EL
BUEN USO DE LOS PLAGUICIDAS
Un mundo sin plaguicidas de síntesis no es actualmente
factible, por mucho que digan algunos, especialmente porque
- la población mundial ha
aumentado de manera exponencial en las últimas décadas,
- las necesidades alimentarias
han literalmente explotado,
- numerosos problemas
fitosanitarios que pueden gravemente afectar a la producción agrícola no
tienen, hoy por hoy, otra solución efectiva,
- las superficies
agrícolas disponibles para la producción de alimentos van en disminución
(urbanización, desertificación, producción de biocarburantes, producción de
plaguicidas ecológicos, etc.)
Los plaguicidas disponibles para la agricultura ecológica son
cada vez más numerosos y cubren necesidades cada vez más amplias. Pero no son
todavía lo bastante numerosos y polivalentes para responder a todas las
necesidades.
Sin embargo, como te lo explicaba en mi último artículo (http://culturagriculture.blogspot.com.es/2016/01/66-proteccion-de-las-plantas-4-en-la.html), bastaría con revisar
las exigencias de la agricultura ecológica, incluyendo los
“plaguicidas-copias”, que no son más que una fabricación sintética de moléculas
naturales, para cubrir la mayoría de las lagunas de la farmacopea ecológica.
Pero entramos en dominio altamente político, donde la lógica,
la visión a largo plazo, la verdadera consideración de los problemas
medioambientales y la simple coherencia, pasan en segundo plano frente a la
búsqueda del poder y a la manipulación de la opinión pública en un objetivo
ideológico.
Todo lo anterior para decirte que, en el estado actual de la agricultura,
es totalmente posible hacer una
agricultura convencional, muy respetuosa con el medioambiente y la salud.
Pero también es para afirmar que los riesgos ligados al uso de los plaguicidas son los mismos para los
productos naturales que para los productos de síntesis.
Está claro que algunas precauciones son necesarias, para reducir
al máximo el impacto de los plaguicidas empleados.
Aquí otra vez, estas recomendaciones son válidas tanto para
los plaguicidas de síntesis que los plaguicidas ecológicos. Si un principio
activo mata a un insecto dañino, es probable que también mate insectos útiles o
que tenga efectos segundarios indeseables, tanto si procede de la química de
síntesis como si es un extracto de plantas.
Para el uso de todos los tipos de plaguicidas, algunas
precauciones son imprescindibles para que su impacto sea mínimo.
Pues, ¿que son las condiciones correctas, cuando se está
hablando de plaguicidas?
Se trata de varios puntos esenciales:
La formación
del personal:
todas las personas que tienen que intervenir deben haber recibido la formación
adecuada, tanto las formaciones obligatorias al manejo de los productos, como
para la observación de los cultivos y el reconocimiento de los problemas
fitosanitarios. Se trata del propio agricultor, su observador, los
tractoristas, almacenistas y todas las personas que pueden jugar un papel en la
protección fitosanitaria.
La
determinación exacta de las necesidades: gracias a la formación del personal, la
finca es vigilada según una rutina específica para cada cultivo presente, para
determinar su estado fitosanitario y los riesgos potenciales en cada momento. Para
eso, se aprovechan todos los medios disponibles, la vigilancia visual por
conteos, el trampeo de monitoreo, el cálculo de los ciclos de los cultivos y de
los problemas fitosanitarios, la información fitosanitaria, los datos
climáticos. De este modo, se vigilan todos los riesgos potenciales, así como la
evolución de la fauna útil. Esos controles se ponen en relación con el riesgo
para el cultivo, las probabilidades de evolución y los umbrales de intervención
disponibles. Es la sistemática que le va permitir al agricultor tomar la decisión
de esperar o intervenir, y de qué manera.
Trampa de monitoreo para vigilancia de la Mosca de la fruta.
El
producto adecuado: cada producto tiene características precisas, y puede
responder a una gama de necesidades bien determinadas. Los efectos colaterales
no controlados son los que provocan los problemas medioambientales. Es
imprescindible emplear siempre el producto más adaptado a la situación. Una
buena efectividad del tratamiento es la mejor manera de no necesitar repetirlo.
El
momento adecuado: es el momento en el que la solución elegida tendrá la mejor
efectividad sobre el problema a resolver. Cada situación es diferente. Aplicar
el producto demasiado pronto le hace perder de su efectividad, ya que el
objetivo no se encuentra en su momento de mayor sensibilidad. Además, al menos
en el caso de los insecticidas, esperar permite a menudo que los insectos
útiles se instalen y puedan resolver el problema sin necesidad de tratar.
Aplicar el producto demasiado tarde, es ponerlo en una situación en la que
puede no ser suficiente, con lo que será necesario, o bien completarlo con
otro, o tratar una segunda vez. Es menos efectividad con un mayor coste
económico y medioambiental.
Las
condiciones meteorológicas adecuadas: hay que tratar siempre sin viento para evitar las derivas
del producto fuera del cultivo, sin lluvia para evitar el escurrimiento al
suelo, y con condiciones de temperatura adecuadas. Es frecuente en verano,
tener que tratar de noche para evitar los fuertes calores que pueden reducir
seriamente la efectividad de las aplicaciones. Pero puede resultar difícil
combinar todos los factores de tratamiento, y las condiciones climáticas no
siempre son fáciles de respetar.
La dosis
adecuada:
una dosis demasiado baja tendrá una eficacia insuficiente y puede conllevar la
necesidad de una segunda aplicación. Además, el uso sistemático de dosis
demasiado bajas puede conducir a la aparición de cepas resistentes (los
insectos supervivientes al tratamiento se inmunizan progresivamente contra el
producto). Una dosis excesiva resolverá el problema, pero con un sobrecoste
económico y un sobrecoste medioambiental elevados, ambos siendo nefastos e
inútiles.
La
alternancia de los productos: es una regla básica en el uso de plaguicidas, químicos o
ecológicos. Hay que alternar los productos, haciendo variar los modos de
acción, para que el problema a resolver tenga menos posibilidad de desarrollar
una resistencia.
El
cumplimiento de la condiciones de uso: cada producto, antes de llegar al mercado,
pasa por numerosas etapas de estudio que permiten determinar sus condiciones de
uso, sobre cada cultivo en los que recibirá una autorización. Afecta a los
plazos de uso antes de la recolección
(para permitir reducir el residuo potencialmente presente en el momento del
consumo), a las distancias con las láminas de agua, el plazo a respetar antes
de que una persona o animales puedan entrar en las parcelas tratadas, etc.
La
calidad del material de aplicación: es lo que va permitir respetar la dosis adecuada y el
momento adecuado, con lo que es fundamental. Se trata principalmente del tipo
de maquinaria y del tipo de boquillas. La maquinaria debe ser adaptada al
cultivo. No se puede tratar con los mismos equipos un trigo, una viña o una
plantación de cerezos. Pero también se trata del número de máquinas que la
finca debe tener para poder reaccionar rápidamente en caso de problema, sin que
pueda coger graves proporciones por culpa de un infra-equipamiento, y de
lentitud en la intervención.
La
calidad de los equipos de protección individual (EPIs): son los guantes,
botas, cascos o mascarillas, monos de protección o cabinas de tractores. Es
imprescindible que estén adecuados y en buen estado. También es imprescindible
que las personas que manejan los productos, que son las más expuestas, los
lleven (lo indico ya que a muchos aplicadores, no les gusta llevarlos puestos,
tomando así riesgos inútiles). En determinadas condiciones, especialmente en
verano con el calor, pueden resultar bastante incomodos. Uno de los puntos más
delicados es la buena elección y el buen estado de los filtros respiratorios.
Las
precauciones en el almacenamiento de los productos fitosanitarios: cada finca tiene que
tener un local de almacenamiento seguro, de manera que los productos estén
protegidos de la lluvia, del frío, del calor, total, de todas las condiciones
que pueden afectar su conservación. El local debe ser resistente al fuego,
equipado de extintores y deben poder contener un vertido accidental. Del mismo
modo, su acceso debe ser restringido a las pocas personas formadas al manejo de
los plaguicidas.
Las
precauciones en la preparación del caldo fitosanitario: un punto de carga y de
lavado bien hecho permite controlar el riesgo de contaminación del suelo y de
las aguas. El uso de instrumentos de medición adecuados, suficientemente
precisos y en buen estado, permite la justa dosificación de los productos.
Además, es en el momento de la carga de las cubas que el producto es el más
peligroso, ya que el envase es abierto y el producto es concentrado. Por eso es
imprescindible tomar grandes precauciones en ese momento.
La
gestión correcta de los efluentes y de los envases: es una parte a veces
descuidada. Sin embargo es muy importante ya que evita serias consecuencias
medioambientales en el entorno del punto de carga y en el entorno de la finca
en general. La inutilización de los envases y su posterior reciclaje permiten evitar
que se aprovechen, por ejemplo para el transporte de agua potable, o que se
pierdan en el medioambiente.
Este punto de carga y lavado de maquinaria tiene el suelo impermeable, recogida de los efluentes para su tratamiento biológico (sistema Phytobac®), y equipos de medición específicos.
Todos
esos puntos se resumen a dos puntos clave en la buena gestión de los insumos
agrícolas: la formación, y el control.
No conozco ningún agricultor que utilice plaguicidas por
gusto.
Las fincas han integrado ya en las rutinas de seguimiento de
los cultivos, todas las observaciones fitosanitarias, meteorológicas y
fenológicas (el estado de desarrollo del cultivo, que influye directamente
sobre su sensibilidad), la presencia de enfermedades y plagas, la presencia de
auxiliares (organismos útiles tal como polinizadores y predadores). Son los
principales criterios que permiten tomar la decisión de intervenir, o de
esperar.
En los países desarrollados, estos puntos están más o menos
todos asimilados. Sin embargo, en los países en desarrollo, solo las empresas
exportadoras tienen cierta sensibilidad al problema, por exigencias de sus
clientes. Queda mucho progreso que hacer ahí, para que el uso de los
plaguicidas sea bien gestionado.
Está claro que los plaguicidas son potencialmente peligrosos.
Pero hay que distinguir las dos fases muy diferentes:
- La manipulación de los
plaguicidas en la finca, donde el producto llega concentrado par su dilución,
con lo que se maneja en su fase peligrosa. En esa fase, el riesgo viene de la
concentración del producto. Es el efecto dosis, al igual que un exceso de
alcohol, de café o de medicamentos es peligroso para la salud.
- La presencia de
residuos eventuales en los alimentos, para el cual cada producto ha sido objeto
de unos estudios extremadamente completos, previos a su autorización de uso.
Esos estudios permiten afirmar que los riesgos que presentan los plaguicidas
para la salud de los consumidores son extremadamente bajos, por no decir
inexistentes. Afirmar lo contrario, como algunos no dudan en hacerlo, es
simplemente afirmar que las autoridades competentes envenenan voluntariamente
la población. Una acusación extremadamente grave, sin ningún fundamento
científico.
Pero está claro que un buen uso de los plaguicidas es un
factor clave de efectividad y de sostenibilidad.
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