivadas de productos
naturales.
En la actualidad, la FDA tiene dificultades
para definir la palabra “natural” en las etiquetas de alimentos. Es un término
de marketing utilizado a menudo sin definición clara. Es quizás más difícil aun
darle una definición en relación con los pesticidas. Tal como lo enseña el
ejemplo de la fosfinotricina, los límites entre natural y sintético pueden
rápidamente ser borrosas. ¿Es natural porque se produce en la naturaleza? O ¿es
necesario extraer físicamente de la naturaleza para ser considero natural?
La distinción “natural o no” puede
distraernos de lo que es realmente importante en el debate sobre los
pesticidas. Si la sustancia es estructuralmente la misma, el producto de origen
natural y las versiones producidas por síntesis compartirán las mismas
propiedades. Las propiedades de la sustancias son mucho más importantes, en mi
opinión, que su fuente. ¿Presenta el pesticida algún peligro para el usuario y
el medio ambiente? ¿Se degrada rápidamente en el medio ambiente en productos no
tóxicos? Si es el caso, no me preocupo tanto de saber si es natural o no, sea
cual sea la definición que se quiera dar a la palabra natural.
Pero existen cuestiones vinculadas con
la fuente del producto que pueden ser importantes. Especialmente cual tiene el
mayor impacto: ¿la síntesis en un laboratorio o la extracción a partir de
fuentes naturales? En muy pocas ocasiones escucho debates sobre esta cuestión,
a pesar de ser una de las más importantes cuando se habla de productos
naturales (siempre que estén considerados seguros). Si se puede eficazmente
extraer un recurso renovable de la naturaleza, y evitar gastos de energía y de
combustibles fósiles de la producción de síntesis, pues un compuesto producido
naturalmente me parece una buena solución. Pero si extraer algo de la
naturaleza conlleva un impacto negativo sobre el medioambiente mayor que si se
produce en una fábrica, pues por favor, dame la versión de síntesis.
Referencias:
Hoerlein (1994)
Glufosinate (Phosphinothricin), A Natural Amino Acid with Unexpected Herbicidal
Properties. p 73-145 in Reviews of
Environmental Contamination and Toxicology (Vol 138)
Dayan et al.
(2011) Rationale for a natural products approach to herbicide discovery. Pest
Management Science. 68:519–528
Cantrell et al.
(2012) Natural Products as Sources for New Pesticides. Journal of Natural
Products. 75:1231-1242. »
*Andrew Kniss es Profesor de ecología y
manejo de malas hierbas en la Universidad de Wyoming”.
El hombre
siempre se ha inspirado de la naturaleza para evolucionar. Los quimista
también. A pesar de la potencia de su imaginación, el hombre no ha encontrado
todavía una mejor fuente de inspiración que la propia Naturaleza.
Pero a fin de
cuenta, llegamos a una observación muy relevante, y llena de profundas
consecuencias:
Si los
pesticidas copias de moléculas naturales, pero fabricados de manera sintética,
tuvieran autorización de uso en agricultura ecológica, la mayoría de los
cultivos encontrarían soluciones razonables para la casi totalidad de los
problemas fitosanitarios habituales, y podríamos de verdad asistir a una explosión
de la producción ecológica.
Hablando de fabricación
sintética de moléculas naturales, me pregunto si alguien ha estudiado una cuestión
fundamental: ¿Qué superficie debería ser dedicada a la producción de moléculas naturales,
si la totalidad de la producción mundial fuera ecológica? ¿Es razonable, en la
perspectiva de una población de 9 a 10.000 millones de habitantes, sino más, no
dedicar la máxima disponibilidad de los recursos a la producción de alimentos y
de materias primas, por pura preocupación ideológica?
¿Cuándo la ideología
ecologista aprenderá a flexibilizar sus criterios, de manera que la agricultura
integrada pueda encontrar el sitio que se merece?
¿No deberíamos dar
a la química de la imitación de la naturaleza un mayor protagonismo?
¿Estamos realmente
seguros que la extracción de sustancias naturales no es perjudicial al medio
ambiente, y al personal que ahí trabaja?
¿No ha llegado
el momento de estudiar de verdad las verdaderas necesidades, sin hacerles casos
a los límites establecidos por el dogma?
Sabemos hacer
una agricultura muy respetuosa con el medio ambiente, productiva, efectiva para
resolver los problemas de la humanidad, sin despilfarro, y razonablemente
rentable para los agricultores.
En el estado
actual de los conocimientos y de los medios disponibles, al revés de lo que
pretenden algunos, no es posible hacer una producción de alimentos 100%
ecológica para alimentar 7.500 millones de habitantes. Sin embargo, sería
posible hacerlo en un porcentaje muy elevado, de aceptar los “pesticidas copias”.
Es muy
perjudicial para todos que el debate haya sido corrompido de esta manera por un
dogma de vista corta, desembocando en los últimos años sobre una auténtica “agri-sharia”,
verdadera guerra santa contra la química, sin ninguna reflexión de fondo,
basada sobre un acoso mediático sin apoyo científico imparcial, retomando
principalmente los errores del pasado.
Nadie hoy niega
que la “Revolución verde” ha tenido consecuencias negativas en muchos aspectos,
a pesar de sus buenas intenciones de origen.
Pero la falta
de conocimiento científico se encontraban en la base de esos errores, y las
necesidades de los años de post-guerra la justificaban.
Las cosas han
cambiado mucho en 50 años, pero parece que solo los agricultores lo saben. Un poco
de apoyo político verdadero, y algunas rectificaciones mediáticas bien pensadas
serian tal vez suficientes para que las aguas vuelvan a sus cauces.
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