dimanche 4 janvier 2015

34- Agua y riego -3- Caso de conciencia agro-ecológico

CASO DE CONCIENCIA AGRO-ECOLÓGICO

Hoy, para seguir con el tema de mi último artículo (mi mejor éxito de librería hasta la fecha, ya que es, con diferencia, el más leído), quiero presentar una situación real, en la que una decisión política, a primera vista justificada, destinada a reducir el consumo de agua en agricultura, tendrá a corto plazo, tristes consecuencias medio ambientales.

Una de las fincas de las que tengo la responsabilidad, situada cerca del río Guadalquivir, es bordada, y luego cruzada por un arroyo temporal. Este arroyo se alimenta de un manantial que se agota en verano, excepto cuando las fincas del entorno riegan sus cultivos por gravedad, es decir por un sistema de inundación más o menos bien controlado. Este tipo de riego tiene como particularidad, de siempre gastar mucho más agua del que los cultivos necesitan.
El excedente termina, bien por percolación (por filtración a través del suelo) hacia el acuífero, muy superficial en ese sitio, o por desagüe de superficie hacia este pequeño arroyo, que luego termina a su vez en el río Guadalquivir, pocos kilómetros más adelante.
Este pequeño arroyo tiene la particularidad de haber sido cubierto, a unos 5 kilómetros de su fuente, hace ya muchos años, para facilitar el desarrollo urbano de un pueblo vecino.

A fin de cuenta, este arroyo queda alimentado casi todo el año por las lluvias entra Octubre y Mayo, y por los excedentes de riego durante los 4 a 5 meses de casi total ausencia de precipitaciones entre mediados de Mayo y mediados de Octubre, cosa habitual por aquí.
Este trocito de paraíso, aunque rodeado de inmundos agricultores que no dudan ni un segundo en tirar plaguicidas y abonos, ha visto el desarrollo, con los años, de toda una fauna específica entre la que se encuentran, por ejemplo espátulas, garzas, garzas reales, cigüeñas, fochas, martines pescadores, patos, cormoranes, muchas aves rapaces, pero también zorros, ginetas, meloncillos, sin contar una fauna más difícil de observar de serpientes, lagartos y varios más, así como tortugas.


Esas tortugas son autóctonas de las orillas del Guadalquivir (Emys orbicularis hispanica), o Galapago europeo. Sin ser una especia amenazada, al menos en el Sur de España, esas tortugas tienen un serio problema desde varios años, por culpa de la proliferación fuera de control de la demasiado famosa tortuga de Florida (Trachemys scripta elegans). La conocéis, y quizás sois parcialmente responsables de la situación. Es la pequeña tortuga marrón-verde con rayas, con sus manchitas rojas en los laterales de la cabeza, la que se puede comprar en tiendas de mascotas, en sus pequeños acuarios de plástico. Pues esta tortuga americana, carnívora, muy voraz y prolífica, hoy se considera una especia invasiva. Su venta es mucho más controlada desde unos años, pero todavía no lo suficiente. Muchas de esas tortugas se han soltado en lagos y ríos de la región, por padres que se dieron cuenta que muerden, se ponen grandes, y además son a menudo portadoras de salmonelosis. Se han convertido rápidamente en un serio problema medio ambiental ya que, siendo más agresivas y prolíficas que las tortugas autóctonas, las están suplantando progresivamente.
Numerosos programas de conservación han sido implantados, especialmente en las reservas naturales, y particularmente en el Parque de Doñana, en la desembocadura del río Guadalquivir, la mayor reserva de aves y uno de los mayores humedales de Europa. Estos programas se basan en capturas por trampeo de las tortugas. Se sueltan las autóctonas y se eliminan las tortugas de Florida, de manera de mantener sus poblaciones en unos niveles tolerables.


Regresemos a nuestro pequeño arroyo. A lo largo de los años, un equilibrio ecológico se impuso en ese corto tramo. Es muy mono, y me gusta mucho observarlo, mientras estoy visitando las plantaciones, y ver huir las aves asustadas por mi presencia, para ponerse otra vez a pocos metros de distancia. las tortugas viven en paz, sin el riesgo de colonización por la terrible tortuga de Florida, ya que el arroyo es aislado. Es bonito, es bucólico, y me da el sentimiento de no ser un horroroso contaminador, aunque esté usando plaguicidas y abonos (con cuidado).

¿Cuál es el problema?
Pues simplemente que, como os lo conté en mi anterior artículo, es necesario (y políticamente correcto) ahorrar el agua dulce.
La agricultura española debe su dinamismo principalmente a la construcción, durante la dictadura franquista, de cientos de embalses en todo el país, para poder almacenar el agua de lluvia. Estos embalses están conectados con las ciudades y las áreas agrícolas por una inmensa red de canales. Disponer de agua en verano no es un recurso natural aquí. Es un recurso y una riqueza creados por el hombre para el desarrollo de su economía.
Si eso, España sería probablemente un país todavía pobre, ya que el desarrollo de su agricultura es uno de los pilares de su desarrollo económico, actualmente, con la terrible crisis económica que está azotando el país desde varios años, es el sector económico que le mantiene la cabeza fuera del agua, con el turismo.

Pues hay que ahorrar agua. Bien. Y para eso, infraestructuras de canalizaciones enterradas se están instalando por todo el país, que abastece, o abastecerá los agricultores con agua a presión, con contador de agua para cada uno. Es evidente que la facturación por volumen de agua consumido se va generalizar progresivamente. Los agricultores serán incentivados a reducir su consumo de agua para poder reducir su factura.
¿Y qué le va pasar a mi pequeño arroyo? Se volverá temporal nuevamente.
Las aves se irán a buscar otras zonas. No me preocupo mucho para ellas, encontraran otras áreas para instalarse. Los zorros, las ginetas, serpientes y otros animales terrestres tendrán más dificultades para realojarse, pero es probable que lo consigan.
Sin embargo, las tortugas son condenadas, de hecho. El arroyo actual, pequeño paraíso para ellas, que les permite vivir y prosperar en paz, se convertirá en un infierno, sin agua. Lo que actualmente les protege, las matara. El arroyo es cubierto sobre una larga distancia, más debajo de la finca, y las tortugas serán incapaces de sortear ese obstáculo.
Me gusta mucho observar esas tortugas, que a su vez no deben sentirse muy felices de verme, ya que se escabullen en el agua cada vez que me ven. Sin embargo sé que a más o menos largo plazo, desaparecerán de este pequeño arroyo que volverá a ser estéril, por falta de una cantidad suficiente de agua para garantizar las condiciones de supervivencia de las especies que ahí viven, durante los 4 a 5 meses que dura el largo verano andaluz.

Ya está, es la crónica de una muerte anunciada.
¿Cuantas situaciones  parecidas existen en el mundo? Probablemente miles. Si es así, ¿hay que ahorrar agua? Si, por supuesto, pero cuidado con las consecuencias medio ambientales.
La naturaleza es un equilibrio delicado, creo que sobre esto, esta todo el mundo de acuerdo.
Pero concebir una naturaleza sin agricultura, es también concebir un planeta sin humanos.

Pues tenemos que tener mucho cuidado con las decisiones políticas insuficientemente estudiadas.
La agricultura es parte integrante de los equilibrios ecológicos.
Reducir el consumo de agua dulce es también condenar  determinados equilibrios a modificarse, y por consecuencia, algunas especies frágiles, como estas tortugas, a desaparecer. Es también condenar regiones enteras, incluso un país entero al empobrecimiento de su biodiversidad. En efecto la creación de esos embalses y de esos canales, y el abastecimiento en agua de muchos arroyos en todo el país, han mejorado considerablemente la situación ecológica de España, creando nuevas zonas de biodiversidad, nuevas áreas de nidificación, total, un elevado enriquecimiento de su fauna y de su flora.
Una drástica reducción del consumo de agua de la agricultura tendrá como consecuencia, entre otras cosas, un brutal retroceso ecológico, y una probable aceleración de la desertificación de España, es decir consecuencias medio ambientales profundamente negativas.
El ahorro de agua, ¿justifica la toma de un riesgo tan elevado?
¿No existen otras vías para conseguir resultados similares, con un menor coste medio ambiental? ¿Se puede generar o almacenar agua dulce en cantidades grandes, para poder preservar, tanto la producción de alimentos, como todos los ecosistemas que de ello dependen?
Es el caso de consciencia del día.

No se puede hacer ecología política sin involucrar la agricultura y, lo queramos o no, una agricultura moderna, dinámica y productiva.
Es que mientras tanto, la población mundial sigue creciendo inexorablemente.


Pues trabajemos juntos, para una agricultura siempre más respetuosa con el medio ambiente, la salud de los trabajadores y de los consumidores, ahorradora de agua, lo justo, equitativa y productiva.

Aucun commentaire:

Enregistrer un commentaire