dimanche 4 janvier 2015

28- Agua y riego -1- El agua en agricultura

No lo he abordado todavía, y sin embargo es un tema fundamental en cuanto hablemos de agricultura.
Pues no hay vida sin agua. Y la agricultura trabaja exclusivamente sobre seres vivos, sean plantas o animales. Pues no hay agricultura sin agua, con lo que tampoco hay alimentos sin agua.
En muchas zonas del mundo, las lluvias son suficientes, en cantidad y en repartición a lo largo del año, para satisfacer a las necesidades de agua de la agricultura. Por ejemplo, en Francia, país con una agricultura muy desarrollada y moderna, solo el 7% de las tierras agrícolas son de regadío. En España, país con un clima mucho más seco, 20% de las superficies agrícolas son de regadío.
Es una de las contradicciones de la agricultura. Cuanto más seco sea el clima, o cuanta menos lluvia haya para restaurar las reservas de agua, más elevadas son las necesidades de riego. Cuanta menos agua disponible haya, mas falta hace.

En realidad, no es exactamente la situación. La mayoría de las zonas del mundo tienen una pluviometría anual media suficiente, en teoría, para cubrir las necesidades de la agricultura. El problema se situa en la repartición de las lluvias, y de la evaporación, proceso fisiológico normal de las plantas. Cuanto más elevada sea la evaporación, más agua necesita la planta para “hacer el mismo trabajo”.

Vamos a escoger dos ciudades europeas, Rennes, en Francia (Bretaña), con su clima oceánico templado, y Sevilla (Andalucía), con su clima mediterraneo caluroso.
Los datos climáticos, de pluviometría anual total son los siguientes:
Rennes entre 400 y 1050 mm, con media de 695 mm.
Sevilla entre 290 y 1090 mm, con media de 530 mm.

Las diferencias aparentes no son muy elevadas.
Sin embargo, la observación de las curvas comparadas de la pluviometría media enseña una repartición muy diferente.

La pluviometría de Rennes tiene una curva bastante plana, y la de Sevilla enseña una sequía normal que dura de 4 a 5 meses durante el verano.
A ese fenómeno, hay que añadir el criterio de la evaporación, o más exactamente del déficit hídrico, es decir de la diferencia entre pluviometría y evaporación.
En Rennes, se situa entorno a  200 mm por año cuando en Sevilla se situa entorno a 600 mm por año. Eso significa que en Rennes, la evaporación anual es superior de 200 mm a la pluviometría anual, cuando en Sevilla, es superior a 600 mm.
Un campo de maíz situado en la zona de Rennes no tiene las mismas exigencias de agua que el mismo campo de maíz situado cerca de Sevilla.

Os recuerdo que 1 mm de lluvia o de evaporación, es una cantidad de 1 litro por m2, lo que equivale a 10.000 litros por hectárea o 10 m3/ha.
Así que si os explico que un cultivo necesita 5.000 m3 de agua de riego por hectárea y por año, es que necesita 500 mm de agua que no encuentra naturalmente en el sitio. Es por el riego que se va a compensar el déficit hídrico.

Bien. En lo que se refiere a la agricultura local, las consecuencias son obvias. En el area de Rennes, solo el 0,7% de las superficies de cultivo tienen riego. En el area de Sevilla, el 37,7% de las superficies lo tienen. A nivel mundial, apenas un 20% de la superficie cultivada tiene riego, pero sin embargo, produce más de la tercera parte de la cantidad global de alimentos.

Hasta ahora, todo es lógico. Llueve menos en Sevilla que en Rennes, pero tambien hace mucho más calor y la evaporación es muy superior.
El problema viene pues del hecho de que en zonas donde la lluvia responde a ciclos temporales, y la agricultura tiene necesidades de agua en épocas secas, es imprescindible tener, o crear, reservas de agua. Hay que poder acumular en embalses, el excedente de agua en épocas de lluvia, para poder disponer de ella en épocas secas.
Es el caso de España, un pais que ha desarrollado y llevado a cabo, hace muchos años ya, una politica de autosuficiencia de agua.
E incluso si las circunstancias politicas y sociales
de la construcción de estos embalses son muy controvertidas (España estaba en un regimen dictatorial), el resultado sigue muy presente, cerca de 30 años después de la restauración de la democracia, permitiendo al país, tener una agricultura muy dinámica, y una de las mas modernas en el mundo en lo que a riego y nutrición vegetal se refiere.

Es evidente que la adaptación de las estructuras es imprescindible en todas las regiones donde la falta de agua es habtual. Pero las adaptaciones posibles, asi como los métodos de riego son variables.
Las primeras adaptaciones conocidas, corresponden a lo que es hoy reconocido como la invención del riego, y se remonta a más de 5000 años antes de Cristo, en Mesopotamia.
                     Imagen extraída de la preciosa página web http://www.sienteamerica.com/posts/2472-8-paisajes-de-montanas-en-terrazas

Existen numerosas polémicas sobre el uso del agua en agricultura, y sus consecuencias.
La primera es que la agricultura consume una enorme cantidad de agua dulce. Es verdad, según la FAO, más del 70% del consumo de agua dulce en el mundo procede de la agricultura. ¿Para algunos, es un escandalo? No hay problema. Baja con dejar de alimentarnos, y se resuelve el problema.
Pero no es tan simple. ¿Se puede reducir el consumo de agua en agricultura? La respuesta es si, sin lugar a dudas.
Pero reducir el agua en agricultura tiene un coste, especialmente un coste energético. Pues hay que elegir entre ahorrar el agua dulce gastando mas energía, o ahorrar energía gastando mas agua dulce.
El problema es difícil y complejo. Quiero abordar estos asuntos, intentando clarificar algunas cosas sobre este inmenso tema.
Sera una nueva serie, simplemente titulada “agua y riego”.
Os hablare de métodos de riego, de vigilancia de las necesidades de las plantas, de calidad de agua, de gestión de las reservas, de contaminación, de fisiología vegetal, etc.

Los datos presentados en este artículo proceden de Météo France, de AEMET, de la FAO y del inevitable Wikipedia, además de datos personales.

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