dimanche 4 janvier 2015

7-No firmé la petición



NO HE FIRMADO ESTA PETICIÓN, con la que, en principio, estoy de acuerdo.

Me llego a través de Facebook. Se trata de agricultura con lo que, obviamente, me intereso.
Es en francés. El tema es que un agricultor de la zona de Borgoña, en Francia, se negó el verano pasado, a hacer un tratamiento en su viñedo. Resulta que la zona en cuestión está siendo invadida por un insecto, un cicadellidae (Scaphoides titanus), en sí poco peligroso, pero vector de una enfermedad muy grave de la viña. La administración local había puesto la obligación de hacer un tratamiento para bajar el nivel de población, pero este agricultor se negó. Sus argumentos son que el producto es peligroso para las abejas, y que existen métodos naturales efectivos. Empezó a circular una petición para defenderlo, ya que podría caerle una condena con multa y pena de cárcel.

A primera vista, estoy de acuerdo con el texto, o por lo menos con el inicio.
La flavescencia dorada es una enfermedad muy grave, presente en Francia e Italia principalmente. No tiene cura y es muy contagiosa. La única protección efectiva consiste en hacer un buen control del insecto vector que la transmite, y en arrancar cada viñedo que se vea infectado, y quemarlo. Es un fitoplasma, es decir un tipo de bacteria sin pared celular, un ADN infeccioso.
Ya que no conozco especialmente la situación, ni de la enfermedad, ni de la región de Borgoña, me parece coherente que un agricultor ecológico prefiera métodos no químicos para controlar el insecto, aunque su eficacia a corto plazo no llegue al nivel de un producto químico en caso de fuerte infestación. Sin embargo, si se mantiene un equilibrio, los riesgos son teóricamente bastante bajos. Una vigilancia bien llevada debe permitir mantener la población controlada.
También ocurre que decisiones administrativas sean arbitrarias, abusivas, o muy reductoras, tal como lo explica la petición.
En este contexto, la petición es coherente.

Luego llega un párrafo que dice (traducción): “Pero sobre todo, es preservando la biodiversidad que se lucha mejor contra la cicadela, ya que es un insecto muy apreciado por numerosos depredadores en la naturaleza”. Hasta ahí, no hay problema, estoy totalmente de acuerdo, y es un principio que aplico diariamente en los frutales, contra cicadelas y contra la mayoría de los problemas fitosanitarios.
Pero sigue el párrafo de una manera que ya no me gusta tanto. Dice: “El problema es que estos depredadores, las arañas, la mantis y ciertos tipos de chinches, han sido erradicados en las viñas no ecológicas, donde la fauna es devastada por los insecticidas”. ¡ay, ay, ay! Ya estamos. Un poco de proselitismo, unas pocas mentiras y ¡hecho! Es totalmente falso. Lo que ha sido una verdad hasta los años 80, hay que reconocerlo, ya no lo es hoy en día. Pero este argumento, ya falso, sigue siendo un arma muy efectivo para movilizar muchedumbres que no conocen nada del tema y se dejan influenciar ya que no se les da la información necesaria.
Hago una producción en agricultura llamada convencional, pero lo que llamo la tercera vía, la producción integrada. Estoy preparando una serie de 3 publicaciones sobre los métodos de producción, en las que os explicare en detalles el tema. Pero en resumen, gasto productos químicos cada vez que es necesario, tanto plaguicidas con abonos. No le saco especial orgullo, pero tampoco me da vergüenza. Cada uso se justifica, nunca es abusivo, siempre se estudia con sumo cuidado, buscando el balance ideal entre la resolución del problema a resolver, y el respeto del equilibrio general del cultivo.
Estoy feliz y orgulloso de poder observar diariamente, en las finca que gestiono, la variada fauna de las orillas del Guadalquivir, como por ejemplo liebres, conejos, perdices, abejorros, cigüeñas, loros, aves rapaces (cernícalos, milanos, águilas culebreras, águilas pescadoras, lechuzas, búhos, etc.), tortugas silvestres, nutrias, meloncillos, ginetas, zorros, culebras (lista no exhaustiva) y numerosos insectos auxiliares como arañas, mantis, ciertos tipos de chinches depredadores (anthocoris y orius), crisopas, sírfidos y más que, al revés de lo que viene escrito en la petición, no han sido erradicados de las plantaciones de frutales, ni aquí, ni ahí, tampoco en los viñedos o en los campos de hortalizas. Sin embargo, si nos creemos lo que dice la petición, las fincas que llevo deberían ser una suerte de gran desierto seco y sin vida, después de 40 años de frutales en las mismas tierras y con uso de plaguicidas químicos.

Como tal vez lo podéis imaginar, empiezo a sospechar una fuerte falta de objetividad, y decido buscar un poco más información. Me encuentro una página web que, curiosamente, esta co-firmada por numerosos organismos oficiales y privados, entre los que encontramos el SEDARB (Servicio de EcoDesarrollo Agroecológico y Rural de Borgoña) y que publica resultados de controles, trampeos, evoluciones de las poblaciones del insecto, así como  recomendaciones de intervención (químicas o ecológicas) cuyo objetivo es mantener las poblaciones del insecto en un nivel no peligroso. Entre los textos publicados en esta página, se encuentra el siguiente: “el tratamiento insecticida es una medida absolutamente necesaria este año con motivo del riesgo de propagación de la enfermedad en nuestra región. No existe, de momento, ninguna otra alternativa.”

Pues me aparece como una evidencia que la administración pública, en este caso, está cumpliendo muy bien con sus obligaciones, que la situación fitosanitaria es realmente preocupante y justifica acciones excepcionales.
Por otra parte, hay, en Borgoña igual que en todas partes, numerosos viticultores en agricultura ecológica o en biodinámica, cuyos viñedos se encuentran situados en zonas donde la obligación de tratamiento se ha tenido que instaurar. No están todos amenazados de juicio y de cárcel. ¿Porque? Porque han entendido la importancia de este tratamiento, porque saben que romper provisionalmente sus convicciones no representa el fin de las mismas, y que han tenido la inteligencia de aceptar, probablemente de mala gana, esta medida de interés general.
Y me doy cuenta que este agricultor es, en realidad, un extremista que prefiere poner en peligro toda una región para no cuestionar sus propias convicciones. En otras situaciones y en otras latitudes, podría haber sido un talibán, y nadie habría hecho una petición para defender lo indefendible. Entiendo que le cueste aceptar el tratamiento. Sin embargo existen técnicas efectivas que permiten hacer un tratamiento con un insecticida biológico con un mínimo impacto sobre fauna auxiliar y medio ambiente. Por ejemplo, es hacerlo de noche, cuando la mayoría de los insectos útiles están escondidos en refugios naturales, y las abejas en las colmenas. La cicadela, que vive en el cultivo, no se esconde durante la noche. Es igual de sensible de noche que de día. Es una técnica que se usan habitualmente en climas cálidos como es el caso aquí, en Andalucía, o como es el caso también en mi anterior región de residencia, la Provenza.
Al amanecer, el producto se habrá secado, la niebla de tratamiento habrá desaparecido, los riesgos serán muy bajos y las consecuencias medio ambientales habrán sido minimizadas. Está claro que nunca es totalmente inocuo, pero los riesgos liados a la enfermedad son infinitamente más graves acorto, medio y largo plazo.
Resulta que la revista francesa L’Express acaba de publicar en su página web, el siguiente artículo, sobre el mismo tema, bastante más moderado que la petición:
Muchos periódicos han escrito sobre el tema con más o menos prudencia.
Seamos claros, mantener la biodiversidad y los equilibrios en una finca es una obligación para cualquier agricultor mínimamente inteligente y concienzudo. Aunque no tenga convicciones ecologistas, es una simple cuestión lógica y económica. Pero no es suficiente para controlar todo. Por ejemplo, no se les puede reprochar a los antiguos Egipcios  de haber abusado de los plaguicidas, ya que no existían. Sin embargo la devastación de los vuelos de langostas era periódica. Los insectos y las enfermedades, todos, se encuentran de vez en cuando con condiciones especialmente favorables que provoca explosiones demográficas en sus poblaciones. Es lo que ocurrió en 2012-2013 para la cicadela vector de esta enfermedad. Tal explosión demográfica, aunque natural, provoca una rotura de la situación de equilibrio. En este caso, la población de depredadores se encuentra brutalmente en número insuficiente con respecto a su presa, y el control natural ya no es suficiente. Si el insecto solo provoca un daño al cultivo, el daño será mayor ese año, y los ingresos del agricultor serán inferiores. No va más allá, salvo si el insecto es un vector de enfermedad, ya que provoca un riesgo sobre la viabilidad del cultivo. En el caso un viñedo como el de Borgoña, es toda la actividad humana de la zona que se encuentra en peligro.
La intervención de tratamiento tiene como principal meta de reducir la población del insecto, sin eliminar sus depredadores, de manera de volver a una situación de equilibrio. Cuando se restablezca el equilibrio, ya se puede volver al método anterior.
No se le pedía a este agricultor de dejar su método, solo se le pedía abrir un pequeño paréntesis, relativo ya que centrado en un tratamiento biológico, para evitar un riesgo mucho mayor.

A modo de conclusión, hay que decir que esta enfermedad está presente desde los años 40 en Francia (Sur-Oeste y Languedoc-Roussillon) y en Italia (mitad Norte del País). Hasta el principio de los años 2000, estaba bastante controlada, gracias a arranques sistemáticos de las parcelas afectadas, y a tratamientos y acciones preventivas y profilácticas adecuadas. Sin embargo, desde unos 10 años, y a pesar de todos estos esfuerzos, la enfermedad ha vuelto a progresar hacia el norte en la mayoría de los viñedos franceses, y apareciendo también en Austria, Suiza, Portugal y España (Cataluña). Eso demuestra que no hay que tomárselo a la ligera, y que lo que declara este agricultor no tiene fundamento: 40 años de práctica de producción ecológica y biodinámica en Borgoña no lo han puesto nunca en presencia de niveles peligrosos del insecto. No tiene ninguna experiencia que le permita afirmar que es capaz de dominarlo con las técnicas de las que habla. Y el riesgo de infección ya no es hipotético, sino muy real, ya que se han tenido que arrancar varias hectáreas de viña entre 2012 y 2013 en su región.

La petición, en la página web, ha sido cambiada por explicaciones verbales del propio agricultor. En la versión inicial como en esta última, el agricultor miente o da una información incompleta, pero con un tono muy convincente. Siento mucho decir a los que han firmado la petición: habéis sido engañados. Cuidado con lo que se encuentra en Internet, no siempre es la verdad.

No he firmado esta petición, pues, y puedo añadir que deseo que el agricultor sea condenado, de manera simbólica, por haber puesto en peligro una región entera por su extremismo y su irresponsabilidad, y por haber engañado decenas de miles de crédulos internautas, a los que ha contado muchas mentiras y de verdades desviadas.

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