CALIDAD:
LA GRAN PARADOJA
Muchas personas, entre los consumidores, comparten la
idea que las frutas y hortalizas ya no tienen la calidad de antaño.
Sin embargo, nunca en la historia de la humanidad se han
hecho tantos esfuerzos a favor de la calidad, y de hecho, nunca los alimentos
han alcanzado tal nivel de calidad.
La realidad es que todos los actores de la cadena
alimentaria hacen calidad. El agricultor trabajo a diario para producir una
calidad óptima. El comprador compra siempre siguiendo un protocolo de calidad. Los
distribuidores exigen siempre más calidad para los productos que van a poner en
venta.
Sin embargo, a fin de cuenta, los consumidores se quejan
de la calidad de los alimentos que se ponen a su disposición.
De algún modo, se puede decir que los productos
alimentarios propuestos son de gran calidad, pero que esta calidad no es
reconocida.
Es la
gran paradoja de la calidad.
Pero oye, la calidad, ¿Qué es?
Ahí estamos. Es el corazón del problema. Todo el mundo
hace calidad, pero nadie interpreta esta palabra de la misma forma.
En realidad, no es exactamente eso. Cada uno usa la
palabra para los criterios que más lo interesan.
Aquí pongo la definición de la palabra “calidad” por el
diccionario de la lengua española de la Real Academia Española “Propiedad o
conjunto de propiedades inherentes a algo, que permiten juzgar su valor”.
Es el problema. Cada uno de los actores, desde el
productor hasta el consumidor juzga el valor del producto según criterios
distintos, ya que sus preocupaciones son distintas.
-
El
agricultor espera del producto que sea suficientemente productivo, que su
gestión técnica, su recolección y su venta cuadren con su saber-hacer, con sus
costumbres y con sus equipos, que alcance un porcentaje de primera categoría elevado
para permitirle sacar un precio de venta suficiente para tener un beneficio
razonable.
Total, el agricultor necesita darles
satisfacción a sus clientes para que sean fieles et que le permitan vivir dignamente
de su trabajo.
-
El
distribuidor espera, del mismo producto, que sea bonito, que
tenga el calibre (el tamaño) que corresponde a los deseos de sus clientes, que
sea suficientemente bueno para que el consumidor no quede decepcionado (nota
que no se trata de que el consumidor lo encuentre bueno, solo que no quede
decepcionado, lo que es una gran diferencia), y que aguante, en las
estanterías, es decir que se conserve bien y que resista a las manipulaciones,
no siempre delicadas, de los consumidores que intentan elegir. También necesita
comprarlo a un precio lo bastante bajo como para poder venderlo al consumidor a
un precio atractivo, pero que le deje un buen margen comercial.
Total, el distribuidor necesita que sus
clientes, los consumidores, queda bastante satisfechos para volver y no buscar
otro sitio para sus compras.
-
El consumidor,
más que nada, espera del mismo producto, que
tenga buen sabor, una textura agradable, que sea nutritivo, fácil de preparar,
que tenga una cocción buena si a eso se destina, con un precio ajustado y que él
y sus comensales (su familia en general) queden satisfechos con el resultado.
Total, el consumidor quiere poder alimentarse
con tranquilidad y disfrute. También quiere simplificarse la vida y no tener
que buscar en sitios que no sean sus lugares habituales de compra.
Esto nos lleva a varias preguntas :
-
¿Cuáles son esos criterios de calidad?
-
¿Qué espera cada actor del circuito?
-
¿Se puede mejorar la calidad?
Esta palabra, auténtico cajón de sastre, tiene una gran
importancia para la aceptación de los productos puestos en el mercado y al
reconocimiento del trabajo, a menudo difícil, realizado por los distintos
actores del circuito.
Te propondré elementos de respuestas a esas preguntas
en esta nueva serie dedicada a la calidad.Rodolfo II del Sacro Imperio Romano - Klaus Enrique Gerdes (2015) vs Giuseppe Arcimboldo (1590)
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