Recordaréis seguramente que, en mi primera publicación (la
nº 0), os decía que algunas opiniones probablemente iban a abrir interesantes
debates. Pues ya ha llegado el momento, pero no exactamente del modo esperado.
Recibí, de manera indirecta, ya que me llego a través de la cuenta de Facebook
de mi mujer, una reacción que es en pocas palabras, un resumen casi perfecto de
la mayoría de las ideas falsas que circulan sobre la agricultura convencional.
No tenía previsto abordar esto de esta manera y tan pronto
en la vida del blog, pero al final, viendo esto, creo que merece la pena
hacerlo ahora. Más aun considerando que es una de las razones que me motivaron
para iniciar este blog.
Me servirá también para ilustrar la palabra metamorfosis que
utilice el primer día. No la elegí por casualidad. Es realmente lo que se está
produciendo en la actualidad.
Pero empecemos por el comentario (o su traducción completa):
“He comprado y vendido productos fitosanitarios durante 9
años. He visto camiones descargar palets de venenos en naves sin ninguna ventilación,
donde el suelo ¡¡¡cogía colores rojos, verdes!!! ¡¡¡Por culpa de bidones
derramados!!! Hemos respirado esto, todos, con el pitillo en la boca, ¡¡¡y noto
todavía los olores!!! La venta de determinados productos está prohibida en
Francia, pero esta prohibición esta violada por camiones que siguen pasando las
fronteras… España e Italia, donde están las producciones permanentes de
hortalizas nos hacen comer productos peligrosos, ¡¡¡incluso con la etiqueta
“producción ecológica”!!! Sin contar con la esclavitud moderna: trabajadores
procedentes de África, sin papeles, con sueldos muy bajos y viviendo en
condiciones de higiene ¡¡¡fuera de cualquier norma!!!”
Espero que entendáis que no pueda dejar pasar este conjunto
de tonterías sin reaccionar. Lo vamos a analizar en 4 partes.
1º punto.
“He comprado y vendido productos fitosanitarios durante 9
años. He visto camiones descargar palets de venenos en naves sin ninguna
ventilación, donde el suelo ¡¡¡cogía colores rojos, verdes!!! ¡¡¡Por culpa de
bidones derramados!!!”
Primero quiero indicar que me pone nervioso el uso de la
palabra “veneno” para hablar de los productos fitosanitarios. Es evidente que
se trata de productos peligrosos, ya que son concentrados antes de su uso, con
lo que son potencialmente tóxicos en su formato inicial (antes de su
aplicación). Es lo mismo para plaguicidas ecológicos, que, para los mismos
motivos, son igualmente peligrosos antes de su uso, o también para productos
farmacéuticos, a pesar de que nadie habla de venenos para los medicamentos. Es
la dosis que hace que un producto sea útil o peligroso.
Esta persona ha dejado de trabajar en este sector hace ya
muchos años. Las prácticas desastrosas de los años 50 a 90 se han prohibido, al
menos en Europa, y las multas son elevadas. La reglamentación sobre el
transporte, almacenamiento, manipulación y venta de estos productos es
extremadamente severa y controlada. Y no conozco ningún empresario del negocio
de los fitosanitarios que, hoy en día, se pueda permitir dejar desperdiciar
productos tan caros.
Además, también han cambiado los productos, y los más
tóxicos ya están prohibidos en Europa (Directiva 91/414/CEE), y se están
retirando gradualmente del resto del mundo. Unas 300 moléculas de uso agrícola se
han prohibido en Europa en los últimos 15 años.
Cada nuevo registro de producto fitosanitario tiene que
haber pasado por un proceso de investigación muy largo (unos 15 años) y muy
costoso, durante el cual se evalúan los efectos de la molécula sobre la salud
humana (medición de la toxicidad aguda y de los efectos a largo plazo de una absorpción diaria de una
dosis muy baja), sobre los suelos, sobre los acuíferos, sobre fauna de pelo, de pluma, acuática así como sobre
fauna auxiliar (insectos útiles como abejas, mariquitas, crisopas, etc…). De
esta investigación, también se establecen las dosis de uso, los cultivos
autorizados y las condiciones de transporte, almacenamiento y manipulación, así
como los residuos autorizados en los productos alimenticios y las limitaciones
de uso.
2º punto
“Hemos respirado esto, todos, con el pitillo en la boca,
¡¡¡y noto todavía los olores!!!”
Las condiciones deplorables de seguridad de esos años ya no
existen en los países industrializados, por varios motivos:
En primer lugar, han cambiado las legislaciones que, una vez
más, se han endurecido mucho. En Europa, existen varias directivas regulando el
etiquetado, el transporte, el almacenamiento y la manipulación de sustancias
peligrosas. Toda persona que debe manipular productos tóxicos, tiene que haber
recibido una formación especializada, estar inscrita en un registro oficial de
acreditación, y tener que seguir un programa periódico de verificación de sus
conocimientos, y de controles médicos específicos. Las empresas que no cumplen
con estas legislaciones tienen que abonar
multas importantes, y en casos extremos, pueden ser condenadas al cese
de actividad. Los controles son numerosos y muy estrictos.
Luego, los equipos de protección han cambiado radicalmente.
Los EPI (Equipos de Protección Individual) son muchos más numerosos, efectivos
y cómodos. Inicie mi carrera profesional como tractorista en el sur de Francia,
a principio de los 80. Hacíamos los tratamientos con productos, a veces muy
peligrosos, con equipos de protección muy rudimentarios (simple ropa de lluvia,
poco estanca e incómoda, y mascarillas nariz-boca con filtros malos, y de goma alergénica).
Hoy en día, ya no es el caso.
La formación y la información sobre los riesgos sobre la
salud y el medio ambiente han provocado un importante cambio en las
mentalidades. Sigue habiendo algunos que se niegan a protegerse adecuadamente,
del mismo modo que sigue habiendo gente que fuma, bebe o conduce sin ponerse el
cinturón de seguridad. Pero se puede decir que en general, la seguridad en la
manipulación de estas sustancias ha mejorado radicalmente.
Y para terminar con este punto, ¿Quién se cree, al día de
hoy, que un trabajador aceptaría trabajar en las condiciones descritas en el
comentario, sin enseguida correr hasta la inspección del trabajo o el
sindicato?
3º punto
“La venta de determinados productos está prohibida en
Francia, pero esta prohibición esta violada por camiones que siguen pasando las
fronteras… España e Italia, donde están las producciones permanentes de
hortalizas nos mandan productos peligrosos, ¡¡¡incluso con la etiqueta
“producción ecológica”!!!”
Esto es totalmente falso. Primero porque los productos
prohibidos, no lo son en Francia, sino en toda la Comunidad Europea (Directiva
91/414/CEE). El único poder de los países en esta materia es la lista de los
usos autorizados (cultivos y objetivos) para cada sustancia incluida en esta
directiva. En Europa, el uso de productos no autorizados se ha convertido en
algo casi imposible. Los controles son muy estrictos y en todos los niveles.
Suponiendo que una carga de producto
prohibido consiga entrar de manera fraudulenta en Europa, los controles son tan
severos que su uso sería casi automáticamente detectado, o en el propio cultivo
o en el producto final comercializado. Los riesgos para los usuarios ilegales
ya son enormes.
Análisis de residuos de plaguicidas se realizan en el
cultivo (en hojas y en suelos), y en las frutas y hortalizas comercializadas en
origen, en el transporte (aduana) y en destino.
Los controles son numerosos, y los más estrictos son los de
las empresas de distribución, especialmente los supermercados que realizan un
gran número de análisis. La puesta a la venta de un producto no controlado
representa un riesgo comercial que, al día de hoy, estos grupos ya no están
dispuestos a asumir. La competencia entre estos grandes grupos comerciales es
tal, que cada uno intenta ponerle trampas al otro sobre todo lo que se refiere
a seguridad alimentaria, provocando una autoregulación en materia de riesgos
para la salud de los consumidores.
En lo que se refiere al comentario sobre “la etiqueta
“producción ecológica””, reconozco que no puedo decir lo mismo. Los productos
ecológicos no están sometidos a las mismas reglamentaciones que los productos
llamados “convencionales”, y los controles son generalmente mucho menos
exhaustivos (es un punto que volveré a abordar en otra ocasión). Y hay que
reconocer que, excepto entre los consumidores, hay mucho menos idealistas de la
producción ecológica, que oportunistas de la producción ecológica, en todos los
niveles de la cadena.
4º punto
“Sin contar con la esclavitud moderna: trabajadores
procedentes de África, sin papeles, con sueldos muy bajos y viviendo en
condiciones de higiene ¡¡¡fuera de cualquier norma!!!”
Otra vez, es totalmente falso. Los controles son frecuentes
(incluso en España), y los defraudadores se castigan de manera severa, con
multas elevadas y/o penas de cárcel. Casi no quedan sin papeles trabajando en
agricultura en Europa. En cuanto a las
condiciones de higiene, se cumplen las normas, tanto en los alojamientos como
en las condiciones laborales. Estos videos que circulan por Internet desde
varios años son antiguos y ya no son una realidad, aunque es verdad que el
problema existió en España, en Italia, pero también en Francia y en muchos países.
Existen convenios profesionales en toda Europa, con
regulación de sueldos, que se controlan y se cumplen. Los incumplimientos están
denunciados por los trabajadores o los sindicatos, y muy castigados.
Los sistemas de certificación a las que son sometidas las
empresas que quieren exportar hacia Europa (la certificación GlobalGap es la
más habitual), integran todos una parte sobre condiciones medio ambientales, y
una parte sobre condiciones de alojamiento, de trabajo y de higiene
(certificación GRASP).
Para terminar, hay que saber que, para comercializar un
producto alimenticio en la Comunidad Europea, las empresas de origen tienen que
cumplir con las legislaciones locales, además de cumplir con la legislación
europea, en materia de higiene y de residuos de plaguicidas. Por otra parte,
hay que resaltar que la legislación europea es, con diferencia, la más exigente
del mundo.
Se puede decir que, hoy, la seguridad alimentaria llega al
nivel más alto nunca alcanzado. Lo que no quita que hay que seguir progresando
en la misma dirección.
La metamorfosis en marcha de la agricultura procede de
varios puntos clave:
- +
Las legislaciones se han endurecido de manera
considerable en todo lo que se refiere a la seguridad alimentaria, el medio
ambiente, la seguridad en el trabajo y la formación.
- +
Las tecnologías han progresado notablemente en
todos los escalones del sistema: técnicas agrícolas, química, material de
protección, material de manipulación, material de almacenamiento, material de
medición de los residuos, etc…
- +
El material de medición de los residuos de
plaguicidas ha progresado también mucho. Hace 20 años, los equipos median con
una precisión de 0,1 ppm es decir 1 mg en 10 kg de alimento. Actualmente, los
equipos permiten medir la ppb, que es
0,001 ppm, es decir 1 mg en 1000 kg de alimento.
- +
Los agricultores de las nuevas generaciones son
personas formadas y tituladas, en agricultura o en agronomía, en comercio o en
dirección de empresas.
- +
La formación de los técnicos y del personal ha
progresado muchísimo.
- +
La información y la concienciación de la
gravedad de los problemas de salud, higiene y de protección del medio ambiente
ha ganado mucho en cantidad y en calidad, y en todos los ámbitos.
- +
Las empresas de distribución de alimentos han
tomado la medida de la preocupación de los consumidores, y han tenido también
que adaptarse a las nuevas reglamentaciones. Exigen de sus proveedores (los
agricultores), que cumplan con protocolos de producción cada vez más estrictos.
No dudan en eliminar un proveedor en caso de incumplimiento.
Todo lo que acabo de redactar no niega en absoluto hechos
que han existido, en toda Europa, hasta los años 90. Pero en la actualidad,
esto ya no existe. Lo que os cuento afecta básicamente la Comunidad Europea. No
conozco suficientemente bien la situación de otros países para poder
extrapolar. Sin embargo, el movimiento europeo en el sentido del mayor respeto
en todos los ámbitos, arrastra en la misma dirección, la mayoría de los países
que exportan hacia Europa.
Olvidémonos de ideas falsas que proceden de prácticas ya
antiguas.
No busco negar el
pasado. Solo digo que es el pasado.
Y para concluir, quiero recordar que, si Italia y España son
las puertas de entrada de la emigración clandestina desde África, solo es
porque sus costas son las únicas accesibles con embarcaciones de fortunas como
son las pateras. Pero los clandestinos que consiguen acostar se van directamente
hacia Francia, Alemania y Holanda, es decir hacia los países más ricos y que no
tienen mano de obra local no cualificada.
En cuanto a los defraudadores, está claro que existen, pero
no más en un país que en otro. También los hay en Francia. El problema es que
el más mínimo fraude queda enseguida instrumentalizado por los que tienen
interés en ello (por ejemplo los lobbies ecológicos), y están ampliamente
aprovechados por la prensa, golosa de escándalos. La normalidad no vende.
Desgraciadamente, estos
escándalos disimulan la muy amplia mayoría de agricultores que hacen bien su
trabajo, sin fraude, sin explotar a nadie, sin destruir el medio ambiente, en
el respeto de las legislaciones vigentes y de lo que llamamos “las buenas
prácticas agrícolas”.
Y para terminar, solo quiero recordar algunos hechos : los
últimos graves escándalos alimentarios en Europa son
- +
El fraude a la carne de caballo (2013-Francia,
Reino Unido), con ramificaciones en varios países del este europeo, puro fraude
alimentario, felizmente sin consecuencia para la salud.
- +
La crisis de la Escherichia coli
(2012-Alemania), bacteria fecal animal procedente de un cultivo ecológico de
semillas germinadas, provocando la muerte de unas 50 personas, y acompañada de
declaraciones falsas de una ministra alemana en contra de la agricultura
española, y provocando una crisis mayor de la economía agrícola en toda Europa.
- +
La crisis de la vaca loca o ESB (Reino Unido
primero, luego muchos países), más antigua, pero más duradera, provocando más
de 200 muertes humanas y obligando a sacrificar a cerca de 200.000 animales. En
esta crisis se ha culpado a los agricultores, cuando había que culpar primero a
la industria de la alimentación animal y a la investigación ganadera que apoyo
el proceso, sin haber hecho las necesarias preguntas sobre los riesgos a largo
plazo y sobre la ética de la alimentación de rumiantes a base de harinas
animales.
Tres crisis alimentarias de gran
alcance, cuyas víctimas en término de muertes se cuentan por decenas, y en
términos de secuelas se cuentan por centenares, y que no tienen nada que ver
con el uso de plaguicidas.¿Dónde están España e Italia en estas crisis? Solo aparecen como víctimas de los intereses particulares de ciertos políticos, de ciertos lobbies et de ciertos medios de comunicación, rápidos a formular sospechas o acusaciones sin prueba. Si se han equivocado, presentaran sus disculpas, pero sin poder reparar los daños provocados.
¿Se han detectado problemas con plaguicidas ilegales en alimentos? Sí, pero de poco alcance y sin víctima, tanto en España e Italia como en Francia y en otros países europeos, demostrando sobre todo la efectividad de los medios de vigilancia.
Enhorabuena, Christophe, por el comienzo de este blog, y por manifestarte a favor de la corriente de opinión muy extendida entre los que nos dedicamos al campo: El manejo integrado de los cultivos es una de las opciones más saludables y seguras para el consumidor.
RépondreSupprimerMe alegra que Miguel Ybarra me haya recomendado tu blog. Espero que consultes www.criandonaranjos.com y sigamos en contacto.
Nos vemos pronto.
Christophe, qué fantástico embajador y defensor de la agricultura española! Muy interesantes los artículos. Ah! y qué buenos los melocotones...
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