dimanche 29 novembre 2015

60- Calidad -1- La gran paradoja

CALIDAD: LA GRAN PARADOJA

Muchas personas, entre los consumidores, comparten la idea que las frutas y hortalizas ya no tienen la calidad de antaño.

Sin embargo, nunca en la historia de la humanidad se han hecho tantos esfuerzos a favor de la calidad, y de hecho, nunca los alimentos han alcanzado tal nivel de calidad.
La realidad es que todos los actores de la cadena alimentaria hacen calidad. El agricultor trabajo a diario para producir una calidad óptima. El comprador compra siempre siguiendo un protocolo de calidad. Los distribuidores exigen siempre más calidad para los productos que van a poner en venta.
Sin embargo, a fin de cuenta, los consumidores se quejan de la calidad de los alimentos que se ponen a su disposición.
De algún modo, se puede decir que los productos alimentarios propuestos son de gran calidad, pero que esta calidad no es reconocida.

Es la gran paradoja de la calidad.


Pero oye, la calidad, ¿Qué es?
Ahí estamos. Es el corazón del problema. Todo el mundo hace calidad, pero nadie interpreta esta palabra de la misma forma.
En realidad, no es exactamente eso. Cada uno usa la palabra para los criterios que más lo interesan.
Aquí pongo la definición de la palabra “calidad” por el diccionario de la lengua española de la Real Academia Española “Propiedad o conjunto de propiedades inherentes a algo, que permiten juzgar su valor”.
Es el problema. Cada uno de los actores, desde el productor hasta el consumidor juzga el valor del producto según criterios distintos, ya que sus preocupaciones son distintas.

-       El agricultor espera del producto que sea suficientemente productivo, que su gestión técnica, su recolección y su venta cuadren con su saber-hacer, con sus costumbres y con sus equipos, que alcance un porcentaje de primera categoría elevado para permitirle sacar un precio de venta suficiente para tener un beneficio razonable.
Total, el agricultor necesita darles satisfacción a sus clientes para que sean fieles et que le permitan vivir dignamente de su trabajo.

-       El distribuidor espera, del mismo producto, que sea bonito, que tenga el calibre (el tamaño) que corresponde a los deseos de sus clientes, que sea suficientemente bueno para que el consumidor no quede decepcionado (nota que no se trata de que el consumidor lo encuentre bueno, solo que no quede decepcionado, lo que es una gran diferencia), y que aguante, en las estanterías, es decir que se conserve bien y que resista a las manipulaciones, no siempre delicadas, de los consumidores que intentan elegir. También necesita comprarlo a un precio lo bastante bajo como para poder venderlo al consumidor a un precio atractivo, pero que le deje un buen margen comercial.
Total, el distribuidor necesita que sus clientes, los consumidores, queda bastante satisfechos para volver y no buscar otro sitio para sus compras.

-       El consumidor, más que nada,  espera del mismo producto, que tenga buen sabor, una textura agradable, que sea nutritivo, fácil de preparar, que tenga una cocción buena si a eso se destina, con un precio ajustado y que él y sus comensales (su familia en general) queden satisfechos con el resultado.
Total, el consumidor quiere poder alimentarse con tranquilidad y disfrute. También quiere simplificarse la vida y no tener que buscar en sitios que no sean sus lugares habituales de compra.

Esto nos lleva a varias preguntas :
-       ¿Cuáles son esos criterios de calidad?
-       ¿Qué espera cada actor del circuito?
-       ¿Se puede mejorar la calidad?

Esta palabra, auténtico cajón de sastre, tiene una gran importancia para la aceptación de los productos puestos en el mercado y al reconocimiento del trabajo, a menudo difícil, realizado por los distintos actores del circuito.

Te propondré elementos de respuestas a esas preguntas en esta nueva serie dedicada a la calidad.


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